La pérdida del olfato y el gusto se han convertido en síntomas recurrentes en pacientes aquejados de Covid-19. En realidad, son elementos importantes para realizar un diagnóstico oportuno, especialmente en la etapa temprana de la enfermedad.
Anosmia y disgeusia, son los nombres científicos para estas alteraciones del organismo, que aunque son reversibles, estudios han demostrado que pueden perdurar hasta cinco meses después del contagio.
Seguramente, alguna vez en nuestras vidas durante un episodio catarral hemos sufrido de la pérdida del gusto o el olfato, debido sobre todo a la inflamación de los senos nasales, los que vuelven a la normalidad en cuanto el organismo se libera del virus, pero, ¿qué es lo que provoca que sea común en la Covid-19?
Aunque aún la ciencia no se pone totalmente de acuerdo, sí existen consensos emergentes que manejan teorías similares. Según un artículo escrito por el doctor José Antonio López Escamez, otorrinolaringólogo de la Universidad de Granada, el Sars-coV-2 utiliza básicamente dos proteínas de la superficie de las células para entrar a ellas: ACE2 y TMPRSS2.
“El virus, por su parte, cuenta con una proteína clave en su superficie llamada S (spike) que funciona como una llave que puede unirse a la ACE2, actuando como cerradura. En ese momento entra en acción la TMPRSS2, que corta la proteína S en dos fragmentos, S1 y S2, lo que permite su incursión mediante un proceso conocido como endocitis.
“Una vez que el virus entra en las células forma una cubierta con la membrana celular como si fuese un escudo que lo sujeta, aferrándose a los receptores ACE2 y así tiene vía libre para invadirnos”.
A partir de esa explicación, el especialista refiere que el techo de las fosas nasales está tamizado de epitelio olfatorio, un tejido formado por tres tipos de células: basales, de soporte y neuronas sensitivas olfatorias. El sars-coV-2 tiene una especial facilidad para meterse en las entrañas de estas células. Según algunos estudios, el virus las infecta usando las proteínas ACE2 y TMPRSS2, como puerta de entrada, de esa forma produce un daño en las células de soporte que posteriormente afectaría las neuronas sensitivas olfatorias.
De acuerdo con Rachel Herz, neurocientífica y psicóloga de la universidad de Brown en Estados Unidos, esta unión a las células de la nariz hace que las neuronas sensoriales olfativas se apaguen.
En el caso del gusto, estudios recientes revelan que algunas personas también experimentan la pérdida de la quemestesis, que no es más que la sensibilidad de la piel y la mucosa, por ejemplo, en la lengua.
Refiere López Escamez, que en relación con el gusto, las papilas tienen unos receptores denominados yemas gustativas formadas por tres tipos de células: receptoras gustativas, de soporte y precursoras o basales. “Es posible que infecte las yemas gustativas de la misma manera que lo hace en la nariz”.
Aunque puedan parecer problemas menos graves, comparados con las secuelas que deja haber padecido la Covid-19, expertos afirman que pueden resultar traumáticos para muchas personas.
El sentido del olfato es catalogado como el motor impulsor de nuestro comportamiento social y su pérdida se ha relacionado con mayores tasas de depresión y ansiedad.
Una investigación publicada en julio de 2020 reveló que las personas que habían recuperado el olfato tras padecer la enfermedad, experimentaron una mejora en su bienestar mental y su nivel de interacción social.
La anosmia y la disgeusia son reversibles cuando se trata de Covid-19. Su impacto en el rápido diagnóstico de la enfermedad puede contribuir a evitar muertes y complicaciones, pero lo más importante es protegerse para luego no lamentar.
Curiosidad: La palabra anosmia proviene del griego y es un vocablo compuesto por “a”, que significa “sin” y “osmé” que se refiere a olor, olfato. En la novela de Marta Tafalla Nunca sabrás a qué huele Bagdad, la autora intenta reflejar, en una historia de ficción, cómo perciben el mundo las personas que han nacido sin sentido del olfato. Todo basado en sus experiencias propias, pues padece de anosmia congénita.
Por su parte, disgeusia, también con raíces griegas y que significa dificultad para percibir sabores, se atribuye generalmente a sensaciones desagradables y persistentes en la boca relacionadas sobre todo con cambios fisiológicos del organismo, ciertas enfermedades y tratamientos contra el cáncer.