¿Coliflor, melocotón, brócoli…? Preguntamos con incredulidad y asombro. Esas son solo algunas de las maravillas que se pueden encontrar en la finca agroecológica La Cueva del municipio de Viñales, declarada de referencia nacional.
Hace alrededor de cinco años que Yosbel Fernández Martínez y su hermano Yosviel se hicieron cargo de la tierra que era de su abuelo. Al principio no era muy productiva, pues no contaban con agua para regar los cultivos varios que plantaban, todo dependía de la naturaleza.
“Lo primero que hicimos fue un pozo de 30 metros con camisas de 10 pulgadas y luego a invertir y sembrar. Hoy tenemos cerca de 40 variedades de frutas, un organopónico con alrededor de 30 tipos de hortalizas y un orquideario con 35 especies”, refiere Yosbel.
En 1.6 hectáreas de tierra podemos encontrar naranja, tamarindo, ciruela, piña, anón, perejil, espinacas, remolacha, berenjena… y hasta un árbol de aguacate en miniatura que es aún un misterio para los dueños de la finca.
En La Cueva también hay abejas melíponas o de la tierra, y aunque piensan incrementar la producción, con las 10 colmenas que poseen actualmente, están a punto de hacer el contrato oficial con Apicuba.
Al pie de un mogote se levanta un ranchón que antes de que llegara el coronavirus a la provincia funcionaba como paladar de comida criolla, acompañada de las frutas y vegetales que cosechan.
“Es un negocio familiar, todo lo que cultivamos lo ofertábamos aquí y en un restaurante vegetariano en el pueblo que se llama La Berenjena, único en el municipio, por el menú especializado que tiene”, refiere Yosbel.
Ahora, ambos locales están cerrados, pero cuando las condiciones permitan la afluencia de turistas a Viñales están prestos a retomar el empeño en la gastronomía. Por el momento destinan sus producciones al autoabastecimiento, a círculos infantiles, casas de abuelos y ventas a la comunidad.
UNA ALIANZA CON EL PATRIMONIO
El ímpetu de estos jóvenes no queda ahí, además de trabajar la tierra cada día, el hecho de que su finca sea de referencia nacional les ha dado la posibilidad de crear un proyecto con el Parque Nacional Viñales de conjunto con el Consejo Provincial de Patrimonio.
“Es un sendero por el valle que termina en nuestra finca con una casa de acogida para el visitante, donde se pondrán de manifiesto prácticas agroecológicas y campesinas. Incluye además un punto de venta rápida a la entrada para comercializar las producciones y estamos inmersos también en hacer una minindustria para así aprovechar lo que cosechamos”, concluyó.
En un corto recorrido podemos ser testigos de la buena salud de los tomates, de la presencia exquisita de la palma corcho y de la bonita de la sierra, el curioso arbusto que florece una vez y luego fenece.
Cada mañana, Yosbel, su hermano y tres trabajadores más se lanzan al surco para no dejar caer la maravilla que ostentan. Se ufanan de lo que han logrado y pretenden seguir apostando por la agricultura sostenible, ecológica, exclusiva.