Haz que los hijos sean los últimos. No siempre para todo, pero sí lo suficiente para recordar que el mundo no gira alrededor de ellos. Decirles: toma la pieza más pequeña o tú no manejas el control remoto, ayuda a hacer las tareas a tus hermanos sería una buena forma de enseñarlos, no les gustará, pero lo necesitan. Aprender a vivir dentro de los límites es una valiosa habilidad para la vida. De hecho, muchos problemas de los adultos surgen de la incapacidad de aceptarlos. Los límites de tiempo de pantalla, dietéticos, de actividad y de horario son buenos. Como padres, hay que saber que existen ciertas batallas que en ocasiones son provechosas librarlas con los hijos. No son fáciles, pero valen la pena tenerlas.
Las hermanas Bronte a medida que crecían, estaba cada vez más claro que iban a tener que dedicarse a la enseñanza. Al menos, Charlotte y Anne. Emily era demasiado huraña, sensible y enfermaba gravemente siempre que se alejaba de casa y debía relacionarse con extraños, por lo que se quedó en el hogar. Charlotte y Anne se vieron obligadas a alejarse de la casa para trabajar como profesoras en internados o como institutrices de los hijos de familias ricas para poder mantenerse, pero decepcionadas y sintiendo que malgastaban su tiempo deciden regresar. Fue en medio de esa situación crítica, acuciadas por la necesidad económica y por sus ansias de no volver a separarse, cuando las hermanas Bronte prueban suerte como autoras, y ya que llevaban escribiendo desde muy jóvenes, se arriesgaron a publicar.
En 1846 editaron una selección de sus poemas, pero lo hicieron bajo seudónimos, pues no querían herir a Branwell, su hermano, ni provocar suspicacias entre sus conocidos, ya que en aquella época, una mujer que se atreviese a publicar era vista con una enorme desconfianza, y toda clase de sospechas se abalanzaban de inmediato sobre su reputación. Firmaron con los nombres de Currer, Ellis y Acton Bell, como si se tratase de tres hermanos. El libro obtuvo buenas críticas, pero vendió un único ejemplar. Charlotte entonces animó a sus hermanas a probar suerte con la novela, un género que generaba más ingresos que la poesía. Fue así como, a lo largo de 1846, las hermanas ¬Bronte permanecieron encerradas en la casa rectoral de Haworth, repartiéndose las tareas domésticas para después, por las tardes, trabajar las tres juntas en el pequeño comedor de la vivienda, en secreto para su hermano y sus vecinos. Charlotte –que acababa de cumplir los 30 años– escribió Jane Eyre; Emily –29–, Cumbres Borrascosas, y Anne –27–, Agnes Grey.
PARA REÍR. La madre de Pepito está hablando con una amiga y le dice: Pues a mi hijo le gusta mucho bailar y cantar, y de mayor quiere dedicarse a una de esas dos cosas, pero no sabe qué elegir. A lo que la amiga le contesta: Pues yo creo que debería elegir el baile. ¿Por qué? ¿Le viste bailar? Noooo, ¡¡pero le he oído cantar!!