Fue un domingo seis de julio de 1969 cuando las páginas de este periódico asomaron por primera vez. Desde aquella inmensa rotativa surgía una nueva etapa en la prensa escrita pinareña. Letra por letra, el plomo de los linotipos se convertía en papel, en noticia, en identidad, en un nombre que, en 55 años, no ha dejado nunca de salir a la luz. Contar todo ese andar necesitaría más que este reportaje, pues muchos han sido sus protagonistas en más de medio siglo. El camino transitado ha sido intenso, pedregoso; cargado de avatares y obstáculos, pero también de alegrías, crecimiento, aprendizaje. Sirvan, entonces, las siguientes líneas, en la voz y la memoria de algunos de esos protagonistas, para tejer el hilo de nuestra pequeña historia.
EL DESAFÍO DE ESTAR AL MANDO
Conducir un medio de prensa es, quizás, de los mayores retos que tenga un profesional de la prensa, no solo por las decisiones de publicación y la construcción de una agenda, sino por la diversidad de pensamiento y criterios que en torno al periodismo coexisten en una redacción.
Bien lo saben Ronal Suárez, Olga Crespo y Ernesto Osorio, los últimos tres directores que ha tenido Guerrillero. Ronal, de los primeros; Olga, la mujer que condujo el periódico los días difíciles del periodo especial; y Ernesto, quien, desde hace 25 años, lleva las riendas de este viaje escrito de la realidad vueltabajera.
Sobre la complejidad de la realización en los primeros días del diario, en su libro Historias en Blanco y Negro, el periodista Ronal Suárez describe con mucho acierto la labor tan sacrificada de los tipógrafos:
“Para realizar su trabajo contaban con un mueble conocido por ‘archivalete’, con gavetas suficientes para completar el alfabeto. Las mismas contenían letras de diversos tipos y tamaños, minúsculas y mayúsculas, y todos los signos de puntuación, en cantidades que garantizaran confeccionar todos los titulares y bajantes de una edición”.
De aquellos primeros años comenta Ronal: “El primer desafío fue sobreponerse y borrar la imagen que había de El Socialista, un periódico con muchísimos problemas que no satisfizo las necesidades informativas de la población pinareña. En ello trabajamos bastante durante los inicios, y vimos coronada esa ansiedad de que el naciente medio de prensa se respetara. Personalmente, sentía gran satisfacción cuando, al pasar el tiempo, veía en los estanquillos que se compraba más Guerrillero que Granma”.
A Olga Crespo Porbén, Olguita para todos, le tocó liderar, quizás, en la etapa más compleja. Corrían los años ‘90, el periódico comenzó a circular solo cada 15 días y, entre otras cosas, tuvo que prescindir de las informaciones internacionales y dedicar más páginas al acontecer del terruño.
“Terminábamos a las tres o cuatro de la mañana. A veces llegaba a la casa cuando las personas salían para el trabajo. Todo se hacía manual en los linotipos. Recuerdo que en ocasiones estaba durmiendo y me despertaba con la preocupación de si se había arreglado tal o más cual título, entonces regresaba.
“Pero a pesar de los tiempos complejos tenía muy buenos periodistas y éramos un colectivo unido, dispuesto a asumir cualquier tarea, lo mismo un mes para el tomate, que para el tabaco o la caña.
“Pienso también que el trabajo en las redacciones aportaba mucho. El teletrabajo nos ha quitado crear en equipo, la posibilidad de consultar dudas con un colega, de construir un material en conjunto o, simplemente, pedirle a un compañero que te sugiriera un título”.
Hurgando en su memoria, Olguita, que tras haber trabajado en Tele Pinar y en la Agencia Cubana de Noticias, volvió como correctora a Guerrillero, ya jubilada, recuerda con risas: “Tenía que botar a la gente de las oficinas, porque terminaban con su trabajo y seguían allí. No dejaba que vieran la novela Aguas Mansas por las tardes, -dice entre carcajadas-, porque ahí sí que no atendían el teléfono ni al que llegaba, tuve que prohibir el televisor a esa hora”.
Durante el mandato de Ronal, Ernesto llegó de la Universidad de Oriente. Había nacido en Orozco y venía a ponerle fuerza joven al rotativo. De eso han pasado ya más de tres décadas; peinaba su abundante cabello en ese entonces y le gustaba el deporte en demasía, una preferencia que mantiene hasta hoy. De la otra cualidad, solo resta el recuerdo.
“Lo más difícil, creo, fue el cambio de la tecnología. Conmigo aquí llegó la primera computadora y muchos le cogimos miedo, yo también. Y ha sido difícil enfrentar internet, las redes sociales, una política informativa que no todos comprenden, porque muchas veces no se tiene claridad en cómo se define.
“Aunque para algunos no seamos fieles exponentes de la verdad, durante todo este tiempo hemos luchado para que Guerrillero mantenga su credibilidad. Nunca hemos permitido que en nuestras páginas se diga una mentira consciente de ello”, apunta quien es actualmente el director con más años en el cargo en un periódico en el país.
DESDE LA REDACCIÓN
“Tú escribe que nosotros ponemos las tijeras”, le pedimos, en broma, a Edmundo Alemany que nos contara sobre su paso al frente del departamento de Redacción de Guerrillero:
“La frase me hizo recordar que una sola vez en mis casi 30 años con las “tijeras” en las manos, le dije muy en serio algo parecido a una colega, porque me sacó de mis casillas, ya que me incriminaba cuando fue necesario cortarle algunos párrafos a su extenso texto. Y es que nada tiene de fácil la responsabilidad de revisar un trabajo periodístico, acortarlo si es necesario o devolverlo cuando no cumple la expectativa que se tiene con él.
“¿Cómo conseguir no cambiar el estilo de cada periodista y hacer las correcciones correspondientes a los trabajos que lo requerían? Difícil la respuesta, lo sintetizaré con una frase: respetando siempre el trabajo de cada uno de mis compañeros.
“A lo largo de los años aprendí a trabajar en equipo, o sea, a apoyarme, sobre todo, en los correctores, esos anónimos del periodismo, a quienes tanto tenemos que agradecerle los que desempeñamos esta profesión: más de una vez me alertaron sobre un error o una errata que la premura del cierre me había llevado a no detectar.
“Comencé a laborar en 1977 cuando Guerrillero era diario y se imprimía en Pinar del Río y el taller formaba parte de nuestro colectivo. Cuando en 1999 me fui a la calle como reportero llevaba la experiencia de conocer de todo un poco de cada sector, algo que me proporcionó dirigir tanto tiempo la redacción, porque para poder revisar con profundidad lo que otros escriben hay que estudiar a diario, buscar mucho para intentar conocer de todo y de todos.
“Hasta mi jubilación creo haber contribuido a que este semanario, que cumple 55 julios, llegara a sus lectores con más calidad. Fueron arduas jornadas que valieron la pena vivir, porque las disfruté. Para mí el periodismo es eso, un disfrute que me acompañará siempre”.
Idalma Menéndez es uno de esos nombres que solo descubres si lees los créditos de la última página. Sin embargo, cada línea plasmada por el periodista lleva implícita la huella indispensable del corrector.
“En la redacción armamos el muñeco, como quien dice, y le damos los toques finales al producto que ve el lector. El corrector es quien revisa, pule el trabajo del periodista, y aunque nunca queda uno satisfecho, porque siempre se escapa algún detalle o error, el equipo de correctores ha trabajado, desde su fundación, con mucha seriedad y responsabilidad.
“La prensa escrita tiene determinadas características a la hora de redactar, a diferencia de los demás medios, porque requiere, en cuanto a normas de redacción, un acabado distinto. Es un trabajo muy lindo, que a mí me gusta muchísimo, pero es extenuante, siempre que se haga con el rigor que requiere.
“Hay que estar en constante superación con el idioma, sobre todo en la actualidad que aparecen tantos términos nuevos. Hay que lograr uniformidad, y ser muy cuidadoso, porque a la hora de hacer un cambio se debe respetar al autor, para no tergiversar la esencia de lo que dice”.
Pero la Redacción no es solo revisar trabajos periodísticos o editar. Es allí donde se diseña y se realizan las ocho páginas que cada viernes visitan los hogares pinareños. Y esas páginas llevan la huella de personas muy valiosas como Tania Pérez, la realizadora que cada jueves espera hasta la última llamada que confirma que todo está listo para imprimir; Fernando Quiñones, quien no solo fue fundador de aquella etapa del plomo y los linotipos, sino que siguió al ritmo de las transformaciones y supo apoderarse de las nuevas tecnologías con la superación y el esfuerzo de cada día.
“Le decía el hombre orquesta, porque era capaz de hacer de todo. Era un trabajador incansable y un excelente ser humano”, acota Idalma.
UN SALTO A LA MODERNIDAD
“Para los periodistas cubanos, el paso de la máquina de escribir a la computadora fue algo así como el salto de la caverna a la vivienda inteligente”.
Así resume Ramón Brizuela Roque la llegada de las nuevas tecnologías al gremio periodístico. “En el caso nuestro, podemos asegurar que el salto fue vertiginoso, porque de lo más antiguo pasamos a las modernas tecnologías, que no era solo la sustitución de un instrumento para escribir, sino una nueva modalidad de pensar y un herramental totalmente electrónico y digital.
“Para la gente vieja, a algunos, les resultaba más difícil, estaban más alejados que los jóvenes de los primeros pasos de la computación. Pero ese hándicap se allanaba con la experiencia. Sí, porque hay que estar muy claro de que un periodista, bueno o malo, no depende de la pluma, máquina de escribir o computadora, esas son herramientas circunstanciales, sino que depende del conocimiento, la forma de pensar y su manera de plasmar en el papel.
“De nada valen las tecnologías si el periodista no tiene una misión clara, su ideología y formación, y estos son elementos sustantivos que Guerrillero poseía en su arsenal. Es difícil explicar a las personas que un periódico se hacía en plomo para luego llevarlo al papel cada 24 horas, y hoy, con las nuevas tecnologías, se llevan de un monitor similar al del televisor hasta una sala donde se hacen las páginas, y de ahí a la máquina impresora en solo unas horas.
“Algunos pensarán que esa producción es ajena al periodista, pero no, porque la labor comienza precisamente en la habilidad y el conocimiento del reportero, que es quien busca la información, la elabora y la pone en la redacción, para que vaya de inmediato a la página web y las conozcan los lectores en una hora (o minutos) y continúe para el proceso diario o semanal de impresión en papel.
“Esta simplificación ha hecho creer en la población que todos son “periodistas”, porque esas técnicas materiales avanzadas se pusieron al alcance de la población y dieron vida a las redes sociales, al periodismo ciudadano y otros medios que, si bien mejoraron la información pública, también han creado dificultades, pues pueden aparecer verdaderas joyas de periodismo o el monstruo de Frankenstein en manos irresponsables”, finaliza.
Y si de tecnología se trata, no podría contarse la historia de Guerrillero sin su página web. Un sitio que empezó a gatear en los inicios del siglo y que hoy lleva el acontecer pinareño al mundo entero.
“El advenimiento de las nuevas plataformas digitales planteó un reto significativo, tanto para mí como para el equipo web. Liderar ese departamento trae consigo un proceso continuo de estudio y adaptación, en el que agradezco mucho los años de labor con personas geniales como Rolando Hernández, Osmay Pérez y Dayi Machín, quienes no medían horarios para las coberturas, y todo lo que fuera necesario hacer”, refiere María Isabel Perdigón, quien llegó como reportera y lleva más de 20 años al frente del sitio.
“Uno de los mayores desafíos ha sido mantener la esencia y la calidad del contenido periodístico, mientras nos ajustamos a los formatos y ritmos de las plataformas, en las que constantemente aparecen nuevas herramientas digitales, formas de optimizar el contenido para SEO, y entender las dinámicas de las redes sociales para maximizar el alcance.
“El proceso ha sido desafiante, pero nos ha permitido crecer profesionalmente y fortalecer nuestra misión de informar y conectar a la comunidad de Pinar del Río con el mundo”.
SI DE PERIODISMO SE TRATA
Guerrillero no es solo la palabra más o menos audaz de un periodista, la crítica certera, la entrevista justa, el habernos equivocado y rectificar; Guerrillero es, también, compromiso y lealtad a los principios éticos de la profesión.
Así asegura Yolanda Molina, una de nuestras más aguzadas plumas, referente de dedicación, seriedad y disciplina.
“El mayor reto del periodismo cubano es parecernos a la sociedad en que vivimos, reflejar los problemas con que lidiamos cotidianamente, hacerlo con una mirada crítica y a la vez esperanzadora; contribuimos a visibilizar las prioridades y aquellos asuntos que requieran con urgencia de solución.
“Aunque como gremio somos con frecuencia enjuiciados, lo cierto es que desde nuestras páginas se abordan sistemáticamente los llamados temas ‘molestos’, no con una fría reproducción, sino con análisis y ejercicio de criterio. Hay que destacar que no estamos exentos de las dificultades que inciden sobre otros colectivos como insuficiente personal para realizar el trabajo y escasa disponibilidad de transporte.
“Somos servidores públicos, algo que no se puede perder de vista, y para cumplir a conciencia el cometido social, hemos de mejorar nuestro desempeño profesional, siempre con el propósito de ofrecer, de manera oportuna, la información, para que cuando pase el tiempo, y sean consultadas las ediciones que hoy publicamos, pueda reconstruirse fidedignamente esta época de la que dejamos testimonio”.
Y aunque las nuevas tecnologías han colocado en nuestras manos un teléfono celular que hace las veces de grabadora y cámara fotográfica, un periodista sabe que lo mejor es ir acompañado de un buen lente, de un fotógrafo que cuente tu historia con su foto, que la acompañe, que hable en imagen lo que, a veces, las palabras no logran contar.
Bien saben lo que era revelar fotos en el cuarto oscuro Santiago Calero y Daniel Mitjáns. Como los demás, pasaron a las nuevas tecnologías, y junto a Marcelino y Diego debieron aprender photoshop y las “cosquillas” de un lente digital.
Otros más jóvenes asumieron la encomienda después, en ese binomio que cuando funciona bien es suficiente mirarse a la cara para comprenderse. Un periodista entiende lo que quiere su fotógrafo y un buen fotógrafo estudia, pregunta, y sabe lo que necesita su periodista.
DETRÁS DEL TELÓN
Aquello de que sin el respaldo de la familia nada sería posible, se cumple también aquí. Y no nos referimos solo a ese hogar que nos respalda porque uno llega cansado a deshora a escribir, a pensar, a crear cuando los demás ya descansan. Sí, esa también merece aplausos.
Mas, está esa otra familia que dentro del periódico trabaja para que todo salga bien: Cary es, quizás, la recepcionista más atenta que puedes encontrar en todo Pinar del Río, incapaz de perder un recado, un mensaje, de esas que te cubre las espaldas y uno confía el paradero.
Rosi da vueltas por todos los departamentos; Juan Carlos Ojeda se encarga del aseguramiento: del combustible, del presupuesto, de la merienda (cuando hay y cuando no la hay), de la energía, de aprender y superarse, porque no se pasa de una plaza de mantenimiento a otra de chofer y luego a administrador de la noche a la mañana. Más de 20 años han sido necesarios para confiarle tales menesteres.
“He tenido que estudiar bastante. La superación constante para asumir las tareas económicas y financieras siempre han demandado horas frente a un papel y a una computadora, y con los años trato de seguir superándome, ya que desde la administración se garantiza también que Guerrillero salga todos los viernes a la calle. Y el periodista necesita un carro, internet, un pago de salario en tiempo, una taza de café si está en el cierre y escribe desde aquí y no en la casa. Se ha tratado de garantizar que, en medio de todo tipo de limitaciones de recursos y financieras que vive el sector, el aseguramiento a la labor de la prensa no falle”.
Tampoco sería posible el trabajo reporteril sin los choferes, esos que a veces deben hacer magia para que el carro llegue a su destino sin contratiempos. Esos que no solo están pendientes del volante o del estado del vehículo, sino que se convierten en los mejores aliados cuando hay que recorrer largas distancias.
Y entonces tenemos a Ledier, quien se desdobla tras el timón y se convierte en multioficio: reportero, fotógrafo, gestor de redes, pantrista, mécanico, amigo…
Se dice fácil, pero 55 años son un poco de tiempo; tiempo suficiente para echar la vida en un periódico, para hacerlo tu casa, tu hogar. Sería injusto e imposible mencionar en estas cuartillas a todas las personas que han puesto un granito en el semanario, pero siempre hay quien no puede faltar. Y en esa lista extraordinaria de amigos que están y que no están, y de otros que se han ido a probar suerte y talento a otras esferas o a otras latitudes permanece el nombre de Ileana Ramos Duarte, una mujer que dirigió el informativo por años y años y supo ser dura cuando debía, pero amiga siempre.
Guerrillero lleva la impronta de todos ellos, porque no ha pasado alguien por este medio, que mejor o peor, no lo haya intentado nunca, no haya dado lo mejor de sí mismo y, sobre todo, no haya sentido el periodismo en las venas, en palabras del Gabo, con esa “pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”.
GALERÍA DE IMÁGENES “GUERRILLEROS DEL TIEMPO”