La no inclusión de Juan Carlos Arencibia, el destacado torpedero pinareño, en la preselección nacional a la Copa del Caribe, torneo a celebrarse en Curazao, del 17 al 24 de abril, ha suscitado no pocas reacciones adversas en la afición de Pinar.
El pimentoso jugador, oriundo de La Palma, no estuvo en la lista preliminar de 36 jugadores que hace poco anunció la Federación Cubana de Béisbol, relación en la que sí aparecen dos torpederos naturales, los casos de Yordan Manduley y Luis Vicente Mateo.
Más allá de estadísticas, aspecto en que mucho sobresalió el vueltabajero, me refiero al pelotero más enérgico de esta atípica temporada, a un atleta incansable, capaz de jugar en cada partido como si fuera el último desafío de su carrera deportiva.
Si es poco lo expuesto en el párrafo anterior para los encargados de realizar tal listado de jugadores, entonces habrá que abundar en los numeritos del primer bate verde a lo largo de esta 60 Serie, donde fue clave en el cuarto lugar ocupado por su novena.
En la fase regular de la campaña compiló 327 de average, resultado de 84 hits, de ellos 17 dobles, un triple y dos jonrones. Además, ostentó un porcentaje de embasado excelente con 413 en ese acápite ofensivo.
Se suman a esos rendimientos el hecho de que empujó 31 carreras y anotó en 52 ocasiones, produjo un total de 81 anotaciones y su slugging fue de 424, este último nada despreciable para un primer bate.
Por su parte, el joven Luis Vicente Mateo conectó 100 hits durante la fase regular, su average fue de 361, con 13 dobles, cuatro triples y tres jonrones; nadie duda que el futuro de esta posición en nuestra pelota pasa por los muñecas y manos de este estelar sureño.
Sí creo que debía haber acompañado al cienfueguero nuestro torpedero y no Yordan Manduley, máxime cuando se trata de un evento para el cual se probarán jugadores que nunca antes habían vestido el uniforme del Cuba, o sea evento emergente.
Manduley, de quien no dudo su calidad deportiva, podía esperar al preolímpico, un reto mucho mayor que esta copa que se jugará en Curazao. En el caso del torneo clasificatorio para Tokio sí hay que acudir con lo mejor pues nos jugamos el ir a la Olimpiada, palabras mayores para nuestro béisbol.
De ahí que entiendo que ya el solo hecho de estar en la preselección para la Copa del Caribe es un reconocimiento a aquellos jugadores que lo dieron todo durante la Nacional, algo que bien resume una frase de Carlos Tabares: ‟Dejar la piel en el terreno”, pero con sus provincias.
Entiendo que Arencibia no ofrece, por su edad, garantías de ser el futuro en esa posición de cara a próximos compromisos internacionales ‒ sí lo es Mateo‒ pero tampoco es un secreto que Manduley dejó atrás sus mejores años y si es un evento sin tanto en disputa, entonces por qué no llevar a los atletas más destacados con sus novenas en nuestro clásico.
La ausencia del simpático y mediático Arencibia no ha pasado desapercibida para muchos aficionados allende las fronteras de Pinar del Río, por tratarse de un jugador que enamoró con sus ganas y aptitud a los amantes de la pelota durante el play off, como también lo hizo con los Vegueros en la fase clasificatoria.
Sí aplaudo la inclusión de los serpentineros Frank Abel Álvarez y Dariel Fernández, dos joyas del pitcheo cubano, con mucho futuro y que, de seguro, aprenderán mucho tanto en esta preselección como si en definitiva son llamados al equipo nacional para este compromiso internacional.
Los dos lanzadores poseen velocidad, recursos en su repertorios y mucha juventud, aspectos que si logran conjugar le darán a ambos muchos frutos en este complejo deporte que es el béisbol, pero queda el sabor amargo de que nuestro pelotero más destacado en 2020 y en lo que va de este año no estará ni siquiera en los entrenamientos de una preselección nacional.