Por lo general, cuando se escucha el término candidiasis se asocia con los órganos reproductores femeninos y con una serie de manifestaciones que pueden afectar la piel y las membranas mucosas. Pero, ¿solo las mujeres la padecen?
La candidiasis es una infección fúngica causada por levaduras de tipo Candida albicans que crece en nuestro cuerpo en niveles que este es capaz de controlar. Sin embargo, si ciertas condiciones alteran ese equilibrio, el hongo crece más de lo habitual y provoca la candidiasis.
Aunque es más frecuente en las féminas, puede afectar al hombre causando erupción, escozor, inflamación, aparición de placas enrojecidas o blanquecinas en el pene y hasta secreción fétida debajo del glande, además de dolor al orinar o al tener relaciones sexuales, también puede manifestarse en otras partes del cuerpo como la ingle, entre los dedos del pie o la boca.
Expertos aseguran que todos los hombres experimentan candidiasis del pene al menos una vez en su vida, sobre todo aquellos que no están circuncidados.
A pesar de que no se considera una infección de trasmisión sexual, sí se trasmite durante el sexo y tiene factores de riesgo como el uso de antibióticos o corticoides, inmunosupresión, diabetes o mala higiene.
El tratamiento que usualmente se utiliza es a través de antimicóticos y antifúngicos como el Fluconazol, la Nistatina o el Clotrimazol. Igualmente, existen remedios caseros como baños de asiento con bicarbonato o con vinagre que ayudan a aliviar el malestar.
El hecho de que vivamos con candidiasis en nuestro cuerpo implica que podemos evitar un descontrol de su crecimiento y para ello es recomendable hacer ejercicios con frecuencia, evitar usar ropas calientes, apretadas y húmedas, mantener una buena higiene y tener relaciones sexuales protegidas.
Curiosidad: Una investigación realizada por el doctor Mariano Bueno, director de la Unidad de Medicina Biológica y Antiaging de Vithas Internacional, apunta a que en muchas ocasiones el origen de la enfermedad está en el intestino.
Los síntomas que lo indican son ansiedad, cansancio o confusión mental, ansiedad por comer dulces o hidratos de carbono, gases o hinchazón estomacal tras las comidas, sudor nocturno, sueño después de comer, retención de líquidos o dolores musculares y articulares.