A poco más de 100 días de la aparición del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, la comunidad científica global acelera el estudio sobre este agente infeccioso, que ha causado desde su aparición en China en diciembre de 2019 más de tres millones de contagiados a nivel planetario.
Ante la crisis sanitaria impuesta por este virus desconocido y la declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como pandemia, los científicos se preguntan cuáles serían las medidas más efectivas, qué medio diagnóstico utilizar, en qué momento se podrá lograr una inmunización.
Unas 70 vacunas específicas están en curso en diferentes puntos del planeta -la de China y Estados Unidos entre las más avanzadas-, a la vez que varios ensayos clínicos para definir tratamientos se realizan en algunos países.
Cuba, con un potencial científico de alto nivel, puso a disposición su maquinaria investigativa desde el primer momento que se confirmaron los casos iniciales en la ciudad china de Wuhan, con un mega-plan que involucra a todos los sectores de la sociedad.
Investigadores de las disímiles especialidades de las ciencias biológicas, estadísticos, matemáticos, participan en los estudios que conducen a un algoritmo propio para enfrentar la dolencia. Están trabajando duro, a contrarreloj.
Desde la ciencia aplicada, se mostró un modelo matemático para estudiar el comportamiento de la Covid-19 en la isla, y este mes de mayo acapara la atención de los especialistas, por la posibilidad de que ocurra el llamado pico máximo de enfermos en la isla, con una cifra que debe oscilar en dos mil confirmados, según los pronósticos.
Mientras, el escenario más desfavorable o crítico sería que esa cifra se duplicara en el mismo periodo a partir del primer caso confirmado el 11 de marzo último. La idea es ‘halar’ la curva, y que se comporte como meseta, insisten los especialistas, tras reiterar que para lograrlo, se deben cumplir las medidas sugeridas: el aislamiento social, como la más eficaz.
Responsabilidad individual para la reducción del riesgo
Unidos en la lucha contra una pandemia que no distingue entre sexo y edades, el Gobierno y las autoridades sanitarias de Cuba alertan a la población sobre la responsabilidad individual, la importancia de acudir al médico ante la presencia de síntomas y en la sinceridad que debe primar cuando los estudiantes de medicina visitan casa por casa para realizar la pesquisa en busca de casos.
De hecho, para potenciar el sistema de monitoreo, estudiantes y profesores de la Universidad de Ciencias Informáticas desarrollaron una aplicación destinada al autochequeo sanitario. El pesquisador virtual, disponible sin costo alguno, constituye otra herramienta para conocer el estado de salud de la población.
Según datos oficiales, en apenas 24 horas de su puesta en marcha, 11 237 personas utilizaron el servicio, y se pudo conocer que 61 declararon ser contacto de algún paciente confirmado con la Covid-19.
A los científicos el nuevo coronavirus les ha impuesto para su control una barrera, la del distanciamiento social, la única ¨vacuna¨ posible por el momento.
La comunidad científica cubana anda por los dos escenarios, en poner a disposición de los habitantes de este país un fármaco para potenciar la capacidad de respuesta del sistema inmune, y en el caso de enfermar, todo un arsenal terapéutico, con mezclas de interferones, biomoduladores y factor de transferencia, como complementos o paliativos para vencer al virus.
Para fortalecer la inmunidad innata próximamente podría estar a disposición de pacientes el inmunopotenciador CIGB 2020 del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología CIGB), considerado uno de los aportes más cercanos para proteger a los enfermos, a la espera del inyectable específico.
Desarrollado por el CIGB, el candidato puede constituir un acercamiento a la terapia contra el nuevo coronavirus, pues aunque no constituye una cura, sí apuntala el sistema inmune, mecanismo vital para enfrentar cualquier agente infeccioso.
Probada en estos momentos como parte de la metodología investigativa en pacientes positivos de la enfermedad tratados en Cuba, otros voluntarios sospechosos y contactos, se dirige sobre todo a personas mayores de 60 y de 70 años que de manera natural presentan disminución de esta respuesta.
A la par, se ensaya con el CIGB 258, un inyectable destinado a tratar las enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis, y con una preclínica ya avanzada.
Al conocer en datos publicados por China sobre algunos procesos que se desataban en los pacientes graves, nos dimos cuenta que este fármaco tenía potencialidades, describió María del Carmen Domínguez, líder de este estudio.
En pacientes en ese estadio de la enfermedad se produce una tormenta de citoquinas, que rebasan al límite las inflamaciones y bloquen al sistema inmune. Este fármaco regula la hiperinflamación que se produce, detalló la científica, tras dar a conocer que hacía pocas horas supo que uno de los enfermos caminaba ya por su sala de hospitalización.
Mientras se busca proteger al máximo a los enfermos, se trabaja de manera ardua en la vacuna cubana específica contra el SARS-CoV-2, aunque será una solución a largo plazo.
El CIGB labora en cuatro estrategias vacunales para expresar antígenos en diferentes hospederos, entre mamíferos, levaduras y bacterias, señaló en el panel de expertos Gerardo Guillén, director de investigaciones biomédicas de esa institución.
Acompaña este proyecto, el Instituto Finlay -líder en la vacuna cubana antimeningocócica- , que se integra con sus colegas del CIGB en el estudio de esos candidatos y laboran en otra formulación específica basados en un mecanismo de expansión viral, similar al del sida.
Otros proyectos se suman a la larga lista de investigaciones que lleva adelante el país para vencer este letal virus, aspectos que se podrán ser temas de otros artículos para venideros números de esta revista.