Marisol García y su esposo pasan todo el día juntos, aunque estén fuera de su hogar, los dos asisten a la casa de los abuelos Las flores de la experiencia, ubicada en la cabecera municipal de La Palma; ella preside el consejo de ancianos de la institución.
Con 74 años, jubilada del sector de Educación, en el que cumplió su vida laboral como profesora de Biología, es una de los docentes que luego de la jubilación retornó a las aulas por un trienio; ahora es beneficiaria de este servicio en el cual no solo recibe las cinco comidas diarias, sino que también disfruta de un variado programa de actividades.
Gimnasia, juegos de mesa, proyección de películas, matutinos y televisión, entre otras propuestas, conforman las opciones para el entretenimiento de los 25 ancianos que asisten a este centro en el que también tienen garantizada la atención médica y el asesoramiento de una nutricionista a partir de las enfermedades crónicas que padecen.
A simple vista la edificación amplia, limpia y confortable, dotada de un ranchón en el patio, permite que según los intereses se formen los grupos; los caballeros prefieren el dominó en el patio, con parejas esperando para sustituir a los perdedores en la contienda.
MEJOR QUE EN MI CASA
José Castillo tiene 83 años, enviudó en el 2003 y concluyó su vida laboral en Servicios Comunales; es integrante de la Asociación Cubana de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), cumplió misión internacionalista en Angola y asegura que allí está mejor que en su casa, porque sus hijos y nueras trabajan, se pasan el día fuera, por lo que en el hogar estaría aburrido, mientras que aquí se entretiene.
Elogia al personal que lo define como muy atento, criterio que corrobora Marisol, y ambos aseguran sentirse cuidados.
“Esto no solo es obra de quienes desempeñan las diferentes funciones en la institución, es fruto de la coordinación de varios actores en el municipio”, así lo afirma Rebeca Figueroa, especialista principal de Trabajo Social en el policlínico Pedro Borrás.
Varios de los beneficiarios del servicio, tanto en esta casa de abuelos como en la ubicada en el consejo popular Manuel Sanguily, reciben ayuda de Asistencia Social para el pago de esta prestación porque tienen bajos ingresos, esa es la razón por la cual las 50 capacidades disponibles en el territorio están cubiertas, y no hay una lista de espera que justifique la creación de otro centro similar, posibilidad que valoraron en la comunidad de San Andrés, pero no existían suficientes interesados.
Asegurar una dieta balanceada también requiere del acompañamiento de las estructuras productivas de la zona, con el que cuentan, así como para el esparcimiento, pues Cultura y Deportes también tributan a este fin.
La mayor insatisfacción de los ancianos, nos dice Marisol, está en el acceso a los medicamentos controlados que se expenden en farmacia, da fe de que la trabajadora social de la casa (no se encontraba el día de nuestra visita), debe ir varias veces para adquirirlos y en varias ocasiones quedan pendientes de una semana para otra.
En su caso, que es hipertensa, pero rara vez se descompensa, no es un gran problema, nos comenta; sin embargo, hay otros ancianos que al carecer de medicación enseguida sufren cambios que a veces hasta les imposibilita asistir a la casa.
Jerarquizar en la dispensarización de los pacientes, aquellos con mayor dependencia de los fármacos, podría ser una solución, aplicable no solo a los ancianos de este centro sino a la población en general, y que esos casos tengan cierto grado de prioridad, sin desconocer que el gran problema es que no hay para todos.
Por otra parte, Figueroa explica que tampoco han presentado problemas hasta la fecha para el ingreso de aquellos abuelitos que requieren ser trasladados hacia el Hogar de Ancianos, en la ciudad capital, que cada vez que han precisado de una capacidad les ha sido asignada, sin dificultad alguna.
Reconoce que un menor grado de satisfacción expresan los beneficiarios del Sistema de Atención a la Familia (SAF), así como los familiares a cargo del cuidado de los pacientes encamados, especialmente por lo difícil que resulta acceder a los culeros desechables y productos de higiene.
DESAFÍOS
Ante el envejecimiento poblacional, el cuidado de los adultos mayores es un desafío que enfrentamos en las familias, sobre todo frente a la disfuncionalidad o inexistencia de estas a nivel social; que son tiempos de carencias, es cierto, pero también hay mucho más que podemos hacer.
En ese ámbito está el de crear algún sistema para proveer artículos de primera necesidad para los encamados, no hay que esperar por una política nacional, territorialmente puede hacerse, aunando voluntades y recursos para ayudar a esos que los necesitan, y que en la mayoría de los casos llegan al ocaso de su vida después de una existencia marcada por la abnegación y la renuncia, porque como dice Marisol, ellos son una generación a la que no le enseñaron a dejar de trabajar.
Y diría más, entre los retos que enfrentamos como nación está el de aprender a envejecer, no desde la perspectiva idílica de una senectud, plena y sin padecimientos; porque el estrés y las carencias cotidianas mellan nuestra salud, sino desde la asimilación de que la pérdida de facultades y habilidades nos hará depender de otros, que no hay vergüenza en pedir o recibir ayuda, pues esas mismas manos que ahora requieren sostén, alguna vez lo dieron, es un acto de reciprocidad.