Como una ardua tarea de proyectistas, constructores e inversores definió en el año 2013 el arquitecto José Luis Hernández León, en ese entonces el director de la Unidad Provincial Inversionista de la Vivienda (UPIV) la transformación de escuelas en el campo en domicilios, para crear a partir de ellas comunidades agrícolas que impulsaran la producción de alimentos.
La ejecución abarcó los centros Tomás Estorino y Combate de Isabel María en el municipio de Pinar del Río y la Benito Juárez en Sandino; esta última fue uno de los sitios hasta donde llegó la visita realizada por el Buró Provincial del Partido al territorio recientemente y en el intercambio con los moradores se constató que la realidad dista mucho de la idea inicial.
LAS INCONFORMIDADES
El descuido de las áreas verdes, paredes sucias y un ambiente de precariedad se ocupan de ofrecer la impresión inicial a quienes llegan.
Irina Pinares Valdés, trabajadora social del consejo popular Bolívar, donde está enclavada, ofrece detalles sobre los 108 moradores que integran 46 núcleos, tres de ellos son personas con acentuadas desventajas, dos reciben asistencia y uno es pensionado; entre los propios habitantes hay una cuidadora para la familia que presenta el cuadro de mayor complejidad.
Todos pertenecen a la circunscripción 43, que comprende otros asentamientos y está clasificada como la más compleja dentro del Consejo.
En la comunidad actualmente hay cinco desempleados, hay quienes carecen de vínculo laboral pero no muestran interés por tenerlo, unos trabajan en la agricultura, otros en Sandino; aunque algunos, por su formación académica y profesional, aspiran a otras fuentes de sustento.
Reconoce una alta incidencia del alcoholismo, especialmente entre el sexo masculino, que son mayoría en la Benito Juárez, así como el hecho de que la idea inicial de crear fincas y parcelas productivas quedó en el olvido y las tierras que se limpiaron de marabú para ese fin, ya están nuevamente cubiertas de malezas.
En diálogo de los moradores con Yamilé Ramos Cordero, integrante del Comité Central y primera secretaria del Partido en la provincia, afloró la insatisfacción por la lejanía de la bodega, además de la carencia de otros servicios entre los que figuran la gastronomía, peluquería y barbería.
Mirna García José, encargada de la comunidad, hizo hincapié en la incumplida promesa de construir un parque infantil rústico y que las féminas no están integradas a ningún bloque de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
Sobre la necesidad de convocar a los vecinos a labores de embellecimiento, reflexionó con ellos Ramos Cordero, porque nada justifica la pérdida de las áreas verdes, concebidas y trabajadas minuciosamente en el diseño inicial, ni que los espacios comunes estén llenos de telas de araña, por solo citar elementos que nada tienen que ver con agentes externos.
Cuentan con un consultorio del médico y la enfermera de la familia que funciona en horario diurno; los niños y jóvenes que cursan estudios en la comunidad Bolívar, distante a ocho kilómetros, viajan en los ómnibus que cubren los recorridos para los trabajadores de Educación.
Rachel Álvarez González, primera secretaria del Partido en el municipio y Julio Amado Sánchez, intendente, señalaron que en los momentos de mayor restricción de movimiento, en el enfrentamiento a la COVID-19, uno de los problemas que incidió en dicha comunidad fue que entre los residentes los hay con libreta de abastecimiento perteneciente al colindante Mantua o en puntos distantes dentro del territorio como Cayuco.
Dentro de la concepción originaria se incluyeron las bodegas, el local existe y está subutilizado, habilitarlo o buscar otra alternativa viable fue la indicación de Ramos Cordero al respecto.
Facilitar los traslados en el registro de consumidores (Oficoda), siempre que sea posible, coordinar con entidades prestadoras de servicios para que eventualmente visiten la comunidad y ofrezcan sus prestaciones de belleza, e incluso valorar si hay posibilidades de que alguno de los moradores encuentre en estas modalidades una fuente de empleo en el sector no estatal son otras necesidades pendientes a solucionar.
PROBLEMAS QUE CRECEN
Negar que hay muchos problemas cuya solución depende de recursos financieros o materiales es imposible, pero otros se agravan por falta de iniciativa, institucional e individual, así como por el mal funcionamiento de organizaciones y administraciones que no actúan con prontitud.
Casi medio centenar de moradas permanecen vacías y hay muchas tierras ociosas en los alrededores que podrían constituir solución de vivienda y fuente de empleo para personas que lo requieren, dentro y fuera del municipio, pero ir a residir en la comunidad Benito Juárez, hoy no es una opción atrayente.
Duele que en menos de una década se haya malogrado un proyecto ambicioso, que podía contribuir a la seguridad alimentaria y dotar de un hogar confortable a familias necesitadas, crearlo requirió de esfuerzo humano, material y económico. Malgastar no es un lujo que podamos darnos los cubanos, y mucho menos los pinareños, con más de 6 000 damnificados por huracanes esperando por la edificación de sus hogares. Unir esfuerzos y revitalizar esos asentamientos puede ser la solución que algunos aguardan.