Aún cuando personalidades como el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se arremangaron para recibir las vacunas contra la COVID-19, los pacientes que ya estaban enfermos abarrotaban las salas de emergencia y las unidades de cuidados intensivos en California, que ahora es un epicentro mundial.
Unas 41.000 personas dieron positivo de coronavirus en el estado más poblado de Estados Unidos el jueves pasado y otras 300 murieron, informaron los funcionarios de salud pública. En el estado con 40 millones de residentes, sólo unas 1.200 camas de cuidados intensivos se encontraban disponibles el viernes, apenas el 2,1% del total, según el Departamento de Salud Pública de California.
“Anticipábamos un aumento, pero no estoy seguro de si alguien se imaginó que sería tan malo como ha sido”, dijo Adam Blackstone, un portavoz de la Asociación de Hospitales del Sur de California.
Los hospitales se ven sometidos a una gran presión por parte de los pacientes, con algunas instalaciones que atienden a los enfermos en tiendas de campaña instaladas en el exterior pese al frío, y con personas que esperan ser atendidas en los pasillos.
Las unidades de cuidados intensivos estaban completamente llenas en la región densamente poblada del sur de California que incluye Los Ángeles, así como en el centro agrícola del Valle de San Joaquín, comunicó el estado.
El sistema está tan sobrecargado en todo el territorio que los condados no pueden enviar médicos y enfermeras para ayudar a las regiones más afectadas, porque también se ven abrumados por la gran cantidad de pacientes, señalaron los funcionarios.
“Esperamos tener más cadáveres que espacio para ellos”, expresó el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, en una reunión informativa el jueves.
Es probable que los problemas de California empeoren en los próximos días, ya que a los pacientes que contrajeron la enfermedad durante el Día de Acción de Gracias se les unirán los que se expongan en reuniones con amigos y familiares en Navidad y Janucá, aseguró Blackstone.
Pence recibió su vacuna COVID-19 en vivo por televisión el viernes pasado, como parte de los esfuerzos del país para generar confianza entre la población sobre la seguridad y eficacia del inoculante.
Luego de que las muertes en Estados Unidos por coronavirus superaran las 3.000 por tercer día consecutivo, el vicepresidente norteamericano calificó las vacunas como una señal de esperanza, ya que se espera que 20 millones de dosis se distribuyan en todo el país antes de finales de diciembre y que cientos de millones más se repartan en la primera mitad de 2021.
“También creo que la historia registrará que esta semana fue el comienzo del fin de la pandemia de coronavirus, pero con los aumento de casos en todo el país y las hospitalizaciones tenemos camino por recorrer”, dijo Pence, líder del grupo de trabajo de coronavirus de la Casa Blanca.
Las hospitalizaciones en Estados Unidos han establecido récords en cada uno de los últimos 20 días, acercándose a 114.000 el jueves, según un recuento de Reuters.
(Con información de Reuters, PL, ANSA y RT en Español)