En momentos en que el mundo sigue sufriendo los embates de una pandemia que por ahora no muestra signos de parar, la humanidad tiene la esperanza de que más temprano que tarde aparezca la vacuna contra la COVID-19, pero a la espera de esa noticia cuidarse resulta esencial.
Y es que ha quedado demostrado que si se cumplen las medidas higiénico-sanitarias y otras como el distanciamiento físico o social es posible detener los contagios de una enfermedad que no da ni pide tregua, pero a la que resulta posible frenar con un actuar responsable.
No por gusto en varias ocasiones el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha expresado que la mejor vacuna que tenemos ahora mismo son la disciplina y la responsabilidad individual de cada persona.
De ahí que extremar los cuidados sea fundamental mientras llega la ansiada vacuna, en cuya búsqueda se trabaja de manera intensa en Cuba y en diversas partes del planeta.
Al respecto, en días recientes el doctor Eduardo Martínez, presidente de BioCubaFarma, aseguró que en la isla tenemos varios candidatos vacunales y un grupo multidisciplinario que trabaja de forma acelerada para encontrar la vacuna contra la COVID-19.
Durante su comparecencia en el programa radio-televisivo Mesa Redonda, el especialista explicó que en la actualidad hay 205 vacunas registradas en el orbe, 21 de ellas en ensayos clínicos.
Agregó que en el caso de la nación caribeña, al llegar la pandemia con mayor retraso que a países como China, se comenzó a trabajar en la vacuna después y para ello debían tener la información genética del virus y la secuencia.
También reconoció que en la Mayor de las Antillas existen personas con una amplia experiencia en ese tipo de tareas y se está trabajando fuerte para cumplir todos los pasos; además de crear condiciones para producirla a gran escala, explicó.
Igualmente señaló que a lo mejor no somos los primeros en tener la vacuna a nivel mundial, pero sí vamos a ser de los primeros en lograr una amplia cobertura de vacunación a la población; estamos convencidos que va a ocurrir así, enfatizó Martínez.
A su vez mencionó que el Instituto Finlay, el Centro de Inmunología Molecular y el Centro Ingeniería Genética y Biotecnología son los que llevan la delantera en el país en esa importante labor, aunque se irán incorporando otras instituciones para brindar su apoyo en esa crucial tarea, afirmó.
Entonces, en momentos en que casi todo el territorio nacional se encuentra en la segunda fase de la etapa de recuperación, excepto La Habana y Matanzas que están en la primera, hay razones para ser optimistas en el enfrentamiento a la COVID-19, pero sin exceso de confianza para evitar los rebrotes.
Ese sería un peligro real si no se cumple lo establecido ante una enfermedad muy contagiosa y mortal, que ya suma más de 11 millones de casos positivos en el mundo y una cifra superior al medio millón de fallecidos.
Por esa razón dolería mucho echar por tierra los buenos resultados de Cuba en la batalla para minimizar los estragos de la enfermedad, en una isla que presenta números muy alentadores que refuerzan la eficiencia del sistema de salud cubano.
De nosotros depende mantener los indicadores favorables y no retroceder, para lo cual es indispensable no bajar la guardia y conservar todo un grupo de medidas epidemiológicas para seguir por el buen camino.
Y si bien es cierto que en el país se aprecia un ralentizamiento en el contagio y ha seguido bajando el por ciento de positividad, como lo declarara reciente José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud Pública, para nada debemos confiarnos porque el riesgo permanece latente.
Entonces, redoblar la precaución sería una decisión inteligente para protegernos todos en lo que llega la salvadora vacuna, pero mientras tanto, todo cuidado es poco.