Sin pelos en la lengua
La entonces pinareña Artemisa contó con jugadores de mucho nivel, entre ellos el tozudo, humano y a veces violento, Francisco (Chito) Quicutis, quien dedicó su vida a las bolas y los strikes, dentro y fuera de la Isla, preferentemente como jardinero, primera base y manager. Bateaba y tiraba a la derecha. Alcanzó 5’ 11 de estatura y 180 libras de peso.
Nació en Artemisa, el 10 de octubre de 1918 (en algunas fuentes aparece 1919) y falleció el 22 de febrero de 1970. De carácter fuerte, alegre y bromista. Llegó a defender todas las posiciones y algunas veces lanzó. Jugó en 1936 con el equipo Luz Caballero.
Después se destacaría con el Artemisa de la Liga Nacional Amateur, desde 1938 hasta la primera mitad de la década del cuarenta. En 1942 terminó entre los primeros bateadores con .354 (96-34), 27 carreras impulsadas, 17 anotadas, 9 dobles y 2 triples. Fue puntero en dobles. También se desempeñó como lanzador en 1942 (10 juegos lanzados, 4 ganados y 3 perdidos, con 36 ponches propinados y 2,51 en carreras limpias permitidas). En 1943 (14 lanzados, 5-2, 36 ponches y 2,50).
Según el investigador Roberto González Echevarría, Quicutis tenía una fuerza descomunal al bate:
Los antillanos apabullaron al conjunto de Venezuela, con marcador de 8 a 0, y Quicutis envió uno de los lanzamientos de Canónico por encima de la pizarra, para un jonrón que debe de haber superado los quinientos pies.[1]
Participó en las Series Mundiales Amateurs de 1942 y 1943, ganadas por la Selección Cubana, en calidad de anfitriona. Patrulló el jardín central y en 1942 estuvo entre los tres que consiguieron un cuadrangular, además de terminar como 2do. empujador (12). Ese jonrón fue el que marcó el desquite del Cuba frente al venezolano Daniel Canónico (8 x 0) y resultó una conexión de las más largas de La Tropical, calculada sobre los 500 pies. Según Mario Robainas:
En Quicutis impresionaba tanto su poder al bate, como la potencia de su brazo. Le ponía tanto a la bola, que en diversas oportunidades se le utilizaba como lanzador, igualmente en los amateurs que en los profesionales. Con el equipo de Artemisa sumó 16 victorias y 7 derrotas, aunque desempeñaba fundamentalmente los jardines. Su selección para el equipo Cuba de 1943, fue como jardinero y séptimo lanzador. Además, lanzó eventualmente en la Liga Profesional Cubana…[2]
Participó en cuatro temporadas de la Liga Profesional Cubana y un torneo independiente. En 1943-1944, con el Marianao (.243); 1944-1945, alternando entre Marianao y Cienfuegos (.168); 1946-1947, con el Havana Reds del torneo independiente de la Liga de la Federación (.218); 1947-1948, con el Habana (.167) y 1948-1949 (.143). Total: en 453 veces al bate consiguió 93 hits para promedio de .205 con 43 anotadas, 34 impulsadas, 10 dobles, 6 triples, 1 jonrón y 1 base robada.
Jugó para los Havana Cubans en tres campañas: 1947 (.282), 1948 (.295) y 1949 (.169). Total: en 272 desafíos y 1 001 veces al bate registró 281 hits para promedio de .281 con 147 anotadas, 192 impulsadas, 51 dobles, 19 triples, 21 jonrones y 14 bases robadas. Con ese equipo resultó 2do., empatado en jonrones de por vida (21), 5to. en impulsadas (192), en promedio (.281) y en triples (19). En 1947 lideró los jonrones (14) y las impulsadas (100). El 13 de agosto de 1947, con ese equipo bateó 3 jonrones frente al West Palm Beach.
Francisco (Chito) Quicutis participó en siete campañas de Ligas Menores de los Estados Unidos, entre 1944 y 1952, con los equipos: Williamsport Grays (1944), Chattanooga Lookouts (1944), Havana Cubans (1947, 1948 y 1949), Sherman-Denison Twins (1949, 1950 y 1951), El Dorado Oilers (1950), Alexandria Aces (1950), Mexicali Eagles (1951), Apaches de Laredo (1951) y Dorados de Chihuahua (1952). En 729 desafíos y 2 470 veces al bate consiguió 703 hits para promedio de .285 con 130 dobles, 49 triples, 56 jonrones y slugging de .445.
Dirigió el Artemisa Sports Club, de la Liga Nacional Amateur, a finales de los años cincuenta del siglo XX, equipo que bajo su mando se coronó en 1957 y 1959, únicos pergaminos alcanzados por la más occidental de las provincias, en aquella época.
Al triunfo de la Revolución guio el Vegueros de las primeras Series Regionales Occidentales, de donde surgieron varios refuerzos para los planteles Occidentales e Industriales, desde la II Serie Nacional hasta la V; en la VI estuvo al frente de Occidentales, en sustitución de Gilberto Torres.
Trabajó como entrenador desde los primeros momentos del triunfo revolucionario de 1959, destacándose con los conjuntos de Pinar del Río. Dirigió varias temporadas en Vueltabajo y fue, junto al también artemiseño, Ismael (Gallego) Salgado, los primeros directores en la VII Serie Nacional (1967-1968).
Quicutis con el Vegueros y Salgado el Pinar del Río, donde nuestros equipos quedaron últimos. Vegueros en el penúltimo lugar (33-65) y en el sótano Pinar (12-85). Después, otro gallo cantaría, hasta el sol de hoy.
Quicutis, que discutía con pasión las jugadas, dejó una estela de respeto en la Pelota Cubana. También tuvo un buen sentido del humor. En un juego, Orlando Leroux, su antiguo compañero del béisbol profesional, quien dirigía Henequeneros, ante una polémica decisión se sentó en el home. Quicutis lo incriminó: “—No te levantes de ahí, si a mí me pasa eso hago lo mismo”. Leroux, dándose cuenta que el artemiseño buscaba un forfeit, decidió levantarse y continuar el desafío.
Jugó en la Liga Mexicana, entre otros equipos, para el Indios de Juárez, junto a Conrado Marrero. Le unió una bonita amistad con Pedro (Natilla) Jiménez.
Hombre de anécdotas, en las primeras Series Nacionales incumplió la orden de Fidel, cuando exigió que Tomás Valido se hiciera lanzador, pero comenzó a dar pelotazos con lanzamientos supersónicos y los rivales se quejaban. El manager decidió que Valido se fuera para los jardines, después le explicaría al Comandante en Jefe.
Casi tuvo que obligar a Nilo Delgado para que dejara el juego y se fuera para su casa a atender al hijo recién nacido. No entendió bien cuando, en pleno desafío, Jesús Guerra sintió un tremendo dolor en el brazo, lo obligó a seguir lanzando y Guerra sufrió una fractura. Nadie, más que él, atendió a quien sería un rutilante pitcher de Vueltabajo.
Así era, violento y tierno, inigualable. En la actual provincia de Artemisa, lleva su nombre la “Escuela Comunitaria Deportiva N.º 3”, como recuerdo de Francisco (Chito) Quicutis. Fue y es, una figura irrepetible.
[1] Roberto González Echevarría: La gloria de Cuba. Historia del béisbol en la isla. Editorial Colibrí. Madrid, España, 1999, p. 404.
[2] Mario Robainas: La pelota en Artemisa. Contribución histórica. Editada por la Comisión de Historia del INDER Regional Artemisa (s/f).