Para algunos, hablar de ambientalismo político o ecofeminismo es una distracción o pérdida de tiempo. Piensan que mejor será enfocarse en sobrevivir a la crisis financiera internacional post covid 19, el impacto del conflicto de Europa, las restricciones a causa del subdesarrollo y el bloqueo imperialista, los malabares para la gestión del pan de cada día.
Hay otros que perciben el tema distante, borroso, ajeno a nuestra realidad, como si bastara la buena voluntad del proyecto sociopolítico cubano para resolver asuntos relativos a las subjetividades y las disímiles formas en que los seres humanos nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza.
En este dilema surge la “Cátedra Honorífica Berta Cáceres: estudios de ambientalismo político”, creada por el departamento de Gestión Sociocultural, adscrito a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca. En su intención explícita, convoca a estudiantes y profesores a sensibilizarse con la justicia ambiental, actualizarse, intercambiar vivencias, emprender nuevos proyectos de investigación, reafirmarlos en su complejidad e interdisciplinaridad, reforzar- con resultados científicos- que no es solo información lo que necesitan los humanos para respetar el medio que les rodea, sino más espiritualidad para escuchar el grito de la Tierra adolorida y organizarnos, desde cada espacio, en función de mitigar todo el daño provocado por sentirnos superiores.
Abordar el tema ambiental desde los estandartes de la justicia, la equidad y la solidaridad le otorga su cualidad política. Esta perspectiva enjuicia la racionalidad donde unos sujetos ejercen dominio sobre otros: padres sobre hijos, maestros sobre alumnos, jefes sobre subordinados, hombres sobre mujeres, humanos sobre otros seres vivos. Del sistema capitalista aprendimos esta forma de pensar competitiva, que se disputa poderes y alienta modelos de consumo depredadores de la naturaleza, tras las aspiraciones vendidas desde los espejismos del desarrollo.
Ahora toca desaprender y la Cátedra lo sabe y lo proyecta en sus acciones. Para la Máster en Ciencias Saíra Montané Caballero, su coordinadora, la instancia surge de la articulación entre la Universidad con el Centro de Educación y Promoción para el Desarrollo Sostenible (Ceprodeso) y la red de educadores populares ambientales que dicha institución anima.
Sentidos comunes definen una membresía compartida, una poderosa fuerza colectiva para la formación ambiental, la gestión comunitaria y el acompañamiento a experiencias en Pinar del Río, adaptadas a nuestra realidad e inspiradas en las largas tradiciones de luchas ambientales y anticapitalistas de organizaciones y movimientos populares, sobre todo en América Latina.
Ante la pregunta por qué Berta Cáceres, la profesora Montané Caballero responde con determinación: “Fue una líder de la cultura lenca, feminista y activista del medio ambiente, que destacó por su lucha contra la privatización de los ríos y los proyectos de presas hidroeléctricas. Fue asesinada en 2016 (con 43 años), a manos de aquellos contra los que luchaba. Su obra tiene mucho que enseñar a nuestros estudiantes, en términos de comparación con otros países de la región o de contextualización de buenas prácticas foráneas a nuestra realidad”.
Dos años de pandemia no impidieron abonar iniciativas e ideas por plataformas virtuales, hasta que, en este marzo, mes del nacimiento y muerte de la ambientalista hondureña, se retoma la lucha en los predios de la Universidad, con una jornada que incluyó paneles, presentación de libros y exposición del proyecto infantil Crearte.
De ecología y ambientalismo políticos y ecofeminismo conversaron estudiantes y profesores con educadores populares de Ceprodeso, Centro Martin Luther King Jr. y Grupo América Latina, Filosofía Social y Axiología (Galfisa). La importancia de los temas en la actualidad, frente al desafío de la soberanía alimentaria y la sostenibilidad en el horizonte del socialismo cubano, hacen del ambiental un asunto de prioridad en las agendas y de la participación un medio para construir el proyecto que soñamos como nación.
Para Juan Francisco Santos Estévez, coordinador de Ceprodeso, hacer frente al deterioro ambiental de Pinar del Río conlleva a subvertir las maneras en que los humanos comprendemos y tratamos a la naturaleza. Como ejemplos refiere: “El río que dio nombre a la provincia (Guamá) ya no existe y a su alrededor no hay pinares, sino eucaliptos y otras plantas invasoras. En la actualidad, más de 24 ríos no desembocan en el mar por el mal uso de las cuencas hidrográficas, lo que trae como consecuencia la salinización de las aguas subterráneas que amenaza la disponibilidad de ese bien común en algunas zonas de la provincia”.
Con el ánimo de acelerar los procesos educativos, hace alusión a recursos que todavía existen en el territorio: “Algunos llaman a Pinar del Río continente en miniatura por su biodiversidad, por el extraordinario endemismo en su flora y fauna, la presencia de más del 20 por ciento de su superficie cubierta de bosques, con algunos autóctonos, lo cual tenemos el deber de respetar y proteger”.
Visto así, no es asunto de legislaciones o políticas públicas, sino de imaginarios- individuales y colectivos- que hilvanen una nueva comprensión del mundo, el país, el territorio, la comunidad, la casa. Un nuevo saber que comprometa concepciones y espiritualidades diversas y organice la participación popular en torno a la solución de problemas comunes.
La Cátedra Berta Cáceres se suma a otras experiencias, de América Latina, Cuba y Pinar del Río, para educar la conciencia y sensibilidad ambiental con innovación y pensamiento crítico. Como meta está poner la ciencia en función de la equidad y armonía entre los humanos y con la naturaleza, única salida a los problemas del mundo, desde las guerras y las epidemias, hasta la angustia o la infelicidad.