Es Juan Charles Díaz, de 74 años de edad, un visionario que ha dedicado al béisbol 65 años de su vida. Uno puede asegurar que, con solo ver en acción una o dos veces a un pelotero, él sabe lo que da. Y son pocas las apreciaciones en las que se ha equivocado. Así lo confirma la historia de grandes de la pelota cubana como Omar Linares, Alexander Ramos, Alexei Ramírez y Yobal Dueñas.
“Linares era un deportista completo. Pudo haber jugado baloncesto, voleibol… Lo que hubiera querido. Cuando Omar tenía 15 años fui a la Eide y lo vi. Esa temporada, al conformar el equipo Forestales, lo propuse para el conjunto. Yo era el director. Recuerdo que algunos entrenadores no estuvieron de acuerdo, dijeron que no se podía quemar etapas, que perdería clases en la Eide.
“Les comenté que no sería así, que él jugaría nada más cuando la selección estuviera en Pinar del Río, pero que tenía calidad para estar ahí. Y ese fue el despunte de Linares.
“En el caso de Alexei, te puedo decir que empezó conmigo en la Academia. Muchos creían que sería jardinero central; otros, segunda base. Yo siempre pensé que tenía las condiciones idóneas para ser torpedero.
“Y ahí fue donde se desarrolló. Hubo un momento en que estuvo entre los mejores peloteros de Cuba y hasta en Grandes Ligas brilló en el campo corto.
“Para hablarte de Alexander, por supuesto, remontémonos a la Isla de la Juventud. Un año en que el equipo de ese territorio estaba mal nos enviaron a José Manuel Cortina y a mí para allá.
“Cuando llegamos no teníamos torpedero y estábamos formando el conjunto. Distinguimos a Alexander en el entrenamiento, empezaba como jugador. Al verlo, dije que él no era short, que daba una buena segunda base. Entonces lo pasamos para esa posición.
“Ya había otro camarero, pero veía en ese rol a Alexander. Así surgió. Le dedicamos muchas horas de trabajo y triunfó. Fue el hombre de hierro de la pelota cubana.
“Por último, me preguntaste por Yobal Dueñas. Tuvo una etapa en la que presentó problemas en la mecánica de bateo. Un día se me acercó y hablamos. Luego hizo el Cuba. Igual, en un momento de sus carreras me consultaron Lázaro Arturo Castro, Luis Alberto Guerra, Yosvani Madera… He trabajado con muchos atletas. Vivo orgulloso”.
¿Cómo llega a ser entrenador? ¿Por qué el apodo de Charles?
“El Charles me lo puso un activista habanero cuando viví un tiempo allá. Aunque debo aclarar que soy pinareño. Pero a los nueve años me trasladé hacia la capital, junto con mis padres.
“Entonces, como te decía, ese activista del Inder me comparó con un jugador profesional de aquellos tiempos que se llamaba igual (Charles Neal). Empezó a decirme así y se quedó Charles como nombre de ‘combate’ en el béisbol”.
¿Y de dónde ha salido ese olfato para detectar el talento?
“Eso uno lo lleva adentro desde que nace y luego lo desarrolla. Pienso que la vista es muy importante, y también estar dentro de un terreno de pelota, donde ves las particularidades que otros no ven. Eso me ayudó mucho, además de confrontar con la gente y el diálogo con atletas y entrenadores de calidad.
“No es que uno sea mago; uno ve y compara. Siempre nos guiaron entrenadores experimentados como José Joaquín Pando, Lázaro Rivero, Ramón Carneado. Tuve profesores buenos y esos consejos los asimilamos.
“Así logré una visión diferente a la de algunos sobre el juego de pelota, porque se debe ir al detalle cuando vemos un partido. Saber quién no corrió bien las bases, por qué no se tocó la bola, si se perdió el choque en el primer inning. Y a todas esas peculiaridades se les saca provecho”.
¿Aplica eso actualmente? ¿A qué se dedica?
“Estoy recontratado en el Inder, porque llevaba jubilado ocho años. Trabajo con la preselección de Vegueros en el área de la ofensiva, junto a Luis Giraldo Casanova.
“Tratamos de ayudar en el pensamiento táctico, porque las condiciones físicas las tienen. A veces, del cuello hacia abajo son jugadores buenos, pero del cuello hacia arriba… piensan poco. Entonces, lo que buscamos es que piensen, porque para batear, que es lo más difícil en el béisbol, hay que pensar.
“Te digo que pararse en el cajón de bateo no es fácil. Fíjate si es así, que un bateador puede fallar siete de 10 veces, y sigue siendo un gran bateador. Pero de lo que hablamos es de la mentalidad y la capacidad que tengas para explotar tus potencialidades.
“Si no eres un bateador de fuerza, no es para que trates de dar jonrones, se te debe especializar y darte la posibilidad de que te encuentres tú mismo. Nadie es mago para decirte con una varita mágica: ‘Vas a batear’. El entrenador da las armas y el jugador debe guardarlas y desarrollarse.
“Igualmente, el profesor tiene que ser un hombre de ética, honesto; estar preparado en lo que hace, ya sea en una jornada de trabajo o unidad de entrenamiento, como le llamamos, o en el propio juego.
“También, tener la visión de adelantarse a los acontecimientos durante la preparación o en el partido de pelota. Y por último, se debe tener vocación, porque si no te gusta el béisbol, no lo enseñarás con calidad”.
A pesar de que trabajó en el exterior muchos años y de ser un entrenador altamente cotizado optó por continuar en Cuba…
“Me gustaba mi trabajo. Y siempre iba a enseñar con el corazón. Nunca pensé quedarme en otro país, aunque haya prestado servicios en varias naciones de Europa y América. Primero, me place vivir en Cuba y, segundo, tenía una familia detrás y debía atenderla”.
¿Cuáles son sus consideraciones sobre el béisbol cubano actual?
“Hay que mejorar en la logística. Se están yendo muchos atletas, porque no hay un aseguramiento y no tienen los problemas resueltos, pero aquí siempre habrá talento.
“Antes se iban los atletas hechos, ahora se los llevan de 14 y 15 años. Y en Cuba hay buenos entrenadores que los podrían formar. Durante décadas ha habido buena estructura, excepto en la Academia, pero, a pesar de eso, se ha garantizado la continuidad.
“Sin embargo, se ha perdido la logística, el acompañamiento necesario. Hay quienes no saben hacer las cosas y no llaman a la gente cuando debe ser y cuando hay que ponerla en su lugar. Eso también influye.
“Soy de los que cree que el béisbol cubano se puede recuperar, pero debe haber más apoyo. Si no lo hay, los atletas empiezan a sacar cuentas de que el sueldo no les da para sostener a sus familias o tienen problemas de vivienda y transporte, como todos en el país. Entonces empiezan a ver otras posibilidades afuera”.
¿Qué elementos son necesarios para dirigir un equipo de béisbol? ¿Qué opina de los directores en Cuba?
“Dirigí muchos años y te diría que la función más impagable que hay es la director de equipo, porque eres el máximo responsable de todo lo que pasa y nunca van a pagar los peloteros, lógicamente.
“Dirigir es un arte, al igual que lanzar, como dirían José Manuel Cortina y Jesús Guerra, ya fallecido.
“A veces, no es solo conocer de béisbol, sino de psicología, y seguir a los jugadores: su situación económica; cómo se comportan; si cumplen la relación trabajo-descanso, uno de los principios del entrenamiento deportivo. Hay gente que nace con ese don y lo desarrolla, pero, como siempre digo, ‘el mánager no hace al equipo, el equipo hace al mánager’.
“Cualquiera puede tener un buen conjunto y alcanzar resultados, pero eso no quiere decir que sea un buen director. Dirigir una selección de béisbol es más difícil que dirigir una empresa, por el mismo carácter de los atletas”.
“Mi referente en ese sentido es Ramón Carneado. Era un pedagogo y un gran ser humano, pero a la vez muy técnico, porque conocía el béisbol”.