Luego de 49 años enseñando ajedrez, José Blanco Frías decidió jubilarse. José, como todos sus amigos lo tutean, deja una huella profunda en el deporte de las 64 casillas en San Juan y Martínez.
Sus facultades mentales imprescindibles para mover peones, torres y damas no parecen haber disminuido a pesar de sus 66 años, pero como confesó a este redactor no han pasado por gusto.
“Además, me contagié con la COVID-19 y no la pasé nada bien, hoy todavía padezco de dolores en los huesos, falta de apetito y mareos. Todo esto me limita físicamente, a veces lo pienso para ir a la Academia.
“Ya sin presión de papeles y horario seguiré contribuyendo de forma voluntaria, enseñando sobre todo a los niños mientras siga con la mente clara”.
Conocemos a José desde que se inició en el ajedrez, incluso fuimos compañeros de trabajo en algún momento y junto participamos en muchas competencias provinciales. Lo admiramos por su tesón, cumplimiento de su deber y la sabiduría ajedrecística que alcanzó en estos años.
Siempre me gustó jugar el peón rey que produce partidas combativas, con Blanco hago esa jugada inicial.
Antes de retirarte, ¿qué posibilidades le veías a los alumnos?
“Hay varios alumnos con grandes perspectivas en las distintas categorías. Incluso con posibilidades de ir a los juegos nacionales escolares y pioneriles, porque calidad tienen. Dos de ellos, José Alejandro Morejón es un talento que en un futuro próximo dará quehacer, y Yulieski Contreras con grandes posibilidades de entrar a la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE), a ellos seguiré dedicando tiempo después de mi jubilación.
“En la rama femenina despuntan América Valdés y Carla María Izquierdo, fundamentalmente, aunque hay otras también con muchas perspectivas que si no hubiera llegado la COVID estuvieran hoy muy adelantadas”.
San Juan siempre fue una potencia en el ajedrez escolar, pero en los últimos tiempos a pesar de haber alumnos con posibilidades no quieren ir para la EIDE. ¿A tu juicio a que se debe esta decisión?
“Pienso que los padres de esos niños tienen buenas condiciones de vida en su casa que quizás en la EIDE no las tengan y además, estando en el municipio pueden llegar a participar en los eventos nacionales si demuestran su calidad en los torneos provinciales”.
Blanco empezó a conocer el mundo del ajedrez a los 17 años, como jugador no era una edad óptima, algo que suplió con mucho interés.
¿Dónde aprendiste, quien te enseño, cómo fueron los primeros pasos?
“Visitaba la casa de Bernardo Mier, un amigo de mi papá, donde siempre se estaba jugando ajedrez y yo entraba porque desde el principio me llamó mucho la atención ese deporte y mirando aprendí los movimientos de las piezas. Después tuve la ayuda de Bernardo para ir profundizando en la técnica y me prestaba libros y me regaló un juego. Esto pudo haber ocurrido en el año 1966 cuando la olimpiada de La Habana. Cuando el match Spasski – Fischer, la casa de ese señor se convirtió en un club donde asistían muchos amantes del juego ciencia”
¿Cómo te vinculas a la enseñanza del ajedrez?
“En el año 1972 hacía falta un entrenador de ajedrez y Domingo Rodríguez, director en ese entonces del Inder en San Juan, habla conmigo, estuve de acuerdo porque podría seguir superándome y además tener un sueldo, en aquellos años eran 86 pesos.
“La primera área estuvo en el local que hoy ocupa la farmacia veterinaria en la calle libertad, frente al parque Martin Herrera, junto a la dirección de Deportes”.
Desde ese entonces, ¿cuáles fueron tus principales resultados en la docencia?
“Primero me gradúe de profesor de Educación Física en 1979, que era un nivel medio que se estudiaba en la capital pinareña. Después seguí asistiendo a cursos y seminarios que se impartían en el ajedrez. En el 2011 me gradué de licenciado en Cultura Física, aprovechando que teníamos la universidad local”.
¿Cuál es tu criterio de por qué en Pinar del Río no abundan los jugadores de primera línea?
“Para mí la falta de competencias es fundamental. Recuerda que se jugaba el Hermanos Saíz desde 1972 y prácticamente ha desaparecido. Se juega la provincial y casi no se le da promoción, no se sabe que pasa. La mayoría de las academias municipales no tienen relojes, entonces no es completa la formación ajedrecística; los tableros que tenemos son pequeños, lo que hace engorrosa la preparación y además alejados de lo que pasa en Cuba y en el mundo, pues no hay una computadora con conexión. Estas cosas deben suceder en otras provincias también, aunque reitero, la falta de competencias y topes está influyendo en la calidad del ajedrez pinareño”.
¿Qué satisfacción en el orden personal te ha brindado el ajedrez?
“La cantidad de niños que han pasado por la Academia y que después los veo graduados universitarios y me saludan y reconocen cómo el ajedrez los ayudó en sus estudios. También le agradezco haber obtenido la categoría de árbitro nacional. En el año 1990 fui árbitro adjunto en el zonal de ajedrez por el campeonato mundial que se celebró en Pinar del Río, el árbitro principal fue Rolando Bruno Vázquez”.
¿Qué le aconsejarías a los entrenadores que ocuparan tu lugar o a los que se inicien en esta profesión? “Que deben ser muy organizados y sistemáticos, ponerle mucho amor a lo que hacen. Ser sinceros con los niños, ellos a esa edad son muy sensibles y cualquier detalle que falle puede influir en que abandonen el ajedrez. Y que se preocupen constantemente por su superación, que exijan preparaciones metodológicas vinculadas al ajedrez”.