A principios de la década del 2000, cuando poco se hablaba en Cuba de desarrollo local o planes de negocios, la empresa agropecuaria Cubaquivir inició un proyecto que, en la actualidad, contribuye a la economía del país en materia de exportaciones y reporta ingresos sustanciales a la entidad.
Ana Luisa Pérez, especialista de producción que atiende exportaciones, cuenta sobre aquellos pasos incipientes de lo que es hoy la unidad empresarial de base (UEB) Casas de Cultivos: “Éramos un pequeño grupo que formaba parte de la subdirección de Ciencia y Desarrollo. Nunca habíamos hecho estudios de mercados ni nada de eso. Nos metimos en ese mundo y después de varias presentaciones en el PNUD nos aprobaron el crédito”.
Así surgieron las casas de cultivos protegidos como parte de un plan de negocios, con un crédito de 80 000 CUC. Trabajaron de conjunto con la Enpa hasta que se materializó la construcción de 18 instalaciones y se pusieron en marcha.
“Nadie creía en nosotros y no hubo un mes en que no se cumpliera. Se pagó el proyecto en seis meses. En el transcurso de un año ya habíamos saldado el crédito con el Banco y las producciones comenzaron a aportar con la venta al Turismo en toda la provincia, inclusive se llegaba hasta Matanzas.
“Después en el 2005 hicimos un proyecto para exportar pimiento en esa modalidad, en cooperación con otras dos empresas, una en Jagüey Grande y otra en La Habana. Exportamos 30 toneladas a Canadá con muy buena aceptación. Aquellos pimientos eran una belleza, rojos amarillos y anaranjados”.
AJUMA ROJO PARA LA EXPORTACIÓN
Aunque el fuerte de esta UEB ha sido siempre la producción de hortalizas frescas durante todo el año y principalmente en el verano, actualmente se insertan en la de ají picante chile habanero, de la variedad ajuma rojo. En el 2021 tienen un plan de ocho toneladas y ya están sobre las seis, por lo que esperan sobrecumplir.
El ingeniero Manuel Seruto López, director de la UEB, abunda en las interioridades de este cultivo y los logros que han tenido en su exportación:
“Desde el trasplante a la primera cosecha tarda 90 días. El tamaño promedio que obtenemos por fruto es de 16 gramos. Rotamos el cultivo con pepino y tomate, que son de ciclos más cortos, con los que tributamos a los hoteles y a los mercados agropecuarios estatales.
“El ají es un cultivo bastante noble, resistente. Nos hemos dedicado a observarlo y cuando llega el momento de la demolición, nos damos cuenta de que incide sobre las plagas, sobre todo en el nemátodo. Donde se plante ají picante no hay nemátodos. La descomposición de las hojas y el fruto que cae al suelo se encarga de controlarlos”.
Asegura Seruto López que el cultivo protegido es una labor muy técnica que lleva consagración. “Los trabajadores más jóvenes de aquí son graduados del politécnico y los más veteranos son prácticamente técnicos. Ellos asesoran a esos jóvenes que se incorporan. Esto necesita mucha dedicación, no solo la preparación del suelo, sino el fertirriego, la sanidad vegetal. Todas las atenciones culturales tienen que estar bien cronometradas, nada puede fallar”.
Hasta el momento, los resultados en la exportación son alentadores, a pesar de que han existido dificultades a causa de la pandemia. El pasado año sobrecumplieron el plan de este rubro, de 6,5 toneladas llegaron a 8,1 y se encuentran sobre la media del país con un rendimiento de 42 a 43 toneladas por hectárea.
“Hay aceptación en el mercado internacional. En cuanto al plan de exportaciones hemos tenido dificultades debido a la COVID-19, con la cancelación de vuelos a última hora, y eso no ha permitido exportar todo el ají que obtenemos con la calidad óptima, que es más del 80 por ciento. Pero se han tomado alternativas, el que no se ha podido exportar, se envía a La Conchita y entonces no lo perdemos”.
Anteriormente Canadá era el principal cliente, pero han expandido el mercado a la Unión Europea, para lo cual también incursionan en la modalidad a cielo abierto, lo que posibilita que puedan sembrar el chile habanero durante el año completo de manera escalonada.
Apuesta esta entidad por contribuir al abastecimiento de hortalizas frescas al territorio pinareño y por aportar a la economía cubana con el ingreso de divisas necesarias para el sector.