Cuando en 2004 se graduaba una nueva hornada de instructores de arte, en las palabras centrales de aquel acto en Villa Clara, Fidel exhortaba a los más de 3 000 egresados a ser abanderados de la cultura y el humanismo.
Diosbaldo Soler Torres fue uno de aquellos nuevos embajadores del arte que hasta hoy creen en el poder que tiene la cultura para cumplir sueños, formar valores, transformar comunidades.
A sus 37 años se enorgullece del trabajo que ha desempeñado en cada comunidad, centro educativo y penitenciario y hasta allende las fronteras cubanas. Así lo avala su trayectoria en la Brigada José Martí y los reconocimientos en diferentes festivales y eventos.
Actualmente es el jefe de brigada del consejo popular Diez de Octubre, un asentamiento que marca su carrera de manera singular.
FANTASÍA DE COLORES
“Llegué con la propuesta de hacer una colmenita, porque ya había otras provincias y otros municipios que la tenían. Entonces coincidentemente mandaron la orientación desde el Ministerio de Educación de que todos los consejos populares debían crear una compañía de este tipo.
“Es el trabajo que más me ha gustado. He hecho muchas cosas, pero dirigir una compañía ha sido especial y me ha marcado.
“Lo primero que hice fue un diagnóstico en la comunidad, en todas las escuelas primarias del consejo popular. Entre ellas la ‘José Martí’, que es de la enseñanza Especial. Ha sido una labor de conjunto con 15 instructores que trabajan en esos centros”.
Para Diosbaldo es muy importante recalcar que ese diagnóstico no tuvo nada que ver con aptitudes, sino con cualidades. Después de un trabajo de mesa minucioso surgió Fantasía de colores, la colmena más grande de la provincia, formada por 120 niños.
“Nunca me fijé en las aptitudes, lo que buscamos es crear espacios donde el niño pueda asistir, aprender, no solo de danza sino de otras manifestaciones. El propósito es que puedan apreciar, crear, actuar. Además, es un Consejo Popular privilegiado, pues tenemos allí la Escuela de Arte, de donde sacamos la cantera de aquellos que quieran trazarse un camino de manera profesional.
“Queremos formarlos y ver el resultado del día a día, de los ensayos, el trabajo individual y diferenciado que hacemos con ellos”.
Esta colmenita tiene solo dos meses de creada y ya se han presentado en varios escenarios de la provincia, incluso cuentan con un coro que inserta el lenguaje de señas para que todos los niños puedan disfrutar de las obras.
“Choca el tema de los recursos, la situación es difícil. Con La Colmenita necesitamos mucho. Lo que logramos es gracias a los padres, ellos son mis grandes pilares. Tenemos un grupo de WhatSapp y por ahí mantenemos comunicación constante.
“Una de las madres es creadora del Fondo de Bienes Culturales y nos ayuda con las alitas, las antenas; otra cose y se encarga de los vestuarios, la muñequería; un padre carpintero hace los zancos; también instructores de artes plásticas elaboran las piezas de papier maché. El objetivo es sacar el espectáculo, lo importante es que los niños se sientan contentos y satisfechos”.
ARTE QUE NACE DEL ALMA
Diosbaldo me advierte que no es muy ducho en dar entrevistas, se nota la timidez cuando le inquiero sobre su trayectoria y algunas cuestiones personales, pero algo cambia cuando está frente a los pequeños.
“Muchas veces me preguntan cómo logro que tantos niños estén enfocados encima del escenario, que haya tanta disciplina. Creo que cuando estás bien preparado y tienes dominio de tu trabajo, se puede llegar a ellos.
“Siempre lo digo, lo primero es el amor a la profesión, la dedicación, el empeño, el trabajo sistemático y la buena preparación. Es muy lindo que un infante se sienta seguro de lo que va a hacer. Trato que cuando suban a un escenario lo hagan como profesionales.
“Un instructor de arte debe hacerse sentir en la escuela, porque la cultura forma parte de la educación. Hoy me enorgullece ver a instructores de arte que fueron mis alumnos y que también tienen resultados”.
¿Qué ha sido lo más difícil en tu carrera?
“Cada vez que hay un obstáculo trato de superarlo. Soy de los instructores que nunca dice que no, soy activo y muy perseverante, pero si me preguntas qué es lo más difícil te digo que fue estar dos años alejado de mi familia cuando cumplí misión en Venezuela.
“Fue un trabajo muy lindo en aquellos barrios de difícil acceso y se veía el resultado, pero estar alejado de mi hijo, de mi esposa, de mi madre fue muy duro.
“Claro que la etapa de la COVID-19 fue compleja, pero en ese tiempo apoyamos en todo lo que pudimos en los centros de aislamiento, lo mismo en la limpieza que alegrando el corazón de los pacientes”.
¿Tu logro más preciado?
“Lo más grande fue el gran premio que obtuve en el Primer Festival de Danza de la Brigada José Martí y el Consejo de Casas de Cultura. Fue mi graduación como instructor de arte. Mi primer reconocimiento, mi primer diploma, todo. Eso me marcó.
“El trabajo de La Colmenita ha sido lo otro. Es regocijante que en la calle te pare un padre para decirte que quiere poner a su hijo en la compañía y siempre les digo que las puertas están abiertas”.
Desde que era un niño Diosbaldo descubrió que tenía aptitudes para la danza, tal vez porque lleva sangre santiaguera por parte de su padre. Con una sonrisa rememora cuando las comparsas pioneriles y de cómo su familia entera lo ha apoyado en su carrera. “Si no hubiera sido instructor de arte fuera veterinario, porque me gustan mucho los animales y el campo. No me lo vas a creer, pero cuando le pongo música a Kiara, mi gata, se vuelve loca”.