Hasta las nueve de la noche del 24 de agosto, todo discurría en calma en el consejo popular Las Jaguas, perteneciente al municipio La Palma; pero al interior de las casas, los vecinos permanecían intranquilos debido a lo que estaba a punto de suceder.
La quietud de las horas anteriores fue quebrantada poco más tarde por vientos máximos sostenidos de 94 kilómetros por hora y lluvias locales intensas, cuyo acumulado ascendió a los 67,8 milímetros. De esa forma anunciaba la tormenta tropical Laura su arribo a una tierra fuertemente golpeada por la COVID-19, enfermedad que hasta la fecha ha alcanzado a unos 31 palmeros.
A Eladio Lima Lago, productor de la cooperativa de créditos y servicios Joaquín Pérez, lo abordó la prensa provincial mientras acopiaba las frutas desprendidas de sus árboles de aguacate, así como las mazorcas rojiverdes de las plantas de maíz que los vientos le tiraron abajo:
“La tormenta se sintió fuerte, pero no tanto como los ciclones Gustav e Ike que pasaron por aquí en el 2008”, sostuvo el campesino y añadió:
“Días atrás yo pude chapear bastante yuca y gracias a eso no se me malogró la cosecha; porque es sabido que cuando el aire mueve las matas, las yucas se pudren ahí mismo en la tierra”.
Según datos aportados por Yusmaili Martínez Abreu, presidenta del Consejo de Defensa Municipal en La Palma, el evento meteorológico arruinó 122 hectáreas de yuca, 158 de plátano y todo el maíz plantado en el territorio, equivalente a unas 700 hectáreas.
Los menoscabos provocados por “Laura” al fondo habitacional abarcan a 20 viviendas, en su mayoría facilidades temporales. De ellas 15 están enclavadas en el Consejo Popular Sanguily, actualmente en cuarentena. Estos casos se suman a las más de 600 dañadas por fenómenos atmosféricos que aún precisan ser resueltas en el municipio.
Entre los perjuicios a los bienes de la economía resaltan por otra parte el impacto de la tormenta sobre seis túneles de tabaco de la cooperativa de producción agropecuaria Augusto César Sandino y una bodega ubicada en la comunidad de Jagua Vieja.
“En cuanto empezaron a contabilizarse los daños, los dirigentes de los diferentes organismos se nuclearon en torno a cada una de las zonas de defensa para impulsar la recuperación”, explicó Martínez Abreu a Julio César Rodríguez Pimentel y a Rubén Ramos Moreno, presidente y vicepresidente del Consejo de Defensa Provincial, respectivamente, quienes visitaron algunas de las áreas deterioradas.
El recorrido comprendió además al municipio Viñales donde se reportaron averías en 12 viviendas, en la cubierta de un almacén de la escogida de Playuela y en instalaciones del Centro de Suministros Agropecuarios del Consejo Popular San Vicente.
Eumelín González Sánchez, presidente del Consejo de Defensa Municipal en Viñales, señaló que los cultivos más dañados fueron el maíz (110,6 hectáreas), el plátano (27,8 hectáreas), la yuca (91 hectáreas) y la fruta bomba (0,7 hectáreas).
En el Consejo Popular Puerto Esperanza, sitio por donde la tormenta tropical abandonó la Isla, los máximos dirigentes de la provincia conocieron el protocolo de seguridad seguido por la UEB pesquera para garantizar la salvaguarda de sus recursos materiales. Al respecto abundó Magaly Rodríguez Gómez, directora de dicha entidad especializada en la pesca de bonito, cobo y escama: “Desde que conocimos los primeros pronósticos sobre la trayectoria, nos dispusimos a trasladar las embarcaciones (ocho barcos de pesca grandes, cinco auxiliares y 19 botes) hacia el refugio de la zona norte. Otra medida fue proteger las instalaciones de nuestro centro, especialmente la planta de hielo, además de colocar todos los recursos propensos a dañarse bajo buen resguardo”.