Los niveles de infestación por Aedes Aegypti disminuyen, sí, pero no como quisiéramos, no como necesitamos.
Este mismo semanario ha informado periódicamente la situación que presenta la provincia y el reclamo de no pocos vecinos es: “Pero no se fumiga”, y es cierto que por mucho tiempo apenas se fumigó y solo se mantuvieron los controles de foco allí donde aparecían casos sospechosos de dengue.
Las disponibilidades de combustible no permitieron en su momento hacer tratamientos intensivos, lo que se hace ahora solo en consejos populares muy complejos, aunque exista focalidad en todos los municipios, pero también hay que sacar otras cuentas.
El mosquito no vive en un tanque que tenga abate, el mosquito no vive en un patio debidamente chapeado, el mosquito no vive en un vaso de agua espiritual que se cambie periódicamente y tampoco vive en las botellas que están boca abajo.
Entonces la responsabilidad se comparte. Los centros de trabajo deben hacer su parte, que en no pocas recepciones es imposible sentarse sin que una sarta de insectos te “coman” las piernas en cuestión de minutos o debajo de un buró parezca que tienen lanzas.
Los organismos responsables del saneamiento llevan también una cuota de compromiso, mantener niveles adecuados de higiene no es una tarea épica, es apenas, su encargo social, con todas las complejidades que ello puede acarrear en el momento actual de escaseces y limitaciones.
Está Salud, que no debe ni puede menguar en las pesquisas, en el control de vectores, en las acciones de control de focos allí donde se confirma uno; y está la familia, el hogar, el vecindario, que es donde se libra y gana esta batalla.
Pinar del Río, una ciudad que a pesar de todo lo que se ha hecho para mejorar, mantiene los ciclos de distribución de agua más elevados de todo el país, posee en ese aspecto un punto medular que se entroniza con la focalidad del mosquito.
Son muchos los consejos populares cuyos ciclos de agua son superiores a los 20 y 30 días y el líquido se guarda en vasijas, tanques, cualquier tipo de recipiente, por lo regular bajo, que permita disponer de él cuando se necesita.
Y es lógico que así sea si no se sabe cuándo se volverán a llenar, pero entonces esos recipientes deben estar bien tapados, limpios, habrá que cepillarlos cada cierto tiempo, porque no hay improvisación en lo que decimos. Coinciden estos lugares hoy con los de mayor infestación y transmisión demostrada y declarada.
Los serotipos de dengue que circulan hacen que los pacientes debuten con síntomas diversos, que van desde fiebre, rash, inapetencia, dolor abdominal, hasta fatigas y desmayos. Y nada más triste que ver a un niño con ellos o a un anciano, cuyas fuerzas no le alcanzan ya para hacer frente a la dura enfermedad.
Los protocolos sanitarios están establecidos para el tratamiento a quienes lleguen a consulta; así queda establecido quién permanece en el hogar en un ingreso domiciliario y quién será atendido en una institución de Salud, pero para eso es preciso que se acuda al médico. En lo adelante se deciden las conductas a seguir.
No obstante, urge tomar medidas para no llegar a estos extremos. La mejor alternativa es erradicar el vector y no son pocas las casas que estando enclavadas en las zonas priorizadas por la fumigación, permanecen cerradas, como tampoco todas se recuperan en el horario de la tarde.
Es perder el tiempo culpar a unos o a otros. El mosquito está, pica, molesta, enferma, ni hablar si es una noche de apagón. Lo más sensato es enfrentarlo desde todas las aristas y frentes posibles. Es preciso llegar a finales de septiembre y octubre, históricamente, meses muy lluviosos, en mejores condiciones. La salud de todos, así lo necesita.