En el mar, 50 nudos equivalen aproximadamente a 92 kilómetros por hora. Esta velocidad en un automóvil se antoja insignificante; pero cuando vas a bordo de una lancha, con el viento inquieto revolviendo tus cabellos y batiendo fuerte sobre tu cara con su olor indiscutible a salitre, entonces sientes que vas rápido, que vuelas sobre el agua.
La celeridad despierta tu adrenalina y el corazón te salta agitado dentro del pecho. No sabes qué podrá pasarte hoy, ni cómo reaccionarán los traficantes al frente de ese navío que te ordenaron detener.
Lo descrito anteriormente pudiera parecer sacado de un libro de aventuras, pero describe la cotidianidad de los marineros y oficiales de la Escuadrilla Naval La Coloma, perteneciente al Destacamento de Tropas Guardafronteras de Pinar del Río.
Se trata de un sitio pequeño que aloja a hombres grandes en coraje. Converso con uno de ellos, el jefe de escuadrilla Yoslán Pozo Sánchez, minutos antes de la ceremonia de colocación de un logotipo en la lancha interceptora 45 y en el buque LPM 582, a propósito de la intercepción que protagonizaron recientemente al sur de Cabo Corrientes, en Sandino.
El Héroe de la República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo, de visita por Pinar del Río en su función de vicecoordinador nacional de los CDR, hizo los honores de fijar las pegatinas en las embarcaciones.
Yoslán me cuenta detalles sobre cómo se produjo esta última incursión:
“Alrededor de las 11 de la mañana hicimos la salida y sobre las 13 y 37 horas contactamos con el objetivo: una lancha rápida en la cual viajaban 18 personas. Había entre ellos una mujer en estado de deshidratación.
“Cuando llegamos hasta su posición, les comunicamos a los dos sujetos a cargo (uno de origen cubano y el otro mexicano), que estaban violando las aguas jurisdiccionales cubanas y que eran responsables de un delito de tráfico de personas. No ofrecieron resistencia y fueron detenidos de inmediato”, agrega este narrador convincente y locuaz.
Además de vigilar y proteger los espacios marítimos y las fajas costeras, los guardafronteras tienen a su cargo la realización de acciones de rescate y salvamento.
“El orgullo de nosotros es cumplir con estas misiones y que nos salgan bien”, confiesa Yoslán, quien ha merecido por su trabajo serio y de calidad la distinción Elogio a la virtud que otorga el Ministerio del Interior y las medallas Abel Santamaría y Por la protección de las fronteras, conferidas por la Unión de Jóvenes Comunistas y el Consejo de Estado, respectivamente.
“Una vez nos tocó trasladar a tierra firme a un pescador que sufrió un infarto cerebral mientras trabajaba en su barco. Cuando llegamos con él al muelle, ya el SIUM lo estaba esperando y gracias a eso sobrevivió”, rememora.
“La gratificación de salvar a alguien no tiene comparación. Basta con mirar a los ojos de esa persona que acabas de ayudar, para convencerte de que has hecho algo grande, muy grande. Actualmente donde quiera que aquel pescador nos ve, sale a saludarnos y se abraza con nosotros lleno de gratitud”.
A Yoslán el peligro lo ha acechado muchas veces, como aquella ocasión en que un disparo de los traficantes impactó el casco de la lancha, a solo una cuarta de sus pies.
Muchas agallas necesitan él y sus compañeros para lidiar con situaciones tensas a diario que los hermanan en el empeño de protegerse mutuamente de la adversidad.