Hasta el cementerio municipal va el pueblo pinareño cada siete de diciembre. Quizás alguno no ha llegado nunca hasta el Panteón de los Mártires, allí donde reposan los restos de los caídos en tierras internacionalistas en el cumplimiento del deber.
Otros van justo hasta el mismo camposanto, se detienen frente a los nichos que guardan con recelo la memoria de sus hijos, de sus padres, hermanos, esposos. Y duele cada año al ver a tanta gente noble deshacerse en llanto ante el recuerdo de aquellos seres queridos, hijos de la Patria, servidores y defensores de otras naciones.
Este jueves no fueron pocos los que, rosa en mano, abrazaron la vida, miraron con inquina a la muerte por llevarse lo más preciado que tenían y dejarle no más que el orgullo de quien hace todo por la libertad.
Y llora una anciana a sus hijos muertos; y llora una mujer a su hermano joven, y un hombre alto y fuerte a su padre, y lloran muchos cubanos por esos que dejaron en suelo africano la certeza de que con Cuba hay que contar porque el internacionalismo es uno de los prinicipios de la Revolución.
A 34 años de la Operación Tributo los pinareños rindieron homenaje a sus héroes y también al Lugarteniente General del Ejército Libertador Antonio Maceo y a su ayudante Panchito Gómez Toro, cuando se cumplen 127 de su caída en combate en San Pedro, Punta Brava.
Raúl Castro, General de Ejército, dijo el 12 de diciembre de 1976: “De Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación y el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber”.
En 1989 se materializaron sus palabras y desde entonces cada familiar tiene dónde llevar flores a sus hijos.