Tras un amplio periplo por Cuba, el 17 de enero de 1959 llegó la Caravana de la Libertad de los triunfantes barbudos- con Fidel Castro al frente- a Pinar del Río, un territorio marcado por la desidia de los gobernantes de turno e indicadores de espanto: una esperanza de vida de apenas 53 años y la tasa de mortalidad infantil de 60, 5 por cada mil nacidos vivos.
Fueron recibidos por un pueblo consciente de que la lucha no había sido en vano, pues comenzaba una nueva etapa que aunque difícil “desterró” la pobreza extrema padecida en la región más occidental de la Isla; toda vez que constituía la más atrasada, de ahí el calificativo de Cenicienta.
Arnaldo Graupera Morejón, presidente de la Asociación de Operadores de Radio y representante del Movimiento 26 de Julio en la sección juvenil del Frente Obrero, apenas tenía 29 años entonces.
En una ocasión explicó a la Agencia Cubana de Noticias que ese día de enero permaneció desde por la mañana de pie sin moverse en el mismo lugar para no perder su posición, hasta cerca de las ocho de la noche cuando entraron los caravanistas a la ciudad.
Ahí no se marchó nadie, estaba todo el pueblo en la calle principal hasta el parque de la Independencia. El dueño de la Revista Sol (1955- 1961), en la cual yo escribía en una sección dedicada a la radio, me entregó el documento para mostrárselo a Fidel, pues ese número tenía un reportaje sobre la captura del esbirro Jacinto Menocal, autor de numerosos crímenes en la provincia.
Yo no había programado nada, lo mío era hablar con Fidel y cuando llegó saqué fuerzas, le di la mano y le dije: “Comandante, tengo que hablar con usted”, rememoró el periodista ya jubilado.
Ambos subieron a la rastra que fungió como estrado improvisado en la intersección de las calles José Martí y Rafael Ferro, y el líder empezó a leer la revista abstraído de lo sucedido a su alrededor.
Me preguntó dónde se hacía, quiénes escribían en ella y la elogió- acotó-. Hablamos de la asistencia del pueblo, que todos apoyaban la Revolución y él escribió a petición mía en el texto: “Un saludo a los pinareños a través de la Revista Sol”.
Esa noche Fidel conversó con la multitud allí reunida como un padre lo hace con su hijo.
No había venido a Pinar del Río porque tuve necesidad de permanecer en La Habana durante varios días. Tal era el fervor revolucionario de esta provincia, (…) que durante el trayecto entre Oriente y La Habana me llegaron las insinuaciones de numerosos compañeros, pidiéndome que antes de llegar a La Habana viniese a Pinar del Río, aseguró.
No era posible, sin embargo, detener la marcha de toda la columna para hacer un rodeo por la provincia, y yo les respondía a esos compañeros: “No se preocupen, que a Pinar del Río no lo tenemos olvidado, que a Pinar del Río iremos”, dijo.
También explicó las medidas del gobierno revolucionario para cumplir el programa del Moncada, desmintió las calumnias de la prensa extranjera para desacreditar a la naciente Revolución y manifestó sus deseos de actuar para sacar al territorio de la miseria y el abandono.
Considerada muestra de la fuerza de un pueblo unido, la Caravana de la Libertad marcó un nuevo comienzo para Vueltabajo y la mayor de las Antillas, por eso cada enero miles de pinareños recuerdan su paso por esta región y una representación rememora el trayecto desde el municipio de Los Palacios hasta la urbe capital, cual continuidad de un proceso revolucionario respaldado por los hombres y mujeres de esta tierra.