Por estos días un padre vendedor llegó a varios sitios de Pinar del Río. En su llamativa bolsa “meroliqueaba” todo lo necesario para bebés. A sí mismo se definía como un “sacamocos humano”, un “tipo de pelo en pecho y escupí’a pa’l lao’, pero muy sensible”, un “cantante de nanas o de rap, según amerite la ocasión”.
Así pudimos ver a Alberto Corona en El papá vendedor, un talk show escrito por él y su esposa Liliana Lam que llevó a comunidades como La Quimbería en San Luis, para mostrar que padre no es cualquiera, para regalar alegrías y hacer conciencia sobre paternidad responsable.
Conversar con este actor no es cosa de algunos minutos, pues es imposible limitarse a su más reciente incursión en la pequeña pantalla con el personaje de Nelson en Tan Lejos y tan cerca. Con marcada elocuencia resume su andar en el mundo del arte y, en casi una hora de diálogo descubrimos, también, a un padre que lucha por romper estereotipos y ante todo, crecer.
SER ARTISTA A TODA COSTA
Natural de Bejucal, desde pequeño quería ser artista como su hermano. Sus primeros intentos fueron en el canto, pero se dio cuenta de que era muy desafinado y entonces se inclinó por el baile.
En las Charangas de Bejucal tuvo sus primeras incursiones bailando casino en las parrandas, también en la casa de cultura local interpretó el papel de Goliat en una obra y aunque le gustó mucho, la familia se mudó a La Habana y aquello quedó allí.
“Estudié técnico medio en Contabilidad, en aquel tiempo me surgió nuevamente la necesidad del arte y volví al baile. Aprendí cómo se impartía el casino clásico de salón. Incluso, fue una forma de ganarme la vida, pues daba clases a extranjeros en un proyecto de ruedas de casino vinculado al grupo Moncada, donde tocaba mi hermano”.
El baile quedó en un segundo plano cuando, gracias a un spot televisivo, descubrió la pantomima en el grupo Teatro del Cuerpo Fusión de Maritza Acosta. “Aquella escuela me abrió las puertas al mundo del teatro y cuando lo encontré me enamoré perdidamente, entonces dije: ‘Acabo de descubrir qué quiero ser en la vida, tenía solo 19 años”.
Una enfermedad de la columna le impidió continuar y entonces se preguntaba qué hacer con su vida. Al graduarse de Contabilidad fue a pasar su servicio social al Consejo Nacional de las Artes Escénicas y a trabajar justo en el lugar donde grandes actores como Manuel Porto, Enrique Molina o Rolando Núñez, acudían a cobrar.
“Los miraba con tremenda admiración y quería ser como ellos. La verdad aquello de la contabilidad me resultaba aburrídisimo, nunca logré que me cuadraran los libros. Hasta que mi jefa me dijo ‘vete para la Casona de Línea que ahí puedes encontrar tu camino”.
Allí comenzó como promotor y luego fue aceptado en una obra de Tony Díaz con el grupo Mefisto Teatro, en la que necesitaban bailarines. Casi por casualidad le dieron su primer papel y a partir de ahí nunca más se ha podido desprender de la actuación.
Entre anédcotas se enorgullece de haber trabajado con Abelardo Estorino, Ramón Ramos, Héctor Quintero, Elio Martín, y de haber recibido clases de historia del teatro cubano, de actuación dramática y de conocer la verdad que necesita un actor.
“La vida da muchos saltos, y un día llegó Pancho García, mi gran maestro. Él me enseñó la esencia del actor. Actuar es la manifestación de la verdad en su estado más sublime, y eso lo entendí con él. Hay que ser sincero y no armarte de lo que quieres que vea el público, sino sentir como el personaje, acercarte a él como si fuera un bebé, con delicadeza, para que no se asuste.
“A través de Pancho García conocí a Carlos Celdrán y con él sigo aprendiendo en cuanto al crecimiento de un actor, porque hasta que te mueras vas a crecer diariamente”.
Y aunque el teatro lo apasiona la television le ha dado también enormes posibilidades para alimentar ese crecimiento. Tocó entonces cumplir el sueño del muchachito que hacía los cheques y desde la distancia admiraba a artistas consagrados.
“Hoy la gente piensa que soy hijo de Manuel Porto, y realmente quedamos así, como padre e hijo. Lamenté muchísimo su muerte. El proceso de Latidos Compartidos fue muy lindo, muy intenso. Era mi primer personaje en la televisión, y además con un conflicto muy llamativo.
“Yo iba todos los días a su casa a estudiar y con su jovialidad me enseñaba constantemente. Me dieron en ese año el premio al Mejor Actor Novel”.
Después pudimos verlo en Entrega y recientemente en Tan lejos y tan cerca en su primer protagónico.
“El primer día de rodaje estaba súper nervioso y Luberta se sentó conmigo a hacer anécdotas y a decirme que me relajara, y así fue. Eran 17, 18 escenas diarias, pero estoy muy contento con el resultado del personaje.
“Al principio me asusté mucho y sufrí porque tenía que trabajar con mi hija. Primero no sabía cómo hacerlo, cómo darle notas y pedí ayuda a Mariela López, la directora de La Sombrilla Amarilla.
“Ella me dijo ‘no le des notas, preocúpate por ti, hay quienes han actuado con sus hijas y se preocupan tanto por eso que tiran por tierra su trabajo’. Eso no me podía pasar, era mi protagónico, mi sueño. Entonces la dejé fluir, y fui el padre que soy en la casa pero con sus matices, claro, partiendo del personaje.
“Nelson tenía que transitar por todo un proceso de aprendizaje que yo normalmente domino. Por ejemplo, le hago todo a mis hijas, y además sí sé hacer espaguetis, me encanta cocinar”.
“Tenía muchas expectativas, el Nelson que salió fue el que me imaginé, porque casi siempre los actores cuando se ven en la televisión no se gustan, pues yo me gusté”.
PADRE DESDE EL PRINCIPIO
A través de su esposa tuvo la suerte de conocer a Julio César González Pagés, fundador de la red Iberoamericana y Africana de Masculinidades. La química y la afinidad que sintió al escucharlo hablar y luego al leer sus revolucionarios textos sobre paternidades y nuevas masculinidades lo hicieron darse cuenta de que tenía aún mucho que aprender.
“Me llamó la atención el tema porque soy papá y la visión que da en sus libros sobre cómo debe ejercerse una paternidad desde las nuevas masculinidades te da mucha más seguridad, porque los prejuicios del machismo son pura inseguridad y ser machista te aleja de la verdad totalmente y te hacen crear mecanismos que son puras máscaras”.
Luego conoció al periodista Jesús Machín Muñoz y se sumó a la campaña de paternidad responsable. “Enseguida dije ‘yo tengo que estar ahí y vamos a crear y vamos a hacer cosas para sensibilizar y para educar a los hombres de mi país, porque a nivel personal yo he sufrido con mi padre por su machismo, y no quiero ser ese hombre para mis hijas.
“Hay que traspasar eso. Cuando uno lo traspasa crece. Creo que ese debe ser el objetivo de cualquier persona, de la vida. Hay que crecer”.
Junto a su esposa Liliana escribieron el guion de El papá vendedor, lo presentaron a Unicef, y entonces decidieron potenciarlo y llevarlo a toda la isla.
“Estoy encantado con lo que está pasando, con la interacción con el público y ver cómo los hombres se quedan a escuchar y a pensar. Descubrí que el texto no va de reírse, sino de reflexionar, de que sí tiene que ver contigo; va de entender que te hará mejor persona”.
Se ufana de decir que en la casa no hay tareas específicas. A veces le toca bañar a Lucía y a Lena, otras cocinar, pero una regla es inviolable, los cuatro se sientan a la mesa juntos cada noche a comer y a pesar del que el trabajo les lleva mucho tiempo intentan dedicarle a sus hijas los momentos que llevan, que necesitan.
SUEÑOS, RETOS…ACTUAR
Alberto Corona sueña con interpreter a Galileo Galilei. Lo siente como su homenaje a Vicente Revuelta. “Galileo Galilei fue un revolucionario en su época porque dijo algo que nadie se atrevió, porque fue un gran pensador que no dejó de crear y el legado que dejó fue lapidario para la humanidad”.
¿Qué retos crees que tenga el espacio del dramatizado en Cuba?
“Millones. Pienso que desde la dramaturgia hay que abordar temas mucho más interesantes, que eduquen, que hablen de la realidad cubana sin tapujos, sin máscaras. Desde la realización por supuesto que a la televisión le falta una infraestructura tremenda, porque ha decaído muchísimo, pero creo que la calidad de los dramatizados que se hacían en los años ‘90 tenían más calidad que los de ahora y ¿por qué sucede este fenómeno si había menos recursos, menos tecnología?
“También pienso necesario que deben existir más espacios donde se formen a los directores para la televisión y también para el cine, para el teatro, porque el director es un puntal, es la cabeza, y cuando la cabeza no funciona el cuerpo no camina”.
En una palabra, ¿que es la actuación para ti?
En una sola palabra…te diría que es sensibilidad.