Hay personas que nunca han pensado en tener una mascota en casa. A otras les resulta casi imposible, aunque quisieran; mucho más en estos tiempos de crisis económica cuando se pone “jíbara” la comida en el plato familiar y escasean los medicamentos.
Sin embargo, hay quienes sin importar los obstáculos deciden dedicarse de lleno a querer a los animales, a cuidarlos y defenderlos con uñas y dientes.
Si a usted le resulta difícil llevar una mascota a la casa, imagine entonces tener a 14 perros y cinco gatos bajo su responsabilidad, conviviendo bajo el mismo techo.
¿UNA LOCURA?
Para Aymara Ceballos García el sacrificio de acoger a esa cantidad de animales no es tal, pues asegura que desde que tiene uso de razón se considera animalista, a pesar de las batallas que tuvo que librar en el seno familiar cada vez que se aparecía con un cachorro.
En el reparto Hermanos Cruz de la capital pinareña, la casa de esta mujer de fuerte temperamento, pero alma suave, se ha convertido en el hogar de muchos callejeros, de cachorros abandonados, de víctimas de abuso y violencia sin límites.
La filial pinareña de la Asociación Nacional para la Protección de Animales y Plantas (Aniplant) ha encontrado allí lo que funciona como una especie de amparo temporal para atender a los animales que necesitan tratamiento médico y para aquellos que pueden aspirar a ser adoptados.
Es un paliativo, al decir de los coordinadores, ante la batalla por el tan ansiado refugio en el que se pueda brindar la atención y el cuidado apropiado que requieren los animales.
“Para mí no es inconveniente alguno brindar mi casa. Aquí ellos son la prioridad, pero lo más difícil es la comida. Y no es que necesiten algo especial, sino que ya son muchos y realmente a veces no hay de donde sacar. En Aniplant somos bastantes miembros, y solo algunos ayudan con ese tema”, cuenta Aymara.
Agradece el apoyo de Durkyen Licort y Ridelbys Pacheco, dos de los coordinadores de la Asociación, que junto a la doctora Yanet Peláez, vecina y amante de los animales, han formado un tremendo equipo en favor de la protección de los que actualmente viven en su casa.
El apartamento de Aymara es amplio, como está ubicado en la primera planta del edificio cuenta con un patio donde ya parió una gata, se recupera la perrita Sombra de un agresivo maltrato y encontramos a Wilson, un gatico que rescataron casi muerto con las patas momificadas y el rostro desfigurado.
“Nunca dejo de luchar por ellos, aunque los vea moribundos. Nadie pensó que Wilson se salvaría y ya hoy hasta camina apoyado en sus muñones. No he estudiado Veterinaria ni Medicina, pero son muchos años aprendiendo de ellos, así que yo misma los curo, y Yanet me ayuda mucho”, advierte.
Entrar a casa de Aymara sorprende. Pudiera parecer un hotel para mascotas, ya que cada uno tiene su espacio en las diferentes habitaciones, y el único olor que se siente es el de la comida que para ellos cocina.
“Tienen su horario para comer, dos veces al día, eso es inviolable. Y nada de desorden ni indisciplina. Cada cual respeta el plato del otro, porque así los he enseñado. Son como niños pequeños y hay que educarlos. Algunos tienen problemas de carácter, pero es normal porque son animales que sufrieron toda la vida y ahora están en un lugar donde reciben cariño, se ponen malcriados”, comenta.
La mayoría de los perros son adultos, pero aun así se han acostumbrado a vivir juntos y a reciprocar el amor que les brinda su protectora. “En la noche todos duermen alrededor de mi cama, incluso son recelosos si entra alguien a la casa a esas horas”.
Para Aymara lo más difícil es la separación, ya sea porque alguno fallece o porque se da en adopción. “Me pongo muy mal. Yo conozco el carácter de cada cual, he transitado con ellos desde los momentos más difíciles hasta que los ves así, saludables, gorditos, felices”.
Hace 10 años que esta mujer se dedica al canto y ya alcanzó categoría nacional. Aunque espera por la profesionalización y por más oportunidades de trabajo piensa seriamente en hacer las peñas en su casa.
Mientras, comparte su hogar con Wendy, El Chapo, Linda, La China, Vivi, Sombra, Brillantina…así hasta llegar a una veintena de animales que han encontrado más que un refugio para salvar sus vidas, sino que reciben el amor que nunca antes les dieron.