Evitar la propagación del coronavirus responsable del Covid-19, es una tarea de primer orden para el gobierno cubano y el Ministerio de Salud Pública. En tal sentido, se han habilitado a lo largo del país diversos centros de aislamiento para los contactos de sospechosos, o de casos confirmados de la enfermedad.
En Pinar del Río, radica una de estas instituciones, la cual acoge hasta el momento 25 pacientes. Dispone de una sala de pediatría, otra para mujeres y una tercera de hombres. Se prestan servicio de rayos X, ultrasonido diagnóstico, laboratorio clínico, farmacia, entre otros.
“El hospital recibe los casos remitidos por el Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM). La vigilancia se hace durante 14 días, a partir del último contacto que tuvo el paciente con el caso sospechoso o confirmado. Durante ese tiempo, es evolucionado alrededor de tres veces al día, se le toman los signos vitales, y en caso de aparecer cualquier síntoma, es trasladado hacia el hospital León Cuervo Rubio como sospechoso”, explicó a la prensa Lladilis Jiménez Medina, mayor de los servicios médicos de las FAR.
El centro cuenta con cuatro equipos, compuestos por médicos, enfermeros, tecnólogos de la salud y personal de servicio. Estos trabajan 24 horas y descansan 72 hasta el siguiente turno.
A Carlos Fabián Sánchez Pérez, enfermero especializado en cuidados intensivos pediátricos, lo llamaron a su casa uno de sus días de descanso, desde la vicedirección de enfermería del Hospital Pediátrico Pepe Portilla, para preguntarle si estaba dispuesto a prestar servicios en un centro de aislamiento. Respondió de inmediato que sí.
Su formación altruista lo llevó antes a cumplir misión en Venezuela y Guinea Ecuatorial. Ahora lucha en primera fila contra la pandemia que tiene al mundo desquiciado y triste.
“Nuestro protocolo de trabajo exige una observación de enfermería cada ocho horas, dar seguimiento a los pacientes que vienen con otra patología y velar celosamente por la aparición del más leve síntoma”, refirió el licenciado y apuntó el rigor con que se cumplen las medidas de seguridad:
“Cuidamos de colocar al paciente de espaldas en el momento de realizarle el examen físico y los distintos procederes, evitando así el contacto del personal médico con las partículas de saliva”, explicó.
Daniel Alejandro Sosa González, de 13 años, está internado en el hospital desde el pasado 21 de marzo.
“Al principio lo asumí con tristeza, pero luego me contenté al ver que los médicos son muy buenos, se preocupan por mí y me hacen reír”, expresó el niño, quien cursa su tercer año de danza en la Escuela Profesional de Arte.
El jueves 26 en la madrugada, ingresó Juan Carlos Cruz Echevarría, natural de La Palma:
“Aquí estoy en espera del resultado de las pruebas de mi hermano, que es un caso sospechoso. Desde que llegué la atención ha sido muy especial. Nos dan una comida muy buena y todos son amables”, dijo Echevarría, y no olvidó elogiar la preocupación de los especialistas de atención primaria de su municipio, quienes desde un inicio dieron un seguimiento riguroso a todos los miembros de su familia.
“Tengo una niña de un año y cuatro meses y el personal médico de allá pasa hasta dos veces al día por la casa para verificar su estado de salud. También llaman por teléfono para preguntar cómo me siento, eso se agradece”, reconoció.
Durante la visita por el hospital de vigilancia conocimos a Olga Lidia Cáceres Cruz, la pantrista encargada de llevar las diferentes comidas hasta las camas de los pacientes.
“Yo soy una guajira que no me gusta hablar”, dijo tímida cuando nos acercamos a conversar y aseveró que se quedará hasta el final en su puesto, donde es tremendamente útil, aunque ni ella misma lo perciba así. La disciplina y humildad de personas como esta mujer, hacen posible el éxito de una institución pensada para garantizar la salud y el bienestar de los cubanos, que no nos dejaremos vencer por la Covid-19. La guerra está echada.