Anisleidy Galindo es una guerrera del baloncesto femenino. Galindo no sabe de estarse quieta. Adora el dribling del balón en el tabloncillo. Es un tren que empuja de su equipo, una líder absoluta que ni la maternidad pudo quitarle la forma y las mañas de las campeonas.
Hace poco menos de seis meses dio a luz a una bella niña. Ese estimulo extra la hizo regresar con mayores motivaciones. Está muchacha, de carácter dulce y andar apresurado, como aquella que no le alcanza el tiempo para preparar el biberón, sabe que Cuba fue ella en estos juegos Panamericanos de Santiago de Chile. La capitana, una vez más, empujó a su equipo a la discusión de las medallas. Un conjunto que llegó con aspiraciones, pero la propia competencia absorbió de un bocado.
En ese resultado estuvo la mano de la zurda pinareña, la hija ilustre de Consolación del Sur. La «Javá», como la conocen muchos en el basketball, sabe que no hay mañana para alcanzar los sueños, se cumplen a golpe de sangre, sudor y sacrificio. Un total de 27 puntos marcó en el partido por la discusión de la medalla de bronce. Cierto es que fueron insuficientes, pero ella dio la cara por los suyos, como tienen que hacer lo líderes cuando la situación se torna complicada.
Galindo lleva la estirpe de Mariana, una sonrisa en el rostro y ese carácter de ir por el éxito, aún en medio de los imposibles. Nada le ha desfigurado su fortaleza, ni las lesiones, los golpes, el forcejeo, nada.
En la línea de los suspiros toma el balón, driblea, levanta la vista y sabe que le quedan pocos minutos en la cancha. Su preparación física no ha sido, para nada, la misma de esas jovencitas a las cuales ayuda en el equipo nacional. Tiene la pelota, visualiza el aro, suelta una bocanada de aire, y allá, con parábola alta, canasta adentro. Esa es su filosofía, encestar siempre hasta el cansancio.
La vueltabajera camina lenta por la duela en Santiago, grita, mientras desde un lateral, distribuye balones, y sin mirar, sale a correr rumbo a la defensa. Desde casa, la familia la apoya y ella siente que ha valido la pena.
Ana Lía tiene poco más de cinco meses de nacida. Falta tiempo para que logre dar sus primeros pasos o expresar alguna que otra palabra. Quizás, dentro de algunos años, una pelota de baloncesto sea el mejor regalo de cumpleaños que su madre le haga.
También falta tiempo para que comience a cavilar y a entender el sacrificio de los deportistas, la entrega por la camiseta y el valor de una guerrera como su mamá. Tal vez, hasta ese tiempo, no alcancé a entender que su mami es una guerrera en el tabloncillo, una muchacha de sonrisa amplia que no cree en los imposibles. La zurda prodigiosa requería de sus mejores canastas y el liderazgo único que le imprime al juego.
Setenta y cuatro puntos registró Galindo en Santiago 2023, la única que alcanzó estos números por Cuba.
Con lesiones y dolor, todo incluido, como los combos comunes por estos días, así salió del último partido por el bronce ante Argentina, auxiliada por dos compañeras e hincada en la vergüenza deportiva; esa que no le hizo temblar al decir: «Estuvimos cerca, pero no se pudo, esperen sorpresas, las guerreras van a la batalla, jamás se rinden».
Esa es Galindo, la madre de Ana Lía, la zurda de Pinar del Río, la capitana del baloncesto femenino cubano.