Joe Biden sigue sin cambiar su política hacia Cuba, una revisión que tarda para el gusto de muchos electores en Estados Unidos que le exigen respuestas al ahora presidente sobre sus incumplidas promesas de campaña.
Remesas, viajes y apertura de los servicios consulares en la embajada de Washington en La Habana son algunos de los principales reclamos para aflojar, al menos un poco, la vuelta de tuerca que dio al bloqueo el republicano Donald Trump durante su mandato (2017-2021).
La mansión ejecutiva recibió recomendaciones sobre los envíos de dinero a la isla, que fueron severamente restringidos bajo la administración Trump y «esperamos su decisión», dijo la víspera el subsecretario Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols.
También afirmó a legisladores que Estados Unidos enviaría funcionarios consulares de servicio temporal a su representación en la capital cubana para aumentar el procesamiento de visas allí.
Desde que Trump decidió desmantelar su legación diplomática en la isla, los nacionales que pretenden viajar a territorio estadounidense vieron encarecer sus trámites al tener que acudir a un tercer país sin la garantía, además, de que recibirán su visado.
Johana Tablada, subdirectora general para Estados Unidos de la Cancillería cubana, al abordar los efectos de esas medidas coercitivas que recrudecen el bloqueo explicó que “los asuntos migratorios y consulares” son una fácil evidencia del impacto negativo de esa política de asedio.
Recordó que hace casi un lustro el gobierno del mandatario de turno en la Casa Blanca Donald Trump tomó la decisión arbitraria de cerrar la oficina consular después de “fabricar mentiras e ideas de ciencia ficción de que los diplomáticos estadounidenses eran atacados”.
El pretexto de los supuestos ataques acústicos –ahora llamados por Washington “incidentes anómalos de salud”- sirvió a Trump para eliminar vuelos a Cuba, suspender los servicios consulares, entre un conjunto de 243 medidas tomadas en su periodo en el cargo, vigentes aún con Biden.
Muchos se preguntan hasta cuándo tendrán que seguir sufriendo por esas políticas y por ejemplo pagar tres veces el precio de un boleto de avión para estar cerca de un familiar, indicó Tablada.
Por cuánto tiempo las familias estarán separadas, ese es uno de los efectos, pero probablemente uno de los más inhumanos de las políticas estadounidenses, añadió.
Respecto a las remesas, un funcionario estadounidense señaló en noviembre que la Casa Blanca había recibido propuestas acerca de cómo hacerlas.
Pero algunas de esas sugerencias fueron “devueltas para un mayor trabajo para asegurar que el dinero enviado por los cubanoamericanos a sus familias en la isla no caiga en manos del gobierno comunista de Cuba”, indicó.
Nachito Herrera, músico cubano residente en Estados Unidos, cree que a veces se pierde la perspectiva porque alguien pudiera pensar que esa política “es contra el Gobierno cubano”.
En realidad –opinó- es “contra las familias en la isla para hacer que estallen y es por eso que imponen medidas y es por eso que Estados Unidos impide que nuestras familias se reúnan”.
El actual gobernante pidió en julio al Departamento del Tesoro y al de Estado que estudiaran el asunto e informaran sobre cómo permitir el flujo de pagos de remesas, y Nichols no proporcionó este jueves ningún calendario para una decisión.
Biden, a juicio de analistas, tiene ante sí la disyuntiva de marcar una diferencia, pero son muy fuertes las presiones electorales.
Los comicios de mitad de mandato serán el 8 de noviembre. Se renovarán todos los asientos de la Cámara de Representantes y 34 de los 100 escaños del Senado y los demócratas defenderán sus ajustadas mayorías.
No pocos observaron con esperanzas y a su vez con cautela su aterrizaje en la Casa Blanca después cuatro años de un mandato como el de Trump durante el cual todas las señales de avance en la recomposición de los nexos entre Estados Unidos y Cuba se interrumpieron.
Biden traía consigo –en criterio de algunos- la experiencia de haber sido vicepresidente en el periodo de Barack Obama (2009-2017), quien en su última etapa en la mansión ejecutiva admitió que “a las malas”, según la jerga popular, no se llegaría a ningún lado respecto a Cuba.
El país caribeño seguía su rumbo, pese a todas las agresiones pensadas en Washington y a hostilidad de un bloqueo que fue oficializado el 3 de febrero de 1962 por el entonces ocupante del Despacho Oval, el demócrata John F. Kennedy.
Sin embargo, a efectos prácticos, ese cerco unilateral comenzó desde el triunfo de la Revolución cubana el 1 de enero de 1959.
Para Obama, décadas de una misma política hacia la isla no dieron resultados, aunque el objetivo de las 11 administraciones a las que sobrevivió el bloqueo –unas con zanahorias y otras con garrote- ha sido el mismo: destruir el proyecto social escogido libremente por la mayoría del pueblo cubano.
No obstante, el Gobierno de Cuba reiteró más de una vez su creencia en la posibilidad de una relación con Estados Unidos constructiva y respetuosa de las diferencias.