Con más de 400 proyectos de investigación, desarrollo e innovación de productos y servicios encaminados a la sustitución de importaciones y la soberanía tecnológica en sectores claves como la salud, BioCubaFarma se convierte en una organización empresarial de alto impacto en el país.
Eduardo Martínez, su presidente, explicó este martes en la Mesa Redonda que la industria biofarmacéutica centra los esfuerzos en la consecución de tratamientos para enfermedades cardio y cerebrovasculares y cáncer, principales causas de muerte en Cuba y el mundo.
Rolando Pérez, director de Política Científica, detalló la existencia de proyectos dedicados a la biotecnología agropecuaria y medicamentos naturales y genéricos, que inciden en el bienestar de la población y conforman la cartera de exportación del grupo.
Según precisó, hay 20 totalmente nuevos, 15 de ellos destinados a las patologías referidas, y mencionó CIMAvax-EG, la vacuna contra el cáncer de pulmón que en la actualidad se ensaya en Estados Unidos en colaboración con el Instituto Roswell Park, y en la isla se evalúa a nivel poblacional.
Acotó, además, el chequeo mensual de estos proyectos y se toman decisiones como la concentración de los recursos que posibiliten su avance.
Nacido de la fusión del polo científico y la industria químico-farmacéutica, el principal producto de BioCubaFarma son sus empresas, aseguró Agustín Lage, asesor de la entidad.
El experto destacó la presencia, dentro del grupo, de instalaciones con la categoría de Empresas de Alta Tecnología, lo cual evidencia la actividad intensiva en investigación, desarrollo e innovación, con altos estándares tecnológicos.
Refirió que en ellas cierra el ciclo de investigación, desarrollo, innovación, producción, comercialización de productos y servicios de alto valor.
De acuerdo con Lage, para el progreso del sector resulta imprescindible mantener una constante introducción de tecnologías avanzadas, en tanto BioCubaFarma se encuentra inmersa en el empleo de plataformas tecnológicas de la llamada cuarta generación de la revolución industrial.
En ese sentido, puntualizó que la frontera de la ciencia se “mueve” a otro plano, las tecnologías habilitantes, de múltiples usos, la inteligencia artificial, nanotecnología, robótica, control numérico, computación de alto rendimiento, muchas de las cuales nacen del acercamiento de las ciencias biológicas y la de la información.
Cuando empezamos a tratar de articular la estrategia vimos que en Cuba existen muchos grupos trabajando esas líneas en instituciones educativas y empresas, de ahí que el despliegue de capacidades universitarias en todo el país trae consigo el despliegue de la capacidad tecnológica en toda la isla, apuntó.
Dijo que la innovación en el sector también ha estado incidida por el intercambio y la colaboración a nivel nacional e internacional, a partir de sistemas de trabajo que tributen al conocimiento y al desarrollo de capacidades.
La investigación científica y el desarrollo tecnológico constituyen, en la actualidad, actividades globales desde que empiezan y debemos saber manejar una red de interacciones- apuntó Lage-, pues la inserción internacional no es solo comercio exterior, sino contribución a la soberanía biotecnológica cubana.
Rolando Pérez también resaltó la creación de un modelo de gestión de la interface academia-industria con la Universidad de La Habana, que son los laboratorios conjuntos para generar la cultura de propiedad intelectual, la cultura regulatoria y la de desarrollo de negocios.
Cuba ostenta 10 medallas de oro por la Organización mundial de la Propiedad Intelectual, entre ellos el Heberprot- P, producto empleado para el tratamiento de la úlcera del pie diabético.
Durante la lucha contra la COVID-19, BioCubaFarma mostró las fortalezas en el campo de la innovación mediante el reposicionamiento de viejos productos como Jusvinza, para la atención a pacientes graves y críticos, y la obtención de las vacunas Abdala y Soberanas, a partir de plataformas tecnológicas preexistentes.