-Y después de que esto pase, voy a darte un beso -le dice un hombre con mascarilla a una muchacha, en el dibujo que Juan Antonio Concepción hizo sobre una cartulina color cartucho, de esas que sirven para armar cajitas de cumpleaños.
-¡Aquí tú no entras, Covid-19! -advierte el personaje de otro boceto.
“En mis pinturas represento la vida que pasa, los momentos actuales…”, explicó a nuestro equipo de prensa el artista autodidacta, quien vive desde hace 16 años en el hogar de ancianos provincial Carlos Castellanos Blanco en Pinar del Río.
Comentó además cómo ha cambiado la vida de la institución en las últimas semanas a causa de la amenaza epidemiológica que late afuera:
“Se ha extremado la limpieza. Tú ves al personal de mantenimiento que llega temprano y barre todas las hojas secas amontonadas a orillas del Hogar. Se nos insiste para que usemos los nasobucos y nos lavemos las manos antes de comer cualquier cosa. Yo mismo ando con mi toallita particular encima y después de usarla, subo al cuarto y la lavo religiosamente.
“Esto del coronavirus ha tomado en el mundo un color bastante doloroso, pero algún día tendrá que desaparecer. El esfuerzo de cada cual será fundamental para combatir la pandemia”, agregó.
Nuestro diálogo con Juan Antonio tuvo lugar minutos después de que los especialistas suministraran a los ancianos la cuarta dosis del PrevengHo Vir, medicamento homeopático que combate el desarrollo de cepas de virus y bacterias y previene dolencias respiratorias agudas.
Aprobado por el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed), el fármaco se suministra actualmente en establecimientos puntuales de la Isla como casas de abuelos, hospitales siquiátricos y hogares de ancianos, por acoger éstos a grupos vulnerables de la población. También son favorecidas las comunidades donde se han suscitado eventos de transmisión local de la Covid-19 y se prevé que en los días venideros, todas las familias cubanas tengan acceso al mismo.
Acerca del protocolo seguido en el Carlos Castellanos para la aplicación del medicamento, conversamos con la licenciada Ileana Rosa Hernández Pérez, jefa de enfermeras.
“Estamos en la fase de reactivación de la vacuna, lo mismo en residentes que en el personal laboral. Se les colocan cinco goticas bajo la lengua con el requisito de que 20 minutos antes y 20 después, no pueden ingerir alimentos, beber agua ni fumar. Son cuatro dosis: las tres iniciales en días consecutivos y la cuarta, al décimo día de la primera toma”, señaló.
Sobre la dinámica del Hogar en el contexto actual, Ileana sostuvo que los trabajadores viven días de mucha agitación pues la vigilancia se intensifica para garantizar que los abuelos mantengan la debida distancia entre ellos y cumplan con las normas de higiene.
El doctor Osvaldo Borges Herrera, director del centro, puntualizó las medidas adoptadas para evitar un posible contagio:
“Hace 15 días prohibimos la salida de los ancianos de esta sede y las visitas de familiares. Habilitamos una sala de aislamiento con 10 camas. Cualquier manifestación respiratoria aguda se tratará allí y luego se estimará el traslado del paciente hacia una instalación hospitalaria.
“Contamos con los recursos alimentarios, de aseo y sanitarios adecuados para atender las necesidades de los 265 ancianos que residen en este sitio, al que usualmente comparamos con un CDR grande. Redoblar el cuidado de estas personas tan vulnerables por su edad, muchas de ellas con patologías de base como la hipertensión y la diabetes mellitus, es nuestro cometido. Daremos lo mejor de nosotros para protegerlos”, aseguró el especialista.
Varios ancianos quisieron decir unas palabras a los medios locales, entre ellos Isabel Hernández. Agradeció a los médicos y enfermeros el trato tan bueno que ofrecen a ella y a su Vladimir, con el que comparte desde hace años un cuarto “tremendo y lindo”, según lo calificó ella.
Con marcada lucidez nos habló además Argelio Valdés González, otro residente:
“A pesar de que la prensa nacional y la dirección del Hogar nos reiteran a diario lo que tenemos que hacer, todavía hay quienes no acatan las medidas de protección. Es un pequeño grupo que pone en riesgo a todos. Incluyo en él a algunos trabajadores sin percepción de riesgo y a varios ancianos que por su bajo nivel de escolaridad, o por presentar determinado grado de demencia, no comprenden lo necesidad de protegerse en estos momentos.
“A veces los ancianos se aglomeran unos arriba de los otros para recibir la merienda, cuando aquí nunca ha faltado merienda para nadie.
“En lo personal he optado por evitar el elevador. Prefiero subir y bajar las escaleras aunque las rodillas me duelan, antes de permanecer con otras personas en un lugar tan reducido y poco ventilado.
“A los que no entiendan, hay que exigirles, porque estamos jugándonos la vida y si no es la vida, un ingreso en el hospital con los cuerpos llenos de pinchazos y eso se puede evitar”, concluyó este hombre sensato.