Desde hace algún tiempo ya tenemos la posibilidad de realizar compras y pagos electrónicos a terceros. Si bien aún no es la práctica más común entre los cubanos, su uso se extiende cada vez más, y en los momentos actuales ya es casi que una ventaja con uso obligatorio.
Y digo casi una ventaja, pues como se ha dicho en otras ocasiones por los propios especialistas y por el propio escriba, las condiciones informáticas no son las idóneas para todo el trasiego electrónico de divisas o moneda nacional.
Amén de lo anterior, la infraestructura tecnológica tampoco es que lleve la delantera, más bien lo contrario, pues son minoría todavía los comercios que implementan los pagos por códigos QR o a través de la aplicación Transfermóvil o la propia plataforma de EnZona.
Y es bueno detenerse en este aspecto, pues tras el anuncio en la Mesa Redonda sobre la medida de la casi inmediata bancarización del país –como estrategia emergente para hacer frente a la escasez de efectivo en las sucursales bancarias y otros fenómenos más complejos– muchas son las preguntas que permanecen sin respuestas.
Citemos, por ejemplo, el primer pensamiento común y hagamos alusión a lo anterior… ¿cómo se implementará este sistema digital en todas las bodegas y mercados estatales del país, entre otros actores? Esto es algo que no debe tomarse a la ligera, pues acarrea millones de dólares el solo situar los post correspondientes en dichos establecimientos.
Y en ese andar se ha de transitar con pies de plomo, porque las carreras nunca dan buenos resultados, y ya en otras ocasiones hemos “comprado pescado y le hemos cogido miedo a los ojos”.
Pero paranoias e histerias aparte, dejemos algo claro: la bancarización no es un asunto o un invento propiamente cubano. No. Es una práctica común y cotidiana en el resto del mundo, y entiéndase que hasta en la más pequeña de las islas funciona.
Tras conocerse y saltar de boca en boca en el vox pópuli, el tema de la bancarización también ha creado falsos criterios… que si los bancos congelarán cuentas, que si no me permitirán retirar mi dinero, que cómo pago en la placita…, y tantas otras opiniones.
Vamos a ver, el efectivo no va a desaparecer, ni el banco le impedirá sacar su dinero. Recordemos que la idea es lograr que quienes manipulen grandes sumas de dinero, y quienes tengan las condiciones de maniobrabilidad y operatividad hagan mejor y mayor uso de los activos por vía digital.
Esto solo traería ventajas para todos, y no solo por las bondades de descuentos y demás, sino por permitir un mejor flujo monetario a cada uno de los niveles.
Quizás resulte ridículo, pero pensemos en que si guardamos nuestro dinero debajo del colchón, con qué activos comerciarían los bancos y el país, con qué dinero se pagaría entonces a quienes aún no cuentan con tarjetas magnéticas… y más importante, con qué fondos se serviría a los cajeros.
Algo a meditar es que este nuevo horizonte será totalmente gratuito para todos, y lo digo por aquello de que en muchos países los famosos ATM (cajeros) cobran por la extracción de efectivo, y en otros se debe presentar al banco una declaración que avale la necesidad del efectivo. Eso sin mencionar que también existen límites en las extracciones. Aclaro, no doy ideas.
Es solo un ejemplo para que se conozca que no estamos inventando el agua tibia, ni aplicamos una camisa de fuerza.
Por el momento, lo que debemos conocer es que el mecanismo por venir no lo sugirió un cubanoamericano como muchos especulan, y que es un proceso en el cual no solo interviene el banco, sino que en él participarán los organismos de la administración central del Estado, en consonancia con los criterios poblacionales.
Y ojo, para llevar adelante el proceso de manera efectiva, esto será sí y solo sí, se crean en cada localidad las condiciones necesarias para la conformación y mantenimiento de un ecosistema digital, bajo estricto cumplimiento de todas las posibilidades y facilidades a disponer por los clientes. La bancarización solo avanzará en los lugares donde existan las condiciones.
Por último, agregar que como dice el refranero popular, “al cubano no lo mata nadie”, puesto que ante las posibles dificultades futuras, ya hay quienes postean en las redes cambio de monedas físicas por digitales bajo la ley de intereses, barrotes o márgenes de ganancias. Pero eso será tema para otro espacio.