Frente a un campo de marabú en el municipio pinareño Los Palacios Onay Martínez Díaz soñó lo imposible. Le habían conferido 13 hectáreas en usufructo de aquellas tierras enmarañadas que solicitó con tanta insistencia y que le denegaron en tres ocasiones consecutivas, por ser él un profesional de la informática sin experiencia en faenas agrícolas.
La posibilidad de transformar aquel terreno en una finca de frutales lo entusiasmó como a un niño cuando emprende un nuevo aprendizaje. Supo de inmediato que para lograr su fin debía combinar tradición y ciencia; y en tal sentido, se entrevistó con campesinos de la zona que le compartieron saberes y consejos. Visitó además el Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical con sede en La Habana, donde tuvo acceso a publicaciones actualizadas y al diálogo con expertos.
Varias especies de mango, guanábana, chirimoya, carambola, ciruela china, ciruela roja, marañón, tamarindo y pomarrosa de Málaga, entre otras plantas, fueron poblando de a poco aquel lugar al que Onay y su esposa bautizaron con el nombre de Tierra brava.
La finca, asociada a la cooperativa de créditos y servicios Niceto Pérez, ostenta la cuarta corona de la agricultura urbana y fue la primera del país en alcanzar la categoría de avanzada en el manejo sostenible de tierras.
“En 10 años de trabajo nunca hemos usado un solo saco de abono químico, apostamos por la labranza cero y potenciamos prácticas amigables con el medio ambiente”, explicó Onay.
Es frecuente encontrarse entre las ramas de los árboles, bebederos para los tomeguines y los zunzunes que anidan por esos lares. En torno a los frutales crece la hierba silvestre sin que nadie se ocupe de retirarla. Ella también cumple su función en la agricultura de conservación, al retener las semillas e impedir que estas sean arrastradas por las lluvias.
Los techos de la finca están conectados a un sistema hidráulico que desemboca en un aljibe diseñado para la colecta de agua de lluvia, recurso empleado más tarde en el riego de los cultivos, en faenas de limpieza y para la toma de los animales.
Todo este emprendimiento le ha valido a Tierra brava consolidarse como un referente mundial de resiliencia a la sequía y al cambio climático. Es considerada además una iniciativa de desarrollo local en el municipio Los Palacios, con rendimientos que superan las 200 toneladas de frutas y las siete de carne de ovino.
Con el respaldo de la Plataforma Articulada para el Desarrollo Integral Territorial (PADIT), Onay y su familia lograron crear una minindustria para el beneficio y procesamiento de frutas provista de máquinas de refrigeración, climatización, equipos para la refinación de pulpas y dispositivos de cocción. Todo ello permite la obtención de productos de calidad que tributan al autoabastecimiento municipal.
Lo anterior coincide con uno de los objetivos de la Política para impulsar el desarrollo territorial, recientemente aprobada en el país. Otras líneas de trabajo intencionadas por esta estriban en potenciar las exportaciones de bienes agropecuarios, estimular el turismo local sostenible, fundamentalmente de naturaleza y rural, desarrollar alianzas entre actores estatales y no estatales y propiciar la internacionalización del tejido empresarial local, con énfasis en la inversión extranjera y la cooperación internacional.
“Estamos explorando de conjunto con las empresas Cubaquivir y Cítricos Caribe la posibilidad de colocar los productos de nuestra finca en un mercado extranjero. Igualmente nos interesan las exportaciones en frontera destinadas a la Zona Especial de Desarrollo del Mariel”, comentó el agricultor.
Durante la primera Feria Provincial de Turismo y Encadenamiento Productivo Local realizada en marzo del presente año, Tierra brava signó un contrato con la empresa extrahotelera Palmares, que aún no ha entrado en vigor debido a la situación epidemiológica provocada por la COVID-19 pero que se retomará en cuanto dichas condiciones se reviertan.
Otros proyectos acariciados por la familia son la instalación de un deshidratador para la elaboración de té a partir de las hojas de la guanábana, la creación de un organopónico para la siembra de especias y la instauración de un aula verde para la capacitación de los jóvenes.
UNA ÉPOCA QUE NO PASA DE MODA
El olor de las frutas llega hasta la entrada. Resulta inconfundible el aroma tropical de la guayaba, que es casi una invitación al paladar. A quien recuerda el lugar de años atrás, le vienen a la mente las imágenes de un sitio muy deteriorado y de ritmo ralentizado por sus procesos manuales; pero desde hace aproximadamente dos años se muestra diferente.
Ubicada en Consolación del Sur, La Época, una microindustria dedicada a la producción de mermeladas y néctar de guayaba, mango y piña, encurtidos de col, tomate, pepino y puré de tomate, va en contra de ese tiempo pasado que define su nombre para renovarse y posicionarse en la preferencia de los consolareños.
Se trata de uno de los proyectos de desarrollo local del municipio que con el financiamiento PADIT y la contribución territorial pudo desarrollarse e introducir mejoras tecnológicas que hoy le permiten avanzar en los procesos de producción y optimizar las condiciones de trabajo del hombre.
“Es una iniciativa municipal que funciona como polígono de demostración de cómo se pueden hacer las cosas y sirve de ejemplo para generalizar la experiencia en otras localidades del mismo municipio, la provincia y hasta del país”, así lo cree Jesús Alberto Gorgoy Lugo, director del Centro de Gestión Estratégica del Desarrollo Local (Gedel) y coordinador de PADIT en Vueltabajo.
Los 23 trabajadores de la entidad generan al mes entre 16 y 20 toneladas, para un acumulado diario de 200 latas aproximadamente. Las producciones varían en dependencia de los meses del año.
Agricultores de la zona proveen la materia prima, que es transformada mediante mecanismos completamente tecnológicos. Luego se comercializan los productos en el punto de venta ubicado en la propia minindustria o en los mostradores de las panaderías. La transportación de las mercancías hacia los diferentes consejos populares se realiza mediante una camioneta.
“Suministramos además a los círculos infantiles, a las unidades de salud del municipio, a las escuelas y a los centros de aislamiento habilitados durante la etapa de pandemia”, señaló Idania Díaz Acosta, especialista de producción de la Unidad Básica de Alimentos de Consolación del Sur.
Para Miguel Robaina Lapuente, administrador de la minindustria, el compromiso principal es la alimentación de la población. Con esa motivación trabajan y ante algunas fallas de los equipos, gestionan soluciones para evitar que el centro deje de funcionar:
“Elaboramos otros productos como sirope y mayonesa. Todos son recibidos con gran aceptación por parte de la población, quien agradece los precios asequibles a la economía familiar”.
La plataforma PADIT financió la adquisición del equipamiento, pero también contribuyó con el proceso de diseño de esta experiencia. Al respecto comentó Gorgoy Lugo:
“Una de las lógicas que establece la nueva política del desarrollo territorial es que los proyectos minimicen la dependencia de importaciones para su funcionamiento. Los equipos adquiridos aquí, por ejemplo, son compatibles con los que se usan en el resto del país, garantizándose la sostenibilidad del proceso productivo. Envases y etiquetas son de elaboración nacional y queda descartado el uso de químicos como conservantes y colorantes, aspecto que tributa a la inocuidad de los alimentos”.
Por otro lado, la tecnología empleada tiene efectos mínimos sobre el medio ambiente. La pequeña fábrica cuenta con un sistema de tratamiento de residuales revisado y aprobado por el Citma.
Los habitantes de la localidad tienen la posibilidad de acceder a las ofertas en la propia sede de La Época, lo cual se traduce en producciones cero kilómetro, pues donde mismo las producen se comercializan y consumen.
A decir de Gorgoy Lugo, iniciativas como esta demuestran que es posible materializar los programas y subprogramas previstos en la estrategia de desarrollo municipal, contribuir a la seguridad alimentaria y nutricional del municipio y al plan de autoabastecimiento.
LA CAMILO CIENFUEGOS POR LA DIVERSIFICACIÓN DE SUS PRODUCCIONES
La empresa pecuaria genética Camilo Cienfuegos de Pinar del Río es reconocida por sus excelentes resultados y por conservar lo mejor del patrimonio ganadero del país. La entidad trabaja en 10 proyectos genéticos y de promoción de sementales, encaminados al aseguramiento de razas lecheras y de carne en Cuba; pero apuesta además por la diversificación de sus producciones mediante un proyecto de exportación de carbón vegetal que inició desde el año 2018 a partir de las alianzas establecidas con el gobierno y la convocatoria de la plataforma PADIT a presentar iniciativas que pudieran contribuir al desarrollo del municipio.
“Necesitábamos limpiar áreas para destinarlas al pastoreo de los rebaños y vimos la posibilidad de fomentar el desarrollo de rubros exportables mediante la conversión en carbón vegetal de la biomasa de marabú presente en dichos terrenos”, explicó el Doctor en Ciencias Álvaro Celestino Alonso Vázquez, especialista de desarrollo de la empresa.
Con los medios facilitados por PADIT, se han limpiado ya alrededor de unas 100 hectáreas e ingresado a la cuenta de la contribución territorial 4 976 pesos cubanos convertibles CUC.
De las 120 toneladas de carbón vegetal previstas para el 2020, han comercializado 114,7. Ocho toneladas les fueron vendidas en moneda nacional a diferentes instancias del territorio, a fin de propiciar el desarrollo y sostenibilidad del municipio.
Las novedades que incorpora la Política de desarrollo territorial deparan otras bondades a la Pecuaria Camilo Cienfuegos:
“Nos encontramos en el proceso de habilitar una cuenta en moneda libremente convertible. Contamos con la aprobación del Ministerio de Economía y Planificación y en cuanto esté aprobada comenzaremos a ingresar directamente el capital líquido (CL)”, añadió Alonso Vázquez.
Los beneficios financieros derivados de la exportación del carbón de marabú serán utilizados para mejorar y sostener el resto de las producciones de la empresa ganadera.
(Por Dayelín Machín Martínez y Susana Rodríguez Ortega)