Siempre abogó Fidel por salvar la cultura, porque llegara al corazón del pueblo. Su diálogo cercano y directo con los artistas dejó sin dudas una huella en los que tuvieron la dicha de compartir al menos un instante con él.
En Pinar del Río, varios han sido esos dichosos que cada vez que cuentan sus anécdotas aún se estremecen de emoción, de añoranza, de alegría.
Para el artista de la plástica Raúl Fernández todavía resulta sorprendente rememorar que fue uno de los siete artistas que viajó en el mismo avión con el Comandante en el año 2002, cuando se dirigían a la inauguración de la Capilla del Hombre, en Ecuador.
“Éramos una treintena de artistas de todo el país, y para emoción y sorpresa mía yo estaba entre los siete que volaron con él. Recuerdo que hubo un momento en pleno vuelo en que nos trajeron una especie de merienda y ya dispuestos a consumirla se apareció de pronto Fidel, todo el mundo se quedó pasmado. Saludó a cada una de las personas del avión y después se retiró.
“Pasó más de media hora y nos trajeron una bandeja muy presentable con el almuerzo, en el momento en que me dispongo a almorzar vuelve a aparecer, vino caminando y se paró al lado mío. Él me miraba, y yo a él. Me quedé mudo. Para más sorpresa, estuvo casi dos horas con nosotros hablando jocosamente y haciendo chistes. Ese día ni merendé ni almorcé, y así le pasó a la mayoría”.
Dausell Valdés habla de Fidel con cariño, como de un familiar muy cercano: “Recuerdo lo que me dijo cuando le regalé el primero cuadro, en el año 2002, en una exposición que hubo en el Memorial José Martí: ‘¿Tú sabías que Martí en su diario de campaña había descrito lugares como estos? También me recuerda lugares a donde yo he ido, tanto a cazar como cuando estuve en la Sierra’. Entonces le pregunté si había oído hablar del Martí yacente de Viñales. Me miró y me ripostó que si me atrevía a pintarlo, yo por supuesto le respondí que sí. Me dio una palmada en el pecho y dijo: ‘Pero haz tu Martí’. De ahí surgió ese cuadro que hice del Héroe Nacional que parece un mogote.
“En el 2005, cuando íbamos para el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Venezuela, le regalamos un cuadro de Camilo a nombre de la delegación, en ese instante me dijo: “Ya puedo hacer una exposición, este es el sexto cuadro tuyo que tengo”.
José Ernesto “Kiko” Mederos habla con alegría de las dos únicas veces que estuvo cerca del Comandante: “Fue en el primer congreso de la Asociación Hermanos Saíz, hice una intervención en la que abordé la situación del rock en Cuba y de la AHS y de la escasez logística que tenía el movimiento en aquellos momentos. Quise al final tener un gesto y regalarle una revista de rock cubano, se la iba a dejar para que se la entregaran después y él dijo que se la diera personalmente. Durante la conversación me interrumpía a cada rato, y me conmovió con una frase: ‘No te preocupes si te interrumpo que tú vas a ser amigo mío’. Cuando me dio la mano y me abrazó, el Palacio de las Convenciones entero aplaudió.
“Al otro día fuimos a un concierto de trova al que él asistió. Cuando entró al lugar me miró y me saludó como se saludan los militares, yo me paré e hice lo mismo. Para mí, haber estado tan cerca de él ha sido una de las cosas más geniales que me ha pasado, porque nunca lo imaginé”.
El visionario, la escultura que junto a otros artistas pinareños Humberto Hernández (El Negro) dedicó a Fidel, es, a su juicio un factor decisivo en cuanto a lo que significa para su vida profesional y personal. Con cierta nostalgia y voz pausada, habla de las tantas ocasiones en que pudo compartir con el Comandante y de lo que para él representa su impronta:
“Siempre sintió mucha afinidad por la obra de los paisajistas pinareños. Mis piezas fueron obsequiadas por él a personalidades del mundo, eso es un honor sagrado. Pude compartir con él muchas veces en congresos, exposiciones, pero mi mayor satisfacción fue en la inauguración de la Capilla del Hombre.
En una ocasión dijo El Negro en una entrevista publicada en las páginas de este semanario: “Con esa escultura que le dedicamos los pinareños intentamos resumir su intelectualidad. Partimos desde su gorra de campaña y terminamos en un tanque de guerra que disparaba tiros de esperanza, bendiciones, prosperidad, humildad, humanidad e internacionalismo”.
Esta vez, pero con más orgullo, me resume el significado de esa pieza y el orgullo que siente al haber sido su artífice. Sus palabras se entrecortan al hablar de Fidel, lo siente cercano, presente, importante.
“Donde está, es tan mencionado, tan acariciado que su espíritu no descansa, se reparte. Más que desearle descanso, te digo como dicen los negros, Aché para él donde quiera que esté”.