A sus siete años, el mayor entretenimiento de Ana no es arropar a su oso de peluche, saltar la suiza, hacer bailar un aro en su cintura o pasear con sus padres sino jugar en su tableta.
No es una práctica nueva para ella, desde antes de que pudiera hablar ya sabía deslizar su dedo índice por la pantalla del móvil de su mamá, reproducir videos, ver fotos e interactuar con algunas aplicaciones.
Poco tardó en aprender a usar los datos móviles y descargar los juegos de su interés. Cada vez que decía estar aburrida, la dejaban interactuar con dispositivos electrónicos por un tiempo prolongado, lo que permitía a los adultos de la casa proseguir con sus habituales tareas sin interrupciones.
Su tableta la acompaña ahora mientras come, en la cama y en los viajes familiares que apenas disfruta porque no hay montañas, ni ríos ni diversiones que se asemejen a las que ella experimenta en ese mundo digital.
El investigador español Manuel Ruiz del Corral, autor del libro Ser Digital, hacia una relación consciente con la tecnología, refiere que las pantallas son neuro divertidas porque generan respuestas y sustancias excitantes y placenteras en el cerebro, entre ellas, la dopamina; pero insiste en que estar expuestos a estas sustancias continuadamente predispone a seguir repitiendo las conductas que las producen, por ello usar mucho el móvil o la computadora genera la necesidad de continuar usándolos.
El apego de Ana por su tableta se ha tornado excesivo y ello comenzó a preocupar a sus padres, quienes últimamente procuran controlar el tiempo que su hija dedica a los videojuegos; sin embargo, la niña se muestra irritable cada vez que le prohíben encender el dispositivo.
Si bien las nuevas tecnologías son una ventana para asomarse al mundo, una fuente de información de incuestionable valor y un medio ideal para el aprendizaje, su uso inadecuado y desmesurado, especialmente por parte de niños y jóvenes, puede traer aparejados serios problemas como trastornos del sueño, falta de atención y de apetito, disminución del rendimiento escolar y dificultades para relacionarse con otras personas.
Los padres deben ser ejemplo para los infantes. De nada vale que supervises y regules el tiempo que tu hijo dedica al celular, si en la mesa te la pasas revisando las redes sociales y posteando información sobre tu vida personal.
Los psicólogos desaconsejan la exposición a cualquier tipo de pantalla electrónica antes de dormir, ya que la luz y las ondas que emiten estos equipos interfieren con el descanso y la calidad del sueño.
Es esencial conversar con los niños, mostrarles confianza, dedicarles tiempo de calidad e introducirlos en la realización de otras actividades como el aprendizaje de un idioma, de un instrumento, la práctica de deportes, la lectura o el dibujo, experiencias que aporten además de placer, enseñanzas para encausar con nobleza y virtud sus vidas futuras.
Un post que leí recientemente en Facebook sugería lo siguiente: “A los niños desde bien pequeños se les debe enseñar que el sol sale por el este y se pone por el oeste, que la dirección del agua en un río es la dirección hacia el mar, que si no hay luna existe una estrella que indica el norte y tu latitud, que mientras más al horizonte veas la Estrella Polar más cerca estás del Ecuador, que si ves un ave en medio del mar es que hay tierra hacia donde vuela… Enséñale todo eso antes de regalarle un celular porque el celular se agota y la señal falla, pero la sabiduría nunca se pierde”.