Entre el banco de despalillo de Natacha Ojeda Sosa y Carlos Javier Guerra Díaz hay una distancia aproximada de dos metros, para ellos laborar en un mismo sitio es solo otra de las cosas que comparten, pues están casados y son padres de dos niños de siete y cuatro años.
Ambos son neófitos en el oficio, ella con siete meses de experiencia y él con cuatro. Llegaron hasta este empleo luego de perder sus puestos anteriores, los dos coinciden en asegurar que quieren permanecer donde están y que disfrutan lo que hacen.
Este joven matrimonio forma parte de los miles de cubanos que ante el impacto de la COVID-19 en la economía y la Tarea Ordenamiento dieron nuevos cauces a sus vidas.
NATACHA
Es una mujer menuda, pero sus manos se mueven con destreza y cierto ritmo que tal vez le recuerda su paso por la Escuela Vocacional de Arte (EVA) como estudiante de Música.
Tiene 27 años, laboraba en una pizzería no estatal, pero al llegar la COVID-19 y cesar las actividades docentes no tenía quien cuidara del mayor de sus hijos, eso y la reducción de prestación de servicios la llevaron hasta el hogar, pero quien necesita busca, y no se quedó de brazos cruzados.
Recuerda que estuvo en varios lugares antes de ir hasta el despalillo VD-11 Niñita Valdés, perteneciente a la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco (ABT) de Pinar del Río.
Confiesa que nunca había tocado una hoja de tabaco y que al principio se sentía muy insegura, agradece a la supervisora por la ayuda que le ofrece, y tras siete meses de trabajo espera poder jubilarse en ese puesto.
Le gusta lo que hace, económicamente le beneficia, su salario le permite cubrir las demandas cotidianas del hogar y la familia. Asegura estar más tranquila que en la pizzería, sin la presión de las ventas y los clientes.
El cuidado de los niños está a cargo de una bisabuela por la línea paterna, lo que habla también del rol a desempeñar por las familias, para que todos los que puedan aporten al desarrollo del país.
Cuando supo que había plazas vacantes se lo dijo a su esposo y este optó por una de ellas.
Pese al poco tiempo que lleva vinculada al sector se reconoce a sí misma como tabaquera. Dice que es una actividad con la que resulta muy fácil encariñarse, que está más tiempo allí que en su propia casa y se siente a gusto.
CARLOS JAVIER
Con menos experiencia ya puede presumir de “ser más largo” que su esposa, ese es el término que utilizan en el argot tabacalero para reconocer a quienes superan en destreza y eficiencia a los colegas.
A su juicio, quizás le resultó más fácil el manejo de la hoja porque estaba familiarizado con el cultivo, pues proviene de familias campesinas de los municipios de San Luis y San Juan y Martínez, añade con orgullo: “Las tierras del mejor tabaco del mundo”.
No había trabajado en la preindustria, pero todo el proceso previo sí le es conocido. Tras el reordenamiento de la plantilla en su antiguo centro laboral, quedó disponible y a finales de enero comenzó en el despalillo.
Asegura sentirse muy a gusto, que es un colectivo maravilloso donde lo han ayudado mucho en el aprendizaje del oficio, ratifica las palabras de su esposa al negar la existencia de algún prejuicio por la afianzada tradición femenina en la realización de esa tarea.
Ya se siente tabaquero y según sus palabras espera quedarse allí mientras pueda, porque es un trabajo bonito, que ayuda a la economía del país y le permite aportar su granito de arena.
DOS ENTRE MUCHOS
Natacha y Carlos Javier son dos entre otros muchos que llegaron al sector tabacalero urgidos por la necesidad de empleo y que se enamoraron de esa labor, es frecuente encontrar a personas para quienes el romance dura décadas.
Quizás ese sea otro de los misterios asociados a la aromática hoja, porque no en balde tantos dan fe de la pasión que despierta, pese a que exige esfuerzo físico, consagración, conocimiento…
En Pinar del Río es también fuente de orgullo, por ser esta reconocida como la tierra del mejor tabaco del mundo.
A los hombres y mujeres que desde la ciencia, el surco o la preindustria lo hacen posible, felicidades en el Día del Trabajador Tabacalero, que se celebra cada 29 de mayo en conmemoración al natalicio de Lázaro Peña.