Los representantes del sistema de la agricultura en Pinar del Río, en concordancia con las medidas definidas por su ministerio para mitigar el efecto de la COVID-19 en la economía cubana, constatan los planes y necesidades de los campesinos, productor a productor.
Ante la posibilidad real de redistribución de recursos provenientes de otros sectores cuyas funciones han sido interrumpidas, Víctor Fidel Hernández Pérez, delegado de la agricultura en Pinar del Río, afirmó que, como indicara la máxima dirección del país, los cuadros visitan a cada tenente de tierras para valorar con exactitud las posibilidades reales de cumplir con sus contratos, desde la siembra hasta la cosecha.
“Es de máxima prioridad el análisis, en perspectiva, de las potencialidades que tenemos en cada territorio, para el cumplimiento de los planes productivos en la campaña de primavera. Estas visitas individuales permiten la recopilación de datos útiles en la proyección de nuestras posibilidades productivas reales para satisfacer la demanda de alimentos; además de determinar a cuáles campesinos les asignaremos los recursos disponibles”, agregó el directivo.
Con una contabilización de lo que ya está en uso por los productores y la valoración posterior de los insumos reorientados hacia el sector agrícola en las provincias, este sistema de trabajo ofrece al país una medida aproximada de la disponibilidad de alimentos hasta el mes de septiembre; así como potencia, en diálogo directo con los tenentes, la aceleración del trabajo en los cultivos de ciclo corto.
Hernández Pérez puntualizó que también se enfatiza en satisfacer la demanda de proteína, concentrada en el aumento de la obtención de huevos y carne de cerdo, en tanto el ministerio se ha propuesto como objetivo también, acelerar la producción de alimento animal para evitar pérdidas de ejemplares debido a la intensa sequía que atraviesa la región.
Otras de las alternativas que busca el país para aprovechar al máximo las tierras en momentos en que la economía mundial está en crisis, son la preparación de los suelos, la inserción de cultivos de ciclo corto en tierras utilizadas para plantaciones permanentes como los frutales, la rotación en las extensiones dedicadas al arroz y la explotación de la agricultura urbana, suburbana y familiar.
Cuba cuenta con 6.4 millones de hectáreas dedicadas a la actividad agropecuaria, de las cuales 2 millones se especializan en alimentos. Su explotación eficiente será clave para afrontar las consecuencias económicas de la COVID-19 y el bloqueo.