Llega el 14 de febrero, y se me antoja pensar sobre ¿Qué es el amor?… Esta puede parecer una pregunta simple, pero suele resultar compleja.
Algunos suelen responder a quemarropa con palabras escuetas: es respeto, lealtad, sinceridad…entrega… también sufrimiento con placer, entre otros sentimientos.
Otros, en cambio (entre ellos yo) creen que el amor es mucho más porque es el sentimiento que logra cambiar totalmente la vida de una persona en apenas unos segundos, teniendo en cuenta que una historia de amor comienza cuando dos almas que ni soñaban conocerse, terminan encontrándose en el momento indicado.
También se puede definir que el amor tiene nombres, que su paradoja es ser uno mismo, sin dejar de ser dos; que los locos aman con más cordura; que a su contacto, todos nos volvemos poetas; que el primer beso no se da con la boca, sino con los ojos…de ahí que su mirada sea el mejor lenguaje, más allá de las palabras.
La medida del amor es amar sin medida; para enamorarse no hace falta buscar a la persona perfecta, solo basta hacer perfecto cada momento. Tampoco tiene forma, ni color, ni se estudia; va más allá de los límites y los libros que intentan explicar su sentido.
Un sentido que desde hace algún tiempo traspasa las distancias impuestas que nos separó las manos, nos prohibió los besos y nos impuso pantallas y teléfonos como única vía de contacto para reinventar lo afectivo de formas tan diversas como las mismas formas del amor.
Amar así no siempre es fácil, reprimir las ganas de besar y abrazar a quienes queremos, puede ser vivido como una tortura, como el peor castigo, por eso la ausencia de expresión física del amor, nos hace más ingeniosos, nos ayuda a comprender mejor lo que sentimos, sin interferencias, sin distracciones.
Besos sonoros, abrazos digitales y sonrisas definidas a través de las pantallas serán los protagonistas en este 14 de febrero para sentir, en tiempo real, a aquella persona a la que amamos y con la que soñamos un reencuentro para materializar las promesas inconclusas.
Cada sentimiento amplificado por la zozobra del aislamiento. Y es que el amor ha tenido que adaptarse a esta nueva etapa, mucho menos física, pero sí mucho más emocional y profunda.
De ahí que encontrar su máxima expresión depende solo de nosotros: puede estar en la esperanza del día a día, en el sol que sentimos sobre nuestra piel, en el suave viento que roza nuestra cara. Quizás también en el alegre canto de los pájaros que nos avisa del cambio de estación, en la cobija del silencio casi mágico que invade nuestras ciudades, y, sobre todo, en las palabras dichas desde el alma.
Es algo más que un corazón dibujado en un papel atravesado por una flecha…es cura, poder y magia.
Así que no tratemos de encontrar un significado exacto porque no lo tiene. Solo busquemos el velo que lo envuelve: amemos y dejémonos amar porque lo que ofrezcas al universo, encontrará su camino a ti, y eso, así de simple… es el amor.