De la COVID-19 debemos haber aprendido un par de cosas, sobre todo malas, pero también buenas, aunque enseñadas de la manera más horrible, mientras mueren millones en el mundo.
-La causa, el efecto y la solución están en nuestras manos
Aprendimos que el coronavirus no nos busca, lo recogemos y transportamos nosotros, por tierras, cielos y mares. Con una eficiencia digna de mejores empeños. ¿Qué pasaría si cada uno hiciéramos lo elemental?, cuidarnos. Es más que sabido que sería la perfecta solución. Solo depende de nuestra consciencia. Nada menos.
-Y sí, la consciencia funciona
Cuando el doctor Francisco Durán no era entrañable conocido de cada cubano, antes del nasobuco, la cuarentena y el hipoclorito; cuando la realidad apocalíptica estaba lejos, Mayra Malvar, con sus comorbilidades y sin más protección que su consciencia, hizo lo que muchos no aprenden ni en 100 pandemias.
Detuvo un tour de programa abierto y libre, pesquisó y averiguó por cuáles sitios habían transitado los turistas, no se confió con el cambio de tiempo que provoca resfriados, trasladó a los extranjeros a una clínica, trató firme pero sugestiva a los entusiastas clientes. Y gracias a ella se detectó la COVID-19 en Cuba el 11 de marzo de 2020.
“No creí tener la suerte de toparme con el coronavirus. Ellos querían seguir de paseo, pero les dije que no”, contó a la ACN Mayra, de 60 años, hipertensa, graduada en traducción e interpretación en lengua húngara, ex representante de la agencia Cubatur en el exterior y guía turística en idioma italiano.
Solo tres meses habían pasado desde la notificación a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de un brote epidemiológico local.
-Hemos aprendido que estamos más conectados de lo que creímos, las islas no son aisladas tierras, sino puentes entre estas, y los filmes apocalípticos pueden ser minucias ante la realidad
La Comisión Municipal de Salud de Wuhan (provincia de Hubei, China) notificó un conglomerado de casos de neumonía en la ciudad. Posteriormente se determinó que estaban causados por un nuevo coronavirus. Era el último día de 2019, el primero de la COVID-19.
Coincidentemente el 11 de marzo de 2020, con profunda preocupación por los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad y por su gravedad, la OMS determinó que podía caracterizarse como una pandemia.
-No somos tan fuertes como aparentamos y creemos
Unas moléculas han noqueado a la humanidad, y por más desarrollo, poder, dinero, ciencia y tecnología que haya, recuperarse hasta la situación anterior a la pandemia no está a la vista.
Han muerto más de dos millones 610 mil personas y más de 118 millones han enfermado.
En Cuba, de los aproximadamente 59 mil diagnosticados, ya se han recuperado el 91,5 por ciento.
-También hemos aprendido que las miserias humanas superan las calamidades
De 240 medidas contra Cuba tomadas en dos años y medio por Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, buena parte fueron durante la pandemia.
Obstaculizar las principales fuentes de ingresos y entorpecer relaciones comerciales, asfixiar económicamente, subvertir el orden interno e intentar crear una situación de ingobernabilidad; atentar contra la inversión extranjera, viajes, remesas personales, cooperación médica, comercio, negocios, turismo, combustible y finanzas; elucubrar listados espurios y agudizar el habitual bloqueo, todo eso y más fue enfático.
La mayor potencia ante una isla en la cima mundial de la batalla ante la COVID-19, con vacunas, fármacos, protocolos y médicos propios y para compartir.
En general, hemos aprendido que debemos aprender, que lo verdaderamente importante no es la propiedad privada, ni las sempiternas guerras, ni los viajes espaciales. Que lo positivo puede ser negativo, y viceversa. Y sobre todo, con toda la solemnidad del mundo, a juego con la circunstancia, que la solución está, como el fuego, como todo, como siempre, en nuestras manos.