Cada jueves Daniel Raúl Chala González entra a zona roja. Este músico y profesor de la escuela de arte Pedro Raúl Sánchez de la capital pinareña sabe muy bien lo que es el humanismo.
Él y sus compañeros de trabajo desarrollan disímiles actividades para garantizar la atención (higiene, alimentación) a los pacientes que ingresan en su escuela, que funcionó durante meses como centro de aislamiento para personas que son contactos de enfermos de la COVID-19.
“Para mí es una enorme experiencia y no me arrepiento, sé que debemos de cuidarnos al máximo, tanto mis compañeros como yo, todos antes de comenzar hablamos de lo que debemos hacer y al finalizar nos reunimos, es decir que a las siete u ocho de la noche cuando terminamos comentamos de lo que hicimos bien y de lo que podemos mejorar”.
¿Piensas que la labor de ustedes es un acto de valentía?
“Sí, enfrentar ese reto es duro, puedo decirte que te juegas la vida, y si no tienes la debida protección u omites algo de lo que debas cumplir, te expones.
“Entro a la zona roja pues es una cuestión humana con la que debo cumplir, provengo de una familia revolucionaria que nunca ha echado para atrás, y no me siento mejor que mis compañeros que, aunque quieren, desgraciadamente no pueden porque están enfermos.
“Es válido en esta oportunidad aprovechar para reconocer a todo el personal del centro, a los directivos y trabajadores, no solo los de zona roja, sino los que están en cada tarea, porque cada cual tiene una misión y cumple, no por cuestión salarial, sino moral. Es cumplir con la Revolución, la cultura, la ciencia y el país.
“Todos de una forma u otra hacemos lo que nos correspondió, y seguiremos el apoyo a esta causa, nos toca y siempre daremos el paso adelante”, afirmó.
Las jornadas en el centro de aislamiento hacen que Chala tenga historias para contar, y escucharlo hablar nos lleva a pensar en las palabras de Martí a su Ismaelillo y la fe en el mejoramiento humano, en la vida futura y en la utilidad de la virtud.
“Le brindamos una atención esmerada a las personas de determinadas edades, hemos trabajado en colectivo y bien unidos.
“Principalmente nos esmeramos con los niños, porque llegan de determinadas edades y hemos tenido que llevarles desde el desayuno hasta la merienda de las 10 de la noche.
“En zona roja cada día cuatro personas se dedican a servir y ocho a limpiar, son 12 en la jornada.
“Hemos tropezado con momentos tristes: hace unos días, por ejemplo, una señora que estaba comiendo se nos acercó y nos dijo que no sentía el paladar, y eso nos afligió, porque ya sabíamos que la venían a buscar. La vimos con síntomas de decaimiento, tal vez ya estaba haciendo fiebre, uno se sensibiliza mucho con los pacientes.
“Es importante reconocer el sacrifico de todo el personal anónimo de la escuela, como los cocineros, que desde bien temprano en la mañana comienzan su faena cada día, hasta la última merienda que se brinda en la noche. Ese es un quehacer consciente de cada uno”.
El entrevistado nos habló de cómo realizan la labores de limpieza y entrega de comestibles y del rigor con las medidas higiénico –sanitarias.
“Los alimentos se los entregamos personalmente y evitamos los contagios, somos exquisitos al seguir todas las medidas y precauciones. Respetamos el distanciamiento. Mientras se limpia, los pacientes se mantienen en las camas”.
MÚSICO Y DOCENTE
Chala, como le conocen sus amigos, alumnos y el público, tiene más de 35 años de experiencia como docente en la escuela de arte pinareña y en estos momentos se desempeña como maestro percusionista acompañante y personal de apoyo en la docencia.
Por la abuelita de un alumno, supimos que este músico-docente es un ser humano especial y que se caracteriza por su afabilidad, gentileza, responsabilidad y disposición para enseñar y ayudar a los demás.
“Soy el administrador y fundador del septeto PinarSon, de la empresa comercializadora de la música Miguelito Cuní. El grupo lleva 22 años de formado, tenemos 12 giras internacionales y una misión internacionalista en Venezuela, en la cual estuvimos junto a Raúl Torres”.
Chala es consciente de lo útil que ha sido la labor de los educadores en esta lucha contra la pandemia, por eso siente orgullo sano.
A este músico, formador de varias generaciones, cuando camina por Pinar del Río muchas personas lo saludan, entonces siente orgullo por su ciudad, por su familia, por la herencia musical que les deja a sus hijos y por su pequeña nieta Aliesh.
Él no sabe si tendrá que entrar de nuevo a zona roja. Ahora es otro el personal encargado de esa tarea, pero está dispuesto porque en la vida de este pinareño viene como anillo al dedo el concepto del filósofo griego Aristóteles de que la verdadera felicidad consiste en hacer el bien.