Biagna Xiomara Rodríguez ya es historia. Su segundo lugar en el Campeonato Latinoamericano, efectuado en la ciudad colombiana de Ibagué, constituye el resultado más importante de todos los tiempos del motocross cubano.
Sin embargo, esta pinareñita de 17 años, a la que algunos medios han bautizado como la niña prodigio del motocross de la Isla, quiere más.
Cuenta que empezó a practicar con nueve años en los caminos de los alrededores de su casa, en el kilómetro 5 de la carretera a La Coloma, y que a los diez tendría su primera competencia.
Así se convertía en la primera y única atleta femenina de la especialidad en el país.
El amor por el motocross le viene en la sangre. Félix, su abuelo, integró el equipo Cuba durante los años 70 y 80 del pasado siglo. Alexander, su tío, también llegó a militar en él tiempo después.
Alexey, su papá, fue durante seis años campeón nacional, y asistió a varios torneos efectuados en República Dominicana, Nicaragua y Costa Rica.
Biagna no alcanzó a verlo competir, pero desde muy pequeña sintió que su vocación estaba en las motos y en la velocidad.
«Yo vivo por el deporte que hago. Esto me encanta», dice.
Ni siquiera cuando sufrió aquella caída en que perdió el conocimiento y se hizo una herida de varios puntos en la mano, pensó en desistir.
«Fue en la arrancada. Estaba entre dos motos más grandes. Cuando salimos traté de meterme entre ellas y me exprimieron.
«Recuerdo que estaba en el hospital y no paraba de llorar porque mi papá me decía que me iba a vender la moto, hasta que logré convencerlo de que esto significaba mucho para mí y quería seguirlo haciendo».
Antes de su primera carrera internacional en Ibagué, siempre había competido contra atletas varones. «Al principio se sorprendían y decían: ¿Cómo es posible que una niña nos vaya a ganar? Pero sí, les ganaba».
Biagna asegura que a pesar de ser la única mujer en el motocross cubano, los demás corredores la tratan con respeto, y que fuera de la pista todos son sus amigos.
A la hora de competir es otra cosa. «A veces me dicen que me van a empolvar la cara en la pista, para que no me tenga que maquillar, y cosas como esa, tratando de mortificarme».
A pesar de la experiencia que ya
acumula, confiesa que cuando se está en la línea de arrancada siempre hay nervios, y que lo que más le impresiona son los saltos.
«Siempre he sido de doblar muy rápido, pero al principio me daba miedo saltar. Una vez, llevándome el doble de Sancti Spíritus, recuerdo que hasta cerré los ojos y se me fue un grito».
Con el aval de haber sido campeona de Cuba sub-15 años, y de marchar segunda en el ranking nacional entre mayores, llegó a Colombia para representar a la Mayor de las Antillas en el torneo latinoamericano femenino júnior de motocross.
Su segundo lugar allí resulta extraordinario, no solo por ser la mejor actuación de un atleta cubano a nivel internacional, sino, además, por haberlo logrado en su primera competencia fuera de la Isla, y por todos los percances con los que debió lidiar.
Y es que la moto que le entregaron se averió, y eso la hizo perder un día de entrenamiento. La nueva que le facilitaron era mucho más pesada que la que utiliza normalmente, y tuvo que ir a la clasificatoria sin haber practicado en ella.
Fue, además, una competencia extremadamente exigente desde el punto de vista físico.
«Las carreras eran a 20 minutos más dos vueltas, el doble de lo que normalmente hacemos aquí. Nunca había corrido durante tanto tiempo».
De esta importante experiencia Biagna se lleva varias lecciones. «Lo principal es que tengo que prepararme más para ir por el primer lugar». Pero en Ibagué también dejaría su huella.
«A mi entrenador le decían que no me apurara, que era la novatica del torneo.
«Esa palabra no se me olvida. Así que dije para mis adentros: ¿Novatica? Deja que empiece esto, y tú verás».