No recoger a personas que esperan en paradas de ómnibus, y pasar o escabullirse, con asientos vacíos en los carros estatales, en estos momentos es algo grave.
Siempre lo fue, pero ahora más, porque es inaudito que con la situación actual del transporte público existan quienes se den el lujo de ser como los monos de un meme que anda por las redes sociales: sordos, ciegos y mudos. Y le podemos añadir también los apelativos de inhumanos e indolentes.
Y no es cuento, reto a quien dude, a que se pare un buen rato en una parada, esta experiencia le permitirá ver pasar a algunos choferes como si fueran suyos los autos y no del Estado. Ellos siguen su camino sin pena ni remordimientos, y sin el menor pudor, y por supuesto, ¡ojos que te vieron ir…!
Sabemos que el tema de la transportación es atendido de forma prioritaria por los encargados y autoridades de la provincia, incluso por referencias de algunas personas, y también por las redes sociales, apreciamos cómo diferentes organismos brindan este servicio tan necesario en la ciudad pinareña en horarios picos.
En las paradas de las rutas seis y la cuatro funciona bien este mecanismo. Iniciativa buena, diríamos que muy buena.
Sin embargo, el talón de Aquiles está en esos choferes inconscientes que aún quedan y que son incapaces de pensar en los demás.
La experiencia puede resultar negativa, aun cuando haya un inspector de transporte, al que le deben respeto y honestidad, porque tanto en la parada de la calle Recreo como en Cavada, algunos de los autos que paran alegan que van cerca, o sencillamente evaden y doblan antes de llegar al «punto».
Por suerte también existen muchos choferes que tienen el doble de sensibilidad, y a ellos nuestras loas. Por ejemplo, hace poco, un domingo, fuimos testigos de cómo el conductor de un carro blanco, con un rótulo en la puerta que decía PIAL, según pudimos ver, detuvo el auto y recogió a dos señoras, una de ellas con un niño pequeño, que esperaban bajo la pertinaz llovizna que caía esa tarde.
Así hemos visto muchos casos, incluso hasta particulares, que se solidarizan con el necesitado y son incapaces de dejar de ayudar.
Partidarios de que este pueblo se caracteriza por la solidaridad, abogamos porque quien esté al volante de un carro estatal pueda interiorizar que esa es propiedad social, y por supuesto, de todos, y que tenga la suficiente capacidad y valores humanos para sentir el dolor ajeno. De lo contrario, es mejor que ande a pie.