Para nadie es un secreto que la economía mundial ha sufrido un duro golpe debido a la presencia del SARS-CoV-2. Tras varios meses de pandemia los capitales nacionales no son los mismos y todos los gobiernos se plantean estrategias a largo plazo.
En el caso de Cuba la situación se complejiza otro tanto, debido a las persecuciones financieras y al férreo bloqueo impuesto por Estados Unidos, lo cual hace que el día a día se dificulte exponencialmente.
A causa de estos problemas, las empresas de la Isla han debido sortear toda clase de vicisitudes para mantener sus niveles productivos y garantizar lo pactado con la industria nacional.
La empresa pecuaria genética Camilo Cienfuegos es una de esas entidades que, gracias al emprendimiento de sus directivos y la voluntad de sus trabajadores, desarrolla importantes proyectos que ayudan al devenir de la misma.
En este caso, la actualidad reside en la recuperación y puesta en marcha de una fábrica de pienso criollo y comercial para la alimentación del ganado, que hasta la fecha se sustentaba en gran medida de pastos y forrajes.
LA FÁBRICA
Ubicada en el consejo popular de Baró, en el municipio de Consolación del Sur, la fábrica de pienso fue rescatada de un zoológico en la capital del país donde se encontraba en desuso. Tras meses de reparaciones, ensamblajes, innovaciones de los aniristas y pruebas de montaje, hoy ya muestra sus primeros resultados tras su puesta en marcha.
Para Jesús Manuel Pagarizabal Valdés, director general de la “Camilo Cienfuegos”, esta planta ha venido como anillo al dedo para garantizar el sustento animal de la zona.
“Ya concluimos la primera fase que consta de la inversión civil y la parte de industria. Recientemente comenzamos a producir sobre la base de la cascarilla, la cachaza y otros subproductos del arroz.
“Además, estamos contratando otras producciones endógenas que garanticen una mejor fuente de proteínas”, expresó el directivo.
También, gracias al programa de siembras de la propia entidad, se incorporan al pienso plantas proteicas como la caña y el King grass, cuya experiencia demuestra que es factible y altamente nutritivo.
Actualmente la producción de esta industria, la cual todavía no está a pleno funcionamiento ni completamiento de plantilla, se encuentra sobre las cuatro toneladas diarias en un turno de ocho horas de trabajo.
“Estamos en un proceso organizativo por decirlo de alguna manera. No obstante, cuando se completen todos los indicadores prevemos alcanzar las seis toneladas diarias. Por supuesto, somos ambiciosos y tenemos ideadas algunas mejoras a la propia planta que nos permitirían llegar a las 10 toneladas respectivamente”.
EL FUTURO
En próximos meses iniciará la segunda etapa planificada para esta planta, la que constará de una batería de silos para el secado y almacenamiento, un área destinada al pesaje para vehículos pesados a la entrada y salida de la unidad y un plato de secado externo de alrededor de una hectárea.
“Algo novedoso para nosotros es que también, a partir de experiencias en otras provincias, estamos previendo la instalación de una deshidratadora para reducir la humedad de las materias primas de cara al molinado, lo cual nos agilizaría considerablemente todo el proceso productivo”, añadió Pagarizabal.
En estos momentos, el ganado de la Empresa no cuenta con una protección ndustrial desde el punto de vista de alimentación, por lo que el pastoreo constante y la búsqueda de forrajes se hacían imperantes.
Con la actual inversión ya se empiezan a garantizar alrededor de dos kilogramos de alimento por animal de cara al cebadero.
“Trabajamos en dos líneas de pienso: uno comercial que es sobre la base del subproducto de trigo, soya, con carbonatos y fosfatos, cascarilla de arroz y otros elementos; mientras que en el caso del pienso criollo lo elaboramos con subproductos de arroz como la cascarilla, la cachaza, plantas proteicas y demás. Ambos de muy buena calidad y aceptación por el ganado”.
La puesta en marcha de esta planta de molinado de pienso animal es hoy una gran ventaja para la Empresa Pecuaria Genética del territorio. Gracias a análisis recientes, se demostró que pueden mantenerse los niveles productivos de alimento y por consiguiente masa animal, así como el aprovechamiento de todas las materias primas endógenas de la zona, lo que abarata el costo final en gran medida.