Medio siglo se cumplía el 26 de noviembre de 1941 del discurso de José Martí conocido como “Con todos, y para el bien de todos”, pronunciado en Tampa y que ha pasado a la posteridad por su mensaje para siempre.
Para homenajear al Maestro en la capital pinareña se reunía un grupo de vueltabajeros para crear una institución que transformó a lo largo de casi 20 años a la entonces depauperada y olvidada ciudad: fundaban el Comité de los 1000, con el lema Todo por Pinar del Río.
La idea del doctor Tebelio Rodríguez del Haya prendió primero en un grupo de personas con poder económico como para poner en marcha un proyecto que pretendió desde el inicio nuclear a un millar de habitantes de aquella casi aldea e intentar cambiar con sus contribuciones la desastrosa situación existente en ella.
El propósito del Comité era en extremo ambicioso, porque por ese tiempo en la capital provincial vivían unas 65 000 personas, sin embargo, en menos de cinco años consiguió sobrepasar la cantidad inicialmente pensada de contribuyentes y con el dinero recaudado se emprendieron obras que han llegado a nuestros días.
“VER MALES ES DESEAR CURARLOS”
Al año exacto de constituido, se rindió cuentas al pueblo: su presidente explicó en acto público en qué se empleó hasta el último centavo del dinero donado por los entonces pocos pinareños que se sumaron a la iniciativa, y dada la honestidad mostrada por la junta directiva, decidieron designar el 26 de noviembre como Día de la Dignidad Pinareña.
A partir de 1943 para la fecha escogida se realizaban diversas actividades, fundamentalmente destinadas a recaudar fondos necesarios para la entonces inmensa labor de mejoramiento de las condiciones ambientales en la ciudad pinareña; pero sobre todo era momento propicio para exponer qué se había hecho con el dinero generosamente entregado por los pinareños, desde los más humildes hasta los de mayores recursos económicos.
En casi 20 años de labor del Comité y de los pinareños que se fueron sumando a la iniciativa se logró cambiar positivamente el paisaje de aquella ciudad rodeada y cruzada por aguas albañales de varios arroyos, sitios propicios para la reproducción de mosquitos que, por ejemplo, impedían la erradicación del paludismo, un mal endémico que provocaba la muerte de decenas de vueltabajeros, principalmente de niños.
También las contribuciones y el apoyo desinteresado de gran parte de la población en las labores cívicas (el antecedente de los trabajos voluntarios de nuestro tiempo) ayudaron a transformar la imagen de la urbe y convertirla en una de las más limpias de Cuba.
El “Todo por Pinar del Río” no se circunscribió solo a la salud, la higienización y a la urbanización, sino que se extendió hasta la cultura, el deporte y la educación.
Pero sobre todo impactó entre los vueltabajeros de la época por su moralidad; por la lucha contra la corrupción imperante y la desatención gubernamental, y porque puso de moda el reconocimiento a la virtud, al saber honrar a los ciudadanos que se destacaban en cualquier faena.
Como si todo lo anterior fuera poco, a la labor de este Comité se le une el mérito de que una de sus integrantes, la sanjuanera Rosa Delgado, compuso el Himno Pinar del Río, ese que parte de las nuevas generaciones desconocen y que debe ser rescatado del olvido porque es un canto al sentimiento por el terruño.
LO IMPOSTERGABLE DE UN RESCATE
Tal como parece caer en el olvido nuestro himno y la labor del Comité de los 1000 sucede con el Día de la Dignidad Pinareña, esa que debe rescatarse y constituirse en momento propicio para que los pinareños de hoy conozcan de dónde venimos y hagan más por el terruño.
El olvido de la historia lleva a la desaparición de un pueblo y en estos tiempos que corren hay un fuerte movimiento externo e interno por conseguir la desmemoria.
Para los que lo desconocen o los que no saben lo que sucedió con el “Todo por Pinar del Río”, expongo que poco después del triunfo de la Revolución esa organización se disolvió por motivos obvios: por primera vez en la historia de Cuba había un Gobierno que se preocupaba y ocupaba por los problemas de los pinareños y de todos los cubanos, por lo que no tenía sentido la existencia de la institución que tanto hizo desde 1941.
Además, lo realizado por el Comité enraizó entre los habitantes de la ciudad, por lo que durante las décadas del ‘60 al ‘80 era común la activa participación popular en la solución de los problemas sociales.
Pero gran parte de aquel legado se ha perdido de los ‘90 a la fecha, algo que desde el aniversario 65 del Día de la Dignidad Pinareña este periodista viene señalando.
Por considerarlo válido retomo en esta ocasión lo escrito al cumplirse 70 años de esa efeméride tan significativa para Pinar: “Por la memoria de los que quisieron, y lograron en parte, transformar nuestra ciudad principal, unámonos hoy para con las organizaciones que tenemos en cada barrio ser cómplices de la virtud y rescatar la ciudad. Solo así podremos celebrar con orgullo cada 26 de noviembre el Día de la Dignidad Pinareña”.