Nadie nace sabiendo cómo hacerlo, ni el mejor concepto es fácil de aplicar, así sea partiendo de los manuales más reconocidos, pero no es menos cierto, para emprender ese arduo camino de la educación de los hijos, hay mucho que meditar de conjunto con la pareja y la familia en general para que al menor lleguen los mejores valores y estilos de vidas positivos y saludables.
También se deben buscar consejos para tratar comportamientos difíciles, por ejemplo, de bebés enojados y gritones a cada momento y por cualquier cosa, adolescentes en extremo rebeldes que rebaten toda postura ajena a su entender. Son situaciones un tanto delicadas de atenuar, pero no del todo de entender y remediar para lograr las mejores relaciones entre padres e hijos.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), hace poco publicó en su portal un breve manual de ayuda, tras una charla con Lucie Cluver, profesora de trabajo social para los niños y las familias en la Universidad de Oxford y madre de dos niños pequeños, con la cual, pretende instruir estilos y habilidades para padres en apuros que no saben controlar ciertas situaciones.
Un tema del cual hace énfasis la especialista es sobre la enseñanza de relaciones positivas entre padres e hijos y de prácticas como la responsabilidad, la autodisciplina y la cooperación. Por ello es que Cluver considera no existen niños malos, sino mal comportamiento, en gran medida, un efecto rebote, o más bien, consecuencia, de una educación desacertada de los padres.
Esta profesora no aprueba ni los gritos ni los golpes que pueden estar dados por momentos de estrés de los progenitores. Por ello, cree que “gritar y pegar nunca da buen resultado, y a largo plazo puede empeorar las cosas en lugar de solucionarlas. Pegar y gritarle con frecuencia a un niño puede incluso afectarle adversamente durante toda su vida”.
Incluso en casos más extremos donde ya se pueda hablar de violencia doméstica, sea física o verbal, y el menor o adolescente este bajo un contexto fuerte, “el estrés tóxico continuo que estas situaciones generan puede derivar en una serie de consecuencias negativas como el abandono escolar, la depresión, el abuso de drogas, el suicidio y enfermedades cardíacas”.
Por ello, aconseja a la familia asimilar y aplicar un enfoque positivo de la disciplina, y no que esté ligado a castigos y regaños solo por lo que no se debe hacer. De acuerdo con la educadora, se debe “generar una relación saludable con tu hijo y fijar expectativas referidas al comportamiento. La buena noticia para todos los progenitores es que es un método que funciona”.
Cluver aconseja a los padres planificar un tiempo únicamente con y para sus hijos. “Dedícale 20 minutos, aprovecha otras actividades que realizan juntos, pueden cantar una canción mientras lavan los platos, o conversar mientras tienden la ropa. Lo que de verdad importa es que te centres en tu hijo. Así que apaga la televisión, apaga el teléfono, ponte a su nivel; solos tu hijo y tú”.
Un punto importante es no dejar de elogiar las cosas que hacen bien, ya que solo acentuando lo mal hecho puede ser que ello se perpetúe. “Presta atención a cuando tu hijo hace algo bien y felicítale, aunque solo sea por haber jugado con su hermano/a durante cinco minutos. Esto puede animarle a portarse bien, y hará que sea menos necesaria la disciplina”, explicó.
Asimismo, añadió que “es mucho más eficaz decirle a tu hijo qué es lo que quieres que haga exactamente que decirle lo que no debe hacer. Cuando le pides a un niño que no sea desordenado, o que sea bueno, él no necesariamente entiende lo que tiene que hacer. Si le das instrucciones concretas como “por favor, recoge todos tus juguetes y ponlos en la caja”, habrá mejores resultados.
También habla de la distracción como una fórmula para sacarlo de una situación incómoda, el negativismo, la inconformidad, el fracaso y no haciéndolo a gritos y regaños. Ella comenta cómo “cambiando de tema, iniciando un juego, llevándole a otra habitación o saliendo a dar un paseo, puedes conseguir desviar su energía hacia un comportamiento positivo”.
Por último, la profesora Lucie Cluver habla sobre la importancia de que los padres le hagan saber a sus hijos las consecuencias de sus actos y así estos adquieran responsabilidad individual. “Explicarles sobre las consecuencias es un proceso sencillo que le animará a comportarse bien, si quieres que tu hijo deje de pintar en las paredes, puedes decirle que si no para, vas a poner fin a su tiempo de juego”.
Es cierto que la pandemia ha traído consigo una ruptura entre la continuidad, socialización y el desarrollo de los niños dentro de su círculo propio, y que los padres entre el teletrabajo y la educación a distancia de los menores han tenido que mutar entre amas da casa, trabajadores y maestros, sin embargo, este capítulo debe ser utilizado para el disfrute, comprensión y apoyo hacia los hijos.