Brechas que duelen

Hay cuentas de “bodeguero” que te desarman, que te exasperan y desesperan. Cuentas que más de un cubano asalariado ha sacado miles de veces sin que el resultado deje de ser siempre negativo.

Tener que dejar en manos de una mipyme más de la mitad del sueldo por un paquete de pollo coloca el bolsillo contra la pared, le abre hoyos, porque entonces el resto no alcanza.

Por mucho que se estire no da; no da para el aseo y las meriendas de la escuela, mucho menos si es un mes de esos en los que urge comprar un par de zapatos o de casualidad alguien enfermó en casa y necesita otros cuidados.

La realidad es que no encuentras en la red de tiendas del comercio minorista ni siquiera productos de factura nacional, apenas aquello que llega por balance y que obviamente cada vez es menos. Tras algún que otro mostrador, puede ser que halles también ofertas que provienen igualmente de una mipyme, en una suerte de círculo vicioso que no te deja opciones, que te ahoga y asfixia.

Tras esta situación, son varios los análisis que se desprenden, algunos, quizás, más certeros que otros; no obstante, la realidad sigue siendo la misma: solo en los nuevos actores económicos no estatales existen los productos de primera necesidad, alimenticios y de otros tipos.

¿Qué pasó con las facultades de las empresas estatales de Comercio? ¿Por qué tan escasas relaciones contractuales con las entidades productoras? ¿A qué se debe tan poca, casi nula, gestión de bienes y servicios?

Un rosario de respuestas caerá ante estas interrogantes, mas ninguna resolverá el problema que cada vez es más grande.

Por su parte, quienes producen, tienen facultades de contratación, y el producto llegará siempre al pueblo por alguna vía, resulta que lo está haciendo solo mediante una, aquella que tiene mayores márgenes comerciales y que duele más a quien tiene que pagar de una cuenta siempre exigua.

Los análisis pudieran ir, incluso, más allá. ¿Cómo se regula este tipo de relaciones? El modelo económico cubano no es impuesto desde fuera, es diseñado a la luz de nuestros tiempos con todos los cambios que los precios de las monedas puedan sufrir y teniendo en cuenta los más disímiles escenarios.

¿Cómo se garantiza, entonces, la protección al pueblo? ¿En manos de quién recae la potestad de poner coto a los precios abusivos y especuladores?

El rompecabezas que es hoy la economía tiene bastante tela por dónde cortar y otras aristas afloran y enriquecen el debate: ¿Por qué tienen precios extremadamente altos las producciones cooperadas? ¿Tienen las empresas estatales una posición medianamente ventajosa? ¿Por qué un producto cubano en una tienda en MLC se vende más caro que uno casi igual importado desde España?

Si bien es cierto que hoy las micro, medianas y pequeñas empresas juegan un rol fundamental en la economía cubana, no se puede perder de vista que no pueden ser la única de las alternativas, tampoco la canasta básica normada, que no satisface las demandas de una familia, ni puede el país sostenerla.

La empresa estatal, hoy muchas veces deprimida, con pérdidas, con pagos de salarios atrasados por más de un mes, necesita de una mirada diferente para poder impulsar de verdad niveles competitivos de actuación.

De lo contrario, tendremos un sector en desventaja, otro con todas las de ganar, y una parte de la población que cada vez siente sobre sus espaldas las brechas que como nunca se asientan en la sociedad cubana.

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