Serafín despierta cada día a las cuatro de la mañana y ensilla un caballo cerca del antiguo preuniversitario. Le da una “vuelta” al ganado seco, luego sigue hasta el de leche y ahí continúa la faena hasta la puesta del sol.
“Vine para aquí de un año de nacido, y en todo eso que ves sembraba tabaco, luego esto pasó al plan de cítricos, hasta que después me dediqué al ganado. Aquí crie a siete muchachos. Perdí a uno en un accidente, me quedan las hembras y este varón que siempre está conmigo, y bueno los nietos, que los he ido enseñando pa’ que sigan las raíces”.
Serafín Guillermo Planas Rodríguez tiene 83 años, pertenece a la CCS Estelo Díaz de Las Ovas, en Pinar del Río, y la dedicación al trabajo por tanto tiempo la ha sabido transmitir a su descendencia.
Su hijo, Víctor Planas, lleva 25 abriles despertando también a las cuatro de la mañana. Para él, ocuparse de su masa ganadera es tan importante como cuidar a una persona:
“La familia entera se dedica a esto. Lo primero es preocuparse por el ganado, que tenga buena alimentación, hay que comprometerse de lleno, de lo contrario no tienes producción. Si el animal no come bien y no está en buenas carnes, no produce”.
Explica este campesino que cuentan con ocho hectáreas de pasto mulato sembrado y acuartonado y hacen una rotación de la alimentación de manera diaria, una de las vías por las que han logrado la producción que muestran hoy.
Además de las 93 cabezas de ganado vacuno que poseen, también incursionan en la ceba de búfalos, algo que Víctor particularmente disfruta mucho: “La ceba lleva otro procedimiento para que el animal produzca los kilos necesarios, en el caso del bufalino tengo 30 cabezas contratadas con la empresa pecuaria Punta de Palma. Es un trabajo muy bonito. Él búfalo es un animal muy manso cuando lidias con él”.
Y lleva razón al decir que toda la familia se involucra, pues habla de su esposa quien se encarga del acopio de leche en el tanque, en el punto que está en su propia casa. “Cuando ella termina se va conmigo para la vega. Lo que siembro es pasto, no me dedico a los cultivos varios ni nada, solo al ganado, porque para alcanzar esos planes en la situación que tenemos de pocos recursos, hay que mantener solo una línea. El ganado lleva mucho, todos los días hay que ir a la cerca, arreglar algo, moverlo, sembrar el alimento, andar con él…”.
Destaca en los Planas la producción de leche: de un plan de 30 000 litros entregaron 38 000. Y para garantizar la buena genética tienen un semental de raza, pero mayormente lo hacen mediante la inseminación artificial.
“El secreto para continuar en la vanguardia es que te guste lo que haces, es por ello que uno se esmera tanto. Si ordeñas el ganado, lo sueltas y te vas para otra cosa, lo dejas de atender”.
TRAS EL ESFUERZO, EL BENEFICIO
La autorización a productores para sacrificar el ganado vacuno y bufalino luego de cumplir con el encargo estatal y usar las carnes para el autoconsumo o su comercialización con diferentes destinos es una de las 63 medidas aprobadas por la dirección del país para impulsar la producción agropecuaria.
Serafín y Víctor cumplen los requisitos establecidos en el Registro pecuario y de la tierra, el plan de leche, el crecimiento de la masa y los compromisos estatales.
“Estoy contento con estas nuevas medidas, porque así el ganado prospera, la masa crece y la gente va cogiendo algo, que bien se lo merecen”, dice Serafín.
Víctor acota que “es una forma de obtener mayores insumos, una ventaja también para que la población pueda comprar una carne que hasta ahora no se podía, y esta es una manera de aportar desde nuestra producción”.
Y hablando de nuevas medidas para incentivar la producción indagamos por su parecer sobre el reciente aumento del precio de acopio de leche:
“Creo que se equipara más con lo que necesitamos, pues gastamos mucho en insumos, veterinaria y otras cuestiones. Cuando sacabas cuenta no daba, ahora compagina un poco. Es una mejoría para producir más, de eso no cabe dudas”.
A Víctor y a Serafín le autorizaron el sacrificio de siete reses este año, un proceso que efectuaron hace algunos días y que, aunque incipiente reporta beneficios colectivos y marca expectativas en los campesinos y en la población.
EL PROCESO, LOS DESTINOS
Hasta Los Ocujes, matadero perteneciente a la empresa pecuaria Punta de Palma, trasladaron Víctor y su padre los siete animales. Según Pablo Hernández Rodríguez, veterinario del lugar, la res tiene que llegar con el certificado de salud investigado y debe permanecer 12 horas en los corrales.
“En el sacrificio se aplica primero electricidad para inmovilizarlo y que no sufra, luego se desangra. Después se revisan los órganos por si hay parasitismo, pues aunque vengan certificados como saludables esta es una zona de focos de tuberculosis y brucelosis, por lo que se les hace el laminado de los ganglios y descartamos cualquier sospecha.
Luego se deshuesa y se deja en la mesa para que repose la carne, se revisa que no haya traumas, o sea, que tenga calidad para que pueda llegar a su destino”.
De las siete cabezas de ganado sacrificadas Víctor y Serafín dejaron dos para su consumo. En un gesto altruista, una parte de la carne decidieron donarla a varias instituciones sociales del municipio como los dos hogares de ancianos, el Centro para Deambulantes y la Casa de niños sin amparo familiar.
A un precio de 70 CUP la libra, decidieron destinar el resto a la bodega que abastece a la zona conocida como La Campana, donde residen, y a tres mercados de nuevo tipo gestionados por las empresas de Tabaco Pinar del Río y San Luis, ubicados en los repartos Raúl Sánchez, Lázaro Hernández Arroyo y Ceferino Fernández.
Expresiones de sorpresa, incredulidad pero también de agradecimiento se conjugaban en las comunidades, y aunque la cantidad a expender no sería la ansiada por la mayoría, muchos coincidían en que la incipiente medida es un paso de avance para satisfacer las necesidades de la población y que debería sistematizarse.
Son estos los incentivos que motivan a los ganaderos a incrementar sus producciones. El beneficio llega para todos y reconforta a personas como Víctor Planas y su padre que han dedicado sus vidas a una labor que ahora rinde más frutos. Hombres incansables que no le temen al trabajo a pesar de los años.
Serafín dice estar contento y con deseos de seguir avanzando. No es de los que permanecen tranquilos, antes de la despedida inquiere al fotógrafo: “Espérate niño, déjame ponerme las botas pa’ que me tires una foto montado en el caballo”.