A Aracelio González Fernández pocos lo llaman por su nombre de pila, la mayoría le dice Arito, un diminutivo que se aviene bien con su temperamento afable.
Este estudiante de primer año de Medicina ha terminado por memorizar los rostros de sus pesquisados diarios en Pinar del Río:
“He llegado a estrechar vínculos afectivos con la comunidad que me fue asignada. Me despierto cada mañana ansioso por saludar a las ancianitas, que me reciben con una sonrisa dibujada en sus rostros.
“A pesar de todo el dolor y las pérdidas que ha provocado la COVID-19 a nivel global, creo que nos ha hecho valorar más el significado de la vida y apreciar las cosas realmente importantes tales como la familia”, opina.
Hace poco, un profesor le comentó de una campaña de donación de sangre promovida desde los consultorios del médico de la familia y no dudó en prestarse como voluntario.
“Fue mi primera donación, la primera de muchas que pienso hacer. Me reconforta saber que un acto tan simple podría ser decisivo para salvar la vida de alguien”.
En estos tiempos de aislamiento social, este joven apasionado de la poesía barroca y de la filmografía del actor y director canadiense Xavier Dolan, echa de menos las dinámicas de la universidad y la algarabía de sus compañeros de estudio.
“A decir verdad, anteriormente me quejaba de la rigurosidad que implica la vida universitaria, pero ahora extraño aquellos ajetreados días. Mi rutina actual consiste en salir bien temprano para realizar la pesquisa, hacer ejercicios físicos, porque es muy importante mantenerse en forma y saludable; luego estudio francés, ya que adoro las lenguas romance, y repaso cada tarde las materias relacionadas con mi carrera”, cuenta el futuro galeno.
Su aspiración más grande es convertirse en un buen doctor, no solo por los conocimientos que el ejercicio de esta profesión demanda, también por la humanidad que se aprende en las aulas o mientras se estrecha la mano de un paciente y se le ayuda a sanar.
“Me gustaría llegar a alcanzar una categoría científica y serle útil a la sociedad a través de mis investigaciones. Para mí la medicina es la profesión más bella y noble del mundo”, confiesa.