“Te presento a Emilia, es un amorcito. Me gustan mucho los animales. Un día ella se escapó de su casa y llegó a la escuela. Yo estaba sentada, fue para allí y me extendió sus brazos. Estaba asustada. La acaricié, y desde entonces me visita o yo voy a buscarla a su hogar, y la llevo conmigo por un rato”.
Así nos contó por Whatsapp la educadora pinareña Anabel Socarrás Hernández, quien desde agosto de 2022 colabora en Guinea Ecuatorial, y nos envió una foto abrazada con una mona, una de sus dos mascotas en ese país. Ella y Emilia conservan esa relación especial, basada en el cariño.
En las imágenes que envió con Emilia y en otras con sus alumnos, hay alegría en el rostro de esta cubana, que nació en Playa de Baracoa, Bauta, donde pasó sus primeros años de la niñez, hasta que se mudaron para Pinar del Río, lugar oriundo de la familia materna.
Hoy la vida la puso en un sitio diferente, con una cultura completamente distinta, pero eso no impide que recuerde su infancia como una etapa linda.
“Mi familia es de esas en que la mayoría son militares, y yo quería ser al principio criminalista y después enfermera militar como mi mamá. Nunca pensé en ser maestra. Eso fue hasta que estudiando en la Espa Ormani Arenado tuve una profesora de Inglés que se llamaba Isabel Cristina. Era tan buena e impartía unas clases tan divertidas, que quise ser como ella. Gracias a su ejemplo enrumbé mis deseos. Ella no lo sabe, nunca se lo dije”.
Muchas facetas desarrolló en su educación Anabel. Contó que estudió piano en la Escuela de Artes de Pinar del Río, pero después practicó deportes y estuvo en diferentes instituciones de este tipo en la provincia.
“En el preuniversitario mi mamá fue para Angola a cumplir una misión internacionalista, allí estuvo cinco años aproximadamente, en el Sur. Regresó con la victoria. Ella participó en varias acciones combativas, incluyendo Cuito Cuanavale, le digo esto porque es lo que más me enorgullece, y a ella le debo y le agradezco todo”.
La madre le suplicó que no fuera maestra, pero en esta petición, Anabel no pudo complacerla.
“Cuando terminó su misión, ya estaba en cuarto año de mi carrera. Me gradué en 1991 y comencé a trabajar en el IPE Rigoberto Fuentes, donde fui jefa de cátedra y de departamento, además de secretaria del buró sindical y miembro del comité municipal del Sntecd”.
Por supuesto, su experiencia y desempeño la llevaron en el año 2000 a ser subdirectora y después directora del preuniversitario Rafael Ferro, cargo que desempeñó, además, en otros centros escolares.
“Representé a Cuba en un evento organizado por el Ministerio de Comercio Exterior de la República Popular China en 2019, y allí fui seleccionada como contacto representante de la Universidad de Shandong en Cuba”. Recordó la entrevistada como un acontecimiento que tuvo significación en su vida laboral.
UNA MAESTRA QUE RECIBE LECCIONES
Anabel refirió que como maestra ha recibido muchas lecciones y ha aprendido a respetar individualidades, a no juzgar, a creer en las personas; su mayor satisfacción es cuando alguno de los que han sido sus alumnos la saludan con alegría en la calle y le cuenta sus logros.
“Me pasó algo muy triste con una estudiante. No hice bien mi trabajo. Ella estaba distraída y faltaba mucho a mis clases. Cuando llegó examen, lo entregó en blanco, y sin piedad, casi con satisfacción, le dije que estaba suspensa, no he olvidado su mirada.
“Después supe que su mamá estaba luchando contra el cáncer y murió uno o dos días antes del examen. Le pedí perdón muchas veces, casi de rodillas. Lloré mucho, a la vez que recibí con eso una de las más grandes lecciones”.
En estos momentos, Anabel está al frente de la brigada educativa en Añisok, un pueblo de la provincia Wele Nzas, y nos comentó que en este lugar los habitantes aprecian y respetan mucho a los cubanos.
“Los grupos de estudiantes son muy diferentes a los nuestros. Puedes encontrar un alumno de 13 años y uno de 21 en una misma aula de secundaria básica. Son nobles, aunque con muy pocas metas, y eso es triste.
“Aquí he tenido experiencias hermosas. He conocido parte de un continente que no me imaginaba, la cultura, la manera en que cuidan sus tradiciones es espectacular. Aquí he visto las más hermosas puestas de sol”.
La distancia de los seres queridos resulta lo más difícil para Anabel, por eso a veces no puede evitar la tristeza y siente la necesidad del abrazo de los suyos.
“Extraño mucho a mi hija, a mi mamá y a mi padre, aunque me escriben todos los días, pero a pesar de eso, me siento feliz, hago lo que me gusta, porque créame cuando te digo que no me imagino siendo otra cosa que maestra”.
Mucho amor por su familia lleva esta maestra dentro de sí, tanto, que a casi a 10 000 kilómetros de distancia de su Cuba, nos confesó que la manera en que su padre se enorgullece de ella es el estímulo que la levanta todos los días.
Es necesario una corrección, en el año 2000 dónde fue subdirectora y posteriormente directora fue en el Instituto Politécnico de Economía (IPE) Rafael Ferro Macías la que se conocía como la escuela de economía nueva, ahí fue mi subdirectora, directora y posteriormente compañera de claustro. Muchas gracias por el reconocimiento a esa excelente profesora
Fue alumna mia en su formación como estudiante de Inglés del extinto Instituto Superior Pedagógico Rafael María de Mendive de Pinar del Río, fue una excelente estudiante en todos los sentidos y ya con 19 años despuntaba como con mucha vocación magisterial. Me llena de orgullo saber que hoy representa a Pinar del Rio y Cuba en una misión internacionalista. Felicidades en esta «Jornada del Educador».