Los biscochos de soletilla, como originalmente se les conoce, son un bocadillo dulce, ligero y muy rico que también sirve de base para muchas otras preparaciones de repostería. En Cuba lo conocemos simplemente como bizcochos.
Igualmente puedes consumirlo con café o chocolate, que son las formas más comunes que probamos en nuestro país.
Recibe múltiples nombres en dependencia de la región donde se elabore, por ejemplo, en Argentina y Paraguay se le conoce como vainilla, por su aroma y sabor.
Mientras que en el Salvador se les nombra suspiros, en Chile y Brasil galletas de champaña, en Colombia y Turquía se le denomina lengua de gato por su forma.
En Francia se le conoce por boudoirs o biscuits à la cuillère que significa biscochos a la cuchara, debido a su aspecto y en Rusia es llamado Damskiye palchiki o dedos de dama.
Sea cual sea el nombre que reciba, siempre se refiere a la preparación de una galleta dulce y crujiente que se obtiene a partir de una masa de biscocho muy ligera.
Ingredientes
- 120 g harina común
- 120 g de azúcar blanca
- ½ cucharadita de polvo para hornear
- 3 huevos
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- azúcar extra para esparcirla por encima
Preparación:
Coloca tres huevos en un recipiente y bate con una batidora eléctrica hasta que espumen bien (de 3 a 5 minutos). Cuando se hayan formado muchas burbujas y doble su volumen agregamos el azúcar en forma de lluvia sin dejar de batir.
Luego agregamos la esencia de vainilla y continuamos batiendo hasta alcanzar el punto de letra (cuando la mezcla que cae se marca en la superficie) que es entre tres y cinco minutos en dependencia de la batidora que utilicemos.
Aparte, añadimos al polvo para hornear a la harina y mezclamos con una cuchara para a continuación tamizarla con ayuda de un colador y verterla sobre la mezcla.
Lo mejor es dividir la harina en dos porciones, así integraremos la primera porción con la mezcla sin que pierda aire mediante movimientos envolventes y muy suaves.
Realizamos este mismo paso con la segunda mitad, hasta obtener una masa lisa y homogénea.
Agregamos la masa en una manga pastelera con un pico liso y formamos los bizcochos presionando la manga sobre un papel encerado encima de una bandeja para horno.
El tamaño ideal de los biscochos es entre ocho y nueve cm de largo por dos de ancho cada uno, coloca tantos como quepan en la bandeja dejando un espacio de separación entre ellos de tres cm, ya que al cocinarse suelen distenderse un poco hacia los lados.
Espolvoreamos un poco de azúcar blanca encima de los bizcochos y rociamos con un poquito de agua (con un spray o los dedos mojados). Llevamos al horno precalentado a 180 grados durante 10 o 15 minutos, hasta que se empiecen a dorar los bordes. El tiempo depende da cada horno.
Mientras se hornea la primera vuelta vamos preparando la segunda para evitar que la masa pierda aire mientras está en reposo y dañe el resultado final. Una vez listos, los despegamos con cuidado para no desbaratarlos, ya que aún están un poco calientes y son muy frágiles.
Puedes servirlos acabados de hornear o dejarlos enfriar a temperatura ambiente y luego degustarlos.