Con 13 años Yeni estaba en un lugar impensado para su edad, un Hogar Materno. Comenzó a tener relaciones sexuales a los 12, el esposo tiene 21 y labora como custodio; la madre es ama de casa y el padre campesino; no sabe si luego de dar a luz continuará estudiando, apenas concluyó el séptimo grado.
Sin embargo, ha tenido que adentrarse en descifrar nuevos conceptos como la sigla CIUR (crecimiento intrauterino retardado), que tiene en la adolescencia una de sus causas más frecuentes y entre las consecuencias el bajo peso al nacer, que puede acarrear otros problemas.
Lamentablemente su historia no es única en la provincia de Pinar del Río, al cierre del primer trimestre el 16 por ciento de los embarazos captados correspondían a su grupo etario, lo que representa una disminución con respecto al año anterior, pero no deja de ser una elevada cifra.
LO QUE DICE LA CIENCIA
Entre los 25 y 29,9 años se presentan menos complicaciones durante la gestación y posparto. Otros estudios avalan que cuando las mujeres dan a luz después de los 30 suelen ser más longevas y pasados los 40 se refrendan muchos beneficios en la educación del menor, aunque lo habitual es que pasados los 35 la fertilidad descienda.
Los riesgos y consecuencias fisiológicas de la maternidad precoz son disímiles, entre ellos están las hemorragias, infección urinaria, afecciones placentarias, malnutrición materna, prematuridad, hipertensión, alteraciones en la presentación y en la posición del feto por el incompleto desarrollo de la pelvis y otros.
Pese a todas esas posibles complicaciones y que en el año 2021 en la provincia se reportaron nueve muertes maternas, ninguna correspondió a este segmento, así lo informó la doctora María Teresa Machín López-Portilla, jefa del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) en el territorio, quien precisó que hay un desplazamiento de los embarazos hacia las etapas finales de la adolescencia y una disminución en la temprana, lo que puede estar asociado al periodo de cuarentena y restricción de movimientos durante el enfrentamiento a la COVID-19.
Psicosocialmente, la gestación precoz tiene otros saldos: el abandono escolar; dificultades para la inserción en la vida laboral; marginación; incapacidad para el manejo del hijo, lo que incide sobre el desarrollo del infante, entre otras manifestaciones que mucho dependen de las características de la familia y la relación amorosa que desembocó en nacimiento.
LA FAMILIA
Ella inició la vida sexual a los 15, tuvo varias parejas, a los 17 define su estado civil como divorciada -el padre de la niña que lleva en el vientre apenas supo la noticia dio por terminado el vínculo-, intentó interrumpir el embarazo pero ya estaba muy avanzado, cuenta con el apoyo de la madre, vive junto a ella y dos hermanos menores, la aspiración de estudiar en la Escuela Pedagógica es un sueño relegado y quiere al menos alcanzar el duodécimo grado en la Facultad, cómo va a lograrlo, no lo sabe.
A nivel mundial se considera la pobreza, falta de oportunidades y tradiciones culturales como las causas fundamentales del embarazo adolescente, y aunque en Cuba las mujeres no son discriminadas institucionalmente ni están en desventaja con respecto a los hombres en cuanto al acceso a educación, empleo, salario, no se puede negar que somos una sociedad patriarcal y machista.
Además de la acentuación de marcadas diferencias económicas y la devaluación del desempeño profesional, muchas veces insuficientemente remunerado, lo que incide negativamente sobre la motivación de los más jóvenes de forjarse un futuro mediante la preparación, a lo que es preciso añadir el entorno afectivo y social; no obstante, hay que poner la mirada en otras direcciones.
Sobre el manejo educativo, la educación sexual y la familia, Alina María Rivero Brito, especialista en Psicología Clínica Infantil, apunta que hay que acercarse al mundo de los adolescentes, desde su perspectiva, y no desde la de los adultos.
Refiere que es una etapa en que resulta primordial el reconocimiento y aceptación del grupo, lo que los lleva a buscar un estatus dentro de este y para conseguirlo asumen conductas sin valorar las consecuencias, solo les motiva vivir la experiencia; el inicio de las relaciones sexuales es una forma de autoreafirmarse y expresar independencia.
A su juicio, la adecuada educación sexual es vital, porque tan nocivo resulta la hipersexualización de la infancia como la ausencia de conocimiento y orientación; por tanto, recae sobre los padres o tutores la responsabilidad de conducir ese proceso.
El rol de la familia nunca podrá ser suplantado por otra institución, los adolescentes necesitan ser escuchados y recibir apoyo en el manejo de sus conflictos.
ROMPER EL CICLO
Raide tiene 17 años, está casada, el esposo 30, viven solos, él es trabajador de Acueducto, asegura que sus padres están felices con el embarazo, el que no buscó, pero tampoco evitó, no piensa seguir estudiando.
La doctora Mayré Valdés Robaina, especialista en Medicina General Integral (MGI) y diplomada en Obstetricia lleva más de tres años trabajando en el Hogar Materno del municipio de Los Palacios, territorio donde durante el primer bimestre el 19 por ciento de los embarazos captados fueron de adolescentes.
Considera que lo que más ha fallado es el control de riesgos y el trabajo preventivo, desde todos los escenarios, escuelas, comunidades, familias y por supuesto, instituciones de Salud; en primer lugar, educando y en segundo alertando sobre el peligro que representa para la madre la gestación precoz.
En su experiencia prevalecen los casos que proceden de hogares disfuncionales y también hay una alta incidencia de antecedentes familiares similares, con historial de embarazos de este tipo y por eso lo ven como normales.
Les brindan un seguimiento minucioso durante la preñez, que incluye charlas educativas, incluso así no es infrecuente que cuando se embarazan en la adolescencia temprana vuelvan a la institución ante de los 20.
SIN NÚMEROS
Adri tiene 15 años, terminó el noveno grado, está casada, el esposo de 18, es técnico medio en Comercio, en etapa de adiestramiento, no se dio cuenta de que estaba embarazada porque seguía viendo la menstruación, cuando al final “cayó”, ya era tarde para sacárselo, solicitó licencia de un año para después reincorporarse al pre; la madre es ama de casa, quiere que continúe los estudios, le va a cuidar la niña, el padre reside en Estados Unidos.
Más allá de las estadísticas globales, que pueden o no despertar alarmas, tras cada historia hay una joven que puso en riesgo su vida para el nacimiento de otra, la mayoría de las veces no deseada, si fuera un cuento de hadas podríamos imaginar finales felices, la realidad no entiende de varitas mágicas.
La crianza de un hijo tampoco es un juego de muñecas y no pocas madres adolescentes desarrollan el síndrome de Frustración, tanto por su incapacidad para asumir las situaciones derivadas del cuidado del bebé como por el impacto que tiene este sobre su vida socioeconómica.
En un país donde el acceso a la educación y a los servicios de Salud es gratuito hace más de 60 años, deberíamos de usar mejor las herramientas disponibles para que los adolescentes y jóvenes puedan disfrutar de cada etapa de su vida a plenitud.
La educación sexual requiere precisión quirúrgica para que no resulte un incentivo al inicio temprano ni un tabú; hasta en el más remoto lugar de esta isla hay oportunidades de superación. Las mujeres no solo venimos con el encargo de perpetuar la especie y criar hijos; hacerlo de manera responsable requiere madurez, preparación, deseo e independencia económica.
Cada joven que abandona los estudios es un futuro trunco; un niño que resulte un “estorbo” será difícil que atesore recuerdos felices de la infancia; cuando la mujer se ata a cualquier relación “afectiva”, para garantizar un proveedor, ya es víctima, y si carece de los medios para criar a su descendencia constituye una carga para la sociedad o la familia. Estas y muchas otras situaciones se asocian al embarazo en la adolescencia que son evitables; desde cada familia o institución implicada hemos de obrar en consecuencia, para que la maternidad sea un acto más de realización y no un fruto del azar.