Desde horas del mediodía se esperaba la llegada de un nuevo rayo de luz y de esperanza a la más occidental de las provincias cubanas, se esperaba con ansias la llegada de Fidel.
Sin embargo, por cuestiones ajenas a la voluntad del inmenso líder, no fue sino hasta pasadas las ocho de la noche que entró triunfal a la ciudad cabecera, justo hasta llegar al antiguo regimiento de la Guardia Rural y unirse a las fuerzas revolucionarias al frente de la provincia.
De acuerdo con sus propias palabras, Fidel tuvo que detenerse a conversar con cientos de personas que lo abordaban en el camino de la otrora conocida como “La Cenicienta”, de ahí la tardanza en llegar a nuestra tierra, pues desde horas de la madrugada hombres, mujeres y niños bordeaban la carretera central para saludarlo.
“(…) Hemos llegado tarde, y sabemos que desde hace muchas horas nos estaban esperando; no fue tampoco por nuestra culpa, y es que durante todo el trayecto nos encontramos también miles y miles de pinareños con los que hube de detenerme a hablarles también (…) Pero al fin hemos llegado (…)”.
Y LLEGÓ FIDEL A LA CIUDAD
Tras su llegada, y sobre un escenario improvisado en una cama de rastra perteneciente a la fábrica de refrescos Jupiña, se dirige al pueblo justo en las intersecciones de las calles Martí y Rafael Ferro.
Allí, rodeado de pueblo, y una vez en el podio, bromeó sobre la organización del evento y la localización de los altoparlantes, pues la acústica no era buena.
“(…) Bueno, tienen que hacer un silencio completo, porque si no, me están indicando que en algunos lugares no se oye. Vamos a ver: ¿Se oye ahora? “¡Sí!” ¿Sí o no? “¡Sí!” Por allá dicen que no… Voy a tener que hablarle por señas a la multitud, porque no le veo, compatriotas, no le veo otra solución a este problema; la garganta no me acompaña; no puedo hablar más fuerte (…)”.
Tras un breve silencio popular, Fidel aprovechó para reafirmar su compromiso con Vueltabajo, así como las ansias libertarias de los pinareños.
“En el día de hoy no me sentía precisamente en las mejores condiciones de salud para salir de recorrido; no me había querido acompañar en la capital de la república la misma salud que me acompañó en los picos de la Sierra Maestra. Quizás era de los días en que más había sentido los efectos del trabajo y del malestar físico; pero, sin embargo, no quise, por ningún concepto, suspender este viaje y dejar esperándome al pueblo de Pinar del Río.
“No había venido (…) porque tuve necesidad de permanecer en La Habana durante varios días. Tal era el fervor revolucionario de esta provincia, tan grandes han sido sus méritos en esta lucha, que durante el trayecto entre Oriente y La Habana me llegaron las insinuaciones de numerosos compañeros, pidiéndome que antes de llegar a La Habana viniese a Pinar del Río. No era posible, sin embargo, detener la marcha de toda la columna para hacer un rodeo por la provincia de Pinar del Río, y yo les respondía a esos compañeros: ‘No se preocupen, que a Pinar del Río no lo tenemos olvidado, que a Pinar del Río iremos’”.
Entre los temas abordados en su discurso estuvieron los planes de la Revolución para cumplir el programa del Moncada y la necesidad de las futuras generaciones de estudiar y prepararse para las entrantes faenas.
También versó sobre las diferencias de su victoria con las campañas del 1868 y 1895, y los intentos intervencionistas de Estados Unidos en la isla, así como los méritos de que Cuba ya contase con su propia soberanía.
Por último, Fidel comentó sobre lo que significaba la reciente victoria para los pueblos de América, pues a su modo de ver, y casi que, a modo de predicción, Cuba sería un ejemplo y una chispa de fervor patriótico para todo el continente.
“(…) La Revolución Cubana, al hacer añicos el aparato militar de la tiranía, al desarmar el ejército completo y al poner en fuga a todos los generales juntos, ha puesto el dedo en la llaga de la América Latina, y ha despertado una esperanza extraordinaria (…)”.
Este 17 de enero, los pinareños reditaremos la entrada triunfal del máximo líder a la provincia y a la capital vueltabajera, convencidos de que al seguir sus ideas y doctrinas no habrá fuerza en el mundo capaz de destruir nuestros sueños de justicia para toda la humanidad.